A quienes… corresponda

·        A quienes… leen este Blog cada semana, mi agradecimiento de todo corazón.

·        A quienes… comparten conmigo sus reflexiones, mi estrecha complicidad en una misma opinión.

·        A quienes… discrepan de ellas, mi sincero respeto y mi consideración.

·        A quienes… he contribuido para iniciar la búsqueda del camino de la superación, mis ánimos más encendidos para emprender el esfuerzo con tesón.

·        A quienes… creen que ya han triunfado, mi consejo de relativización.

·        A quienes… les faltan motivaciones para continuar, mi sugerencia de acometer la vida con objetivos y planificación.

·        A quienes… solo ven sombras en un horizonte incierto, mi propuesta de no retrasar su actuación.

·        A quienes… todavía no se han reconciliado con su persona y su situación, mi consideración de que no es lo mismo aceptación que resignación.

·        A quienes… la risa les visita poco, mi chiste más guasón.

·        A quienes… la emoción es solo un recuerdo, mis deseos de recuperación.

·        A quienes… los niños les hacen niños, mi confesión de ser uno de ellos aunque sea casi cincuentón.

·        A quienes… gozan del amor, mi convencimiento de que no hay mejor medicación.

·        A quienes… siempre ven la vida desde la estación, mi sugerencia de que corran para coger el último vagón.

·        A quienes… viven la vida conscientes de que casi nunca es posible todo lo mejor, mi arrepentimiento como perfeccionista de salón.

·        A quienes… todavía les quedan enemigos conocidos, mi proposición de perdón.

·        A quienes… ya no quieren esperar más para tomar las decisiones que faltan en su vida, mi respaldo a su valentía y a su reacción.

·        A quienes… piensan que todo esto solo vale el uno de enero, mi regalo de un calendario que no distingue de fechas para vivir con compromiso y decisión.

·        A quienes… todavía creen en un mundo mejor, mi llamada a unirnos para contribuir a su salvación.

·        A quienes… aun todo esto les parece poco, mi ausencia de una mejor solución…

 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Marta Domínguez y el Estado de Alarma

Marta Dominguez

El profundo cambio de valores socio-culturales que el recién finalizado siglo XX ha provocado en la humanidad viene caracterizado por la instauración de algunos estilos de actuación personal que ya se han convertido en “obligatorias doctrinas de comportamiento”. Una de las más evidentes en las sociedades desarrolladas es la aceptación universal de la religión del “Ganar”.

En un mundo en el que todavía queda un largo trecho hasta solucionar el sempiterno problema de la escasez (no hay de todo para todos), la cultura del Ganar se ha impuesto cuasidefinitivamente como la solución más competitiva para “obtener algo más” frente a los demás, lo cual viene a determinar desgraciadamente el principal de los frenos a la solidaridad interpersonal.

Si en determinados ámbitos el Ganar responde a la misma esencia de lo que se hace (como lo es en el Deporte de Competición), en otros (como en el Laboral) el Ganar o “Ganar Más” podría ser cuestionado como ejemplo de egoísta y censurable comportamiento, sobre todo cuando lo que se pretende ganar más ya parte de niveles muy superiores a lo normal.

Marta Domínguez siempre nos ha demostrado su obstinado empecinamiento por Ganar y ese indomable espíritu competitivo la ha posicionado como elogiado ejemplo en el que nos debíamos mirar todos (ejemplo ahora desdibujado por la sospecha de juego sucio). Los controladores del espacio aéreo civil español también nos han demostrado que quieren Ganar Más (o lo mismo trabajando menos) y su última reivindicación pública, mal gestionada en una huelga torpe, dañina e improcedente, ha sido pública y privadamente condenada por todos.

En mi opinión y aun a riesgo de ser tildado de extravagancia mental considero que, si fuera probada algún tipo de conducta delictiva en nuestra atleta multicampeona (como la de tantos otros conocidos deportistas cuestionados por lo mismo), esto constituiría mayor motivo para decretar un Estado de Alarma nacional que lo protagonizado por un grupo de desconocidos y adinerados profesionales, pretendidamente exclusivos y radicalmente corporativistas.

Sin duda alguna, el daño a los grandes valores seculares de honestidad, dignidad e integridad personal que son infringidos cada vez que una figura del deporte internacional es descubierta en situaciones irregulares y tramposas es mucho mayor que cualquier reivindicación laboral por muy insostenible que parezca y por más incomodas que sean las consecuencias de sus actos de presión, actos que inevitablemente se diluyen en el tiempo a diferencia de los otros, imborrables por siempre en nuestro pensamiento y lo que todavía es peor, susceptibles de peligrosa imitación por las jóvenes generaciones.

Lo que a mí verdaderamente me instala en un desasosegante “Estado de Alarma” personal es sentir que, en nuestra desvalorizada sociedad actual, paulatinamente los fines van justificando más a los medios en una vorágine erosionadora de esos principios humanos que tantos siglos han costado conformar, que nos definen como especie singular y que solo por Ganar o quizás Ganar Más, algunos nos están queriendo dolorosamente arrebatar… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¿Solo somos lo que Sentimos?

No somos lo que decimos, no somos lo que comemos, no somos lo que vestimos, no somos la casa donde vivimos, no somos los padres ni somos los hijos, no somos lo que soñamos, no somos lo que estudiamos, no somos lo que fuimos, no somos el coche que conducimos, no somos donde trabajamos, no somos esa música que escuchamos, no somos a donde viajamos, no somos de nuestros amigos, no somos lo que seremos, no somos triunfadores ni perdedores, no somos de nuestro club deportivo, no somos espíritus de ningún paraíso, no somos aventureros, no somos compañeros de nuestros compañeros, no somos lo que damos, no somos lo que pedimos, no somos lo que leemos, no somos lo que vemos, no somos lo que olvidamos, no somos nuestros recuerdos, no somos lo que compramos ni lo que vendemos, no somos lo que esperamos, no somos lo que condenamos, no somos lo que defendemos, no somos lo que envidiamos, no somos lo que nos creemos ni en lo que creemos, no somos lo que nos merecemos, no somos lo que ambicionamos, no somos lo que dormimos, no somos lo que amamos, no somos lo que lloramos, no somos ni lo que vivimos…

Todo esto y mucho más, para nosotros, nunca es ni será nada si no somos capaces de sentirlo. Para Ser es necesario Sentir y todo aquello no sentido nunca será como tal reconocido, por lo que… ¡Somos lo que Sentimos! pero también… ¡Somos lo que Pensamos!, porque Sentir sin Pensar lleva a vivir sin el criterio ni la voluntad de lo querido… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¡El mejor Líder-Coach es Henry Fonda!

En los últimos tiempos la figura del “Líder-Coach” viene siendo aceptada en los países más desarrollados como paradigma de la mejor versión en la eficiencia de la gestión directiva, al combinar las tradicionales competencias del “Management” con la necesaria “Inteligencia Emocional” inherente a la práctica del Coaching.

Pero, ¿qué configura la personalidad de un Líder-Coach?, ¿cómo actúa ante situaciones concretas?, ¿cuáles son los resultados que consigue? Podremos describirlo con palabras y solo estaremos repitiendo el discurso formativo tradicional tendente a relacionar repetitivamente todas esas “Habilidades Directivas” que lo definen pero no aportando nada nuevo a lo ya sabido. Por ello, otra forma mucho más efectiva de abordar la figura del Líder-Coach podría partir de mostrar su ejemplar idiosincrasia con imágenes referidas a un caso que se acerque a la realidad, logrando un efecto de impresión mental mucho más explicativo y perdurable en quienes aspiran a mejorar su rendimiento profesional, sea cual sea su nivel de responsabilidad laboral.

La capacitación de los profesionales hacia esta exitosa orientación directiva es ya una realidad en la oferta de las principales Escuelas de Negocios españolas, que han incorporado en sus propuestas formativas cursos, seminarios y talleres de aplicación del Business Coaching a la realidad empresarial y profesional actual.

Desde el año 2000 vengo colaborando como profesor en diversas de estas Escuelas de Negocios (y en alguna Universidad Pública) en donde utilizo con gran éxito la herramienta docente que más las representa: el “Método del Caso”. En concreto, desarrollo mí propuesta formativa para la mejora de las competencias profesionales de mis alumnos inspirándome en la figura del Líder-Coach y escogiendo el mejor Caso que para ello pueda encontrarse: la película dirigida por Sidney Lumet en 1.957 y protagonizada por Henry Fonda, “12 Hombres sin Piedad”.

La estructura de trabajo de mi Taller “12 Hombres sin Piedad: Las Claves del Liderazgo” es muy sencilla y se basa en la visualización secuencializada de la película (315 cortes) para la identificación, por parte de los asistentes, de esas cualidades positivas y negativas (más de 100 son detectadas) que evidencian los personajes y que les llevan a contribuir o no a la resolución de la difícil tarea que tienen encomendada (?). Con ello, busco activar las mentes de los alumnos y fijar en ellos modelos de comportamientos a partir del poder de la imagen en lugar del de la palabra, autocomparándose con lo visualizado y generando un Plan de Acción personal para progresar en sus áreas de mejora.

Pues bien, más de cincuenta años después del estreno de la película, puedo asegurar que lo que personal y profesionalmente caracteriza y encumbra a Davis, el personaje que interpreta Henry Fonda en “12 Hombres sin Piedad”, sigue siendo modelo excelso de comportamiento para todos nosotros y para demostrarlo bien valen las siguientes 10 secuencias (con enlaces a los vídeos), de las innumerables que la película nos regala, detrás de las cuales se evidencian algunas de las principales competencias profesionales que todos debiéramos mejorar…

  1-     Dialogar

  2-     Dudar razonablemente

  3-     Ser empático

  4-     Escuchar activamente

  5-     Usar la templanza

  6-     Manejar la información adecuadamente

  7-     Asumir los errores

  8-     Mostrar interés personal por los miembros del equipo

  9-     No guardar rencor

10-     Gestionar el éxito

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

El Planeta de los… Paticortos

Por todos es conocido que las modas vienen y van, normalmente alentadas por astutos intereses comerciales que no dudan en apostar estratégicamente por lo incesantemente nuevo para así generar incesantemente nuevas ansias de comprar.

En lo que respecta a nuestra indumentaria, esto ocurre también, amparando los cambios que se nos proponen a partir de novedosas tendencias, rompedores estilos y rabiosa modernidad, en una suerte de carrera atropellada sin fin que a todos nos obliga a permanecer constantemente en guardia continua para ajustar coherentemente nuestra imagen a la contemporaneidad.

No dudo que las modas en el vestir parten de un cierto paradigma de honestidad que, aunque comercialmente interesada, tiene un buen fondo de verdad: pretenden favorecer, mejorando (de alguna u otra forma) la imagen de aquellos que las siguen. Para ello y pese a tantos cambios propuestos en la historia de la Humanidad, las modas nunca han traicionado las leyes más básicas de la estética universal. Aquellas que definen las proporcionalidades del cuerpo humano, que han sido invariantes desde la antigüedad y fueron inmortalizadas en el Renacimiento por El Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci, generando con posterioridad las bases de algunas de las más bellas obras maestras de la Pintura o la Escultura con las que hoy nos podemos deleitar.

¿Nunca han traicionado…? Pues no. Este respeto a toda una histórica unanimidad estética, por primera vez, se ha perdido con el comienzo del siglo XXI. Siglo en el que decidida y descaradamente se nos ha invitado al mayor despropósito hasta la fecha imaginado: que acortemos dramáticamente, aunque solo de forma visual, la longitud de nuestras extremidades inferiores en un imposible acercamiento involucionista a nuestros ancestros los primates, tal y como aparecía en aquella famosa película protagonizada por Charlton Heston y que luego continuaron más.

Efectivamente, uno de los rasgos comúnmente aceptados de belleza (en humanos y también en animales) es la longitud de sus extremidades, considerándose que aquellas especies que las disfrutan largas (caballos, gacelas, felinos, etc.) componen de sí mismos una imagen mucho más armoniosa que quienes deben conformarse con permanecer siempre más cerca del suelo que les sirve para caminar (reptiles, cerdos, patos, etc.). Hasta ahora y en todo momento se había profesado una evidente admiración hacia aquellas personas a las que la naturaleza les había regalado unas piernas largas, pero en la actualidad esto ha cambiado radicalmente y todos parece ansiamos tenerlas cortas, misión bien fácil con solo ajustarnos uno de tantos pantalones de talle y tiro ultra-bajos que inundan los escaparates de los comercios de nuestras ciudades. Si Mario Moreno Cantinflas levantase la cabeza no daría crédito a una moda que, cuando él (sin saberlo) la creó, le sirvió para triunfar como ilustre cómico del atrabiliarismo indumentario y la voz singular.

Por una razón de exhibicionismo hormonal, es evidente que los primeros en adoptar las nuevas modas son los más jóvenes y que tras ellos, atraídos por imitar la ansiada imagen fresca de la juventud, vienen los grupos sociales de más edad. Esto lo sabe bien la industria de la moda, de ahí que el blanco de todas sus propuestas se dirija a la adolescencia, pues ya se encargará gratuitamente esta de influir poderosamente en sus hermanos mayores o incluso en sus padres, todos deseosos de aparentar .

Pues bien, ¿qué justifica el que por primera vez la moda haya traspasado la inviolada frontera estética de la proporcionalidad? Solo puede haber una explicación a ello: la extrema generalización social de la influenciabilidad como rasgo distintivo de unos tiempos que no fomentan la personalidad. Nunca como ahora las personas han estado sometidas a tantos estímulos externos que, pudiendo ser fuente de conocimiento, solo ejercen de peligrosos manipuladores de mentes al faltar generalmente su contrapeso necesario: el desarrollo personal del Criterio Propio como único recurso válido para ejercer la independencia individual.

En el río de la vida, dejarse llevar por la corriente general siempre será más cómodo y descansado, aunque ello nos pueda condenar a ser súbditos del desnaturalizado y cómico Planeta de los… Paticortos, algo de lo que el futuro se reirá sin parar…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¿Cuantos años “tienes”…?

Esta pregunta es quizás una de las más comprometidas de cuantas cotidianamente suelen formularse, pues quien responde cree (erróneamente) que debe informar sobre los años transcurridos desde el de su nacimiento (su edad) y eso parece se ha convertido en el mayor secreto a guardar en un mundo gobernado por la tiránica imposición de aparentar una eterna imagen de mocedad.

Pero ser joven, para todos los que ya lo hemos sido, sabemos lo que representa: mucho ruido y pocas nueces, pues no hay correspondencia equitativa alguna entre la riqueza exterior (el cuerpo) con la interior (la mente). Correspondencia que el sabio transcurso del tiempo, en una suerte de ying/yang-escos vasos comunicantes, se encargará siempre de equilibrar .

La cuestión de la edad cronológica debería ser secundaria pues los años vividos no pueden volverse a vivir y por lo tanto no son susceptibles de aprovechamiento directo futuro. El único y gran patrimonio que pueda atesorar cada cual es el tiempo que le resta por gastar. Los años que tenemos no son los vividos sino los esperados, pues si algo se tiene es para usarlo y no para guardarlo. Esta es, sin duda, la verdadera paradoja del tiempo en cualquier momento de la humanidad.

De este modo, ¿cuántos años tienes…? es una difícil pregunta a responder pues nadie conoce cuánto tiempo le queda por vivir y parece ser que la mayoría ni siquiera quisieran saberlo, postura pueril donde las haya pues la posibilidad de concretar con que contamos siempre nos permitiría mejor poderlo administrar (ocurre lo mismo con el dinero…).

Por otra parte, hay otro factor que es tan o más determinante que la perspectiva de vida futura y no atiende tanto a la cantidad cuanto a la calidad. Se trata de cómo vivir los años que nos restan. Los veinteañeros parecen ser unos privilegiados por contar con un largo horizonte vital, privilegio solo potencial pues de cómo lo vivan dependerá el cómo lo lleguen a aprovechar. Quien ya ha cumplido la sesentena no debiera creerse con menor valor que el joven, si en su voluntad está el maximizar el aprovechamiento del tiempo que todavía tiene en lugar de sestear

A un año de cumplir los cincuenta confieso no saber cuántos años tengo (por vivir), pero si puedo asegurar que los quiero disfrutar sin mirar atrás y con la ilusión de contar con una oportunidad para mejorar cada día un poco más… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Mi Pregunta más Poderosa

Soy de los que piensan que una pregunta siempre vale más que mil respuestas pues, estas, realmente solo lo son si antes se formula aquella. Además, la pregunta abre los caminos que las respuestas tienden a cerrar. Preguntarse por todo lo que es y debe ser de nuestro interés es la mejor forma de sabiduría pues saber no es aceptar, almacenar y detenerse, sino cuestionar, aligerar y avanzar.

El conocimiento humano necesita de la pregunta que, como el disparo de un arcabuz, se expande en todas sus posibilidades de contestación para ofrecernos la oportunidad de poder elegir la respuesta más nos pueda interesar. Si entender lo que nos rodea es necesario, entendernos a nosotros mismos es imprescindible y anterior. Todo proceso de conocimiento comienza desde el yo (por ser lo más próximo) y continua necesariamente hacia el ello, en un recorrido eternamente circular.

Pero para conocerse bien es conveniente no aceptarse totalmente, evitando así el peligro de dar por cerrada una realidad personal (la actual) que siempre puede ser susceptible de mejorar si evitamos la autocomplacencia y la resignación vital. Cuestionar constantemente nuestro caminar nos puede llenar de inquietud, esa que paradójicamente siempre es necesaria para movernos a cambiar a otra ruta que nos permita avanzar más.

En mi trabajo como Coach utilizo mayoritariamente la pregunta como recurso movilizador de las conciencias y espejo reflectante de las idiosincrasias para conseguir los objetivos deseados. Preguntar no es difícil, aunque hacerlo atinadamente para acertar en la diana racional y emocional de cada cual representa el reto más importante de quienes nos dedicamos a esta actividad.

Mi experiencia me ha permitido llegar a manejar una numerosa colección de Preguntas Poderosas (así se las llama en Coaching) que utilizo predeterminadamente con quien y cuando conviene. De todas ellas, si desgraciadamente tuviera que elegir solo una como la más incisiva, holística, movilizadora, comprometedora y desencadenante de reflexiones vitales, seria esta:

Elige solo tres palabras que definan exactamente (cada una de ellas), como ha sido tu vida pasada…, como es la presente… y cómo será la futura…

De las respuestas depende el futuro de cada cual… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

La Resiliencia… ¡hoy más que nunca!

Resiliencia

La Resiliencia (del latín resilio o volver a atrás) es un término que inicialmente fue utilizado por la Ingeniería con objeto de definir la capacidad que tiene un material para recobrar su forma original tras estar sometido a una presión deformadora. En los años setenta del pasado siglo la Psicología Positiva lo incorporó a su doctrinario identificando como resiliente a todo individuo que, frente a las adversidades, desarrolla un fuerte espíritu de lucha y adaptación que le permite reconstruirse y desarrollar valiosas propuestas de futuro para él y los demás.

Para mi desgracia pero inevitablemente, de nuevo vengo con nuevos términos que tienen otros antecedentes mucho más reconocibles en nuestro acervo lingüístico tradicional. En este caso, podríamos decir que una persona resiliente es algo similar a lo que siempre hemos conocido por estoica (fuerte ante la adversidad y la desgracia) pero, ¡qué le vamos a hacer!, en ocasiones parece que lo nuevo siempre es mejor y más apropiado aun sin muchas veces serlo.

Una de las tipologías humanas que más interés despierta a los biógrafos o los directores de cine es la de esos personajes que han construido su vida a partir de una sola ley: levantarse siempre una vez más de las que se han caído. Ejemplos como Gandhi, Nelson Mandela, Stephen Hawking, Ana Frank, Teresa de Calcuta o muchos de los grandes personajes del mundo pre-contemporáneo son arquetipos del espíritu de flotabilidad que distingue a los triunfadores de aquellos que se resignan a asumir calladamente sus circunstancias. Pero como aquellos y sin conocerlos, estoy convencido de que existen otros muchos que de forma más anónima han construido sus vidas desde el compromiso asumido con su futuro y la entereza de ánimo necesaria para lograrlo.

No hay una sola receta que asegure como implementar exitosamente la Resiliencia en nuestra vida sino que, como toda buena paella, es un conjunto de ingredientes que sabiamente combinados ofrecen un resultado muy apetecible.

Los diez más determinantes, quizás podrían ser:

1- Autoestima: La positiva percepción que se tiene de uno mismo.

2- Introspección: La auto-observación ecuánime.

3- Independencia: El mantenimiento de la necesaria distancia física y emocional ante lo que nos afecta sin caer en el aislamiento.

4- Sociabilidad: La tendencia a establecer lazos emocionales con los demás.

5- Iniciativa: La capacidad de fijarse metas y caminar hacia ellas.

6- Sentido del Humor: La práctica constante en la búsqueda del lado cómico de la vida.

7- Creatividad: La innovación dentro de la rutina.

8- Empatía: La orientación hacia la comprensión de las circunstancias que afectan a los demás.

9- Pensamiento Crítico y Analítico: La reflexión sobre las causas de la adversidad y la identificación de sus soluciones.

10- Perseverancia: El mantenimiento firme en las actuaciones necesarias para la consecución de los objetivos propuestos.

Ser resiliente, más que una virtud, hoy en día es una necesidad ante esta compleja realidad que no facilita nada y exige mucho a quienes miran la vida con las ganas de ser cada día algo más… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Los Jefes Autocráticos

Todos cuantos desarrollan su vida laboral como empleados por cuenta ajena (incluso algunos de los… por cuenta propia) han tenido, tienen o tendrán un Jefe. Mientras el sistema de gestión directiva de las empresas y organizaciones continúe apoyándose exclusivamente en la jerarquía de poder, los Jefes seguirán existiendo y desgraciadamente, en la mayoría de los casos, serán un mal ineludible.

Pero… ¿realmente son todos los Jefes un mal ineludible? Pues no. Algunos los hay que son un bien valioso pero tienen otro nombre: Líderes. La diferencia entre ambos es muy sencilla y parte de su propio nombre: el Jefe, jefea y el Líder, lidera. Jefear es el mal arte de mandar mientras que liderar lo es del buen invitar. Es Jefe quien puede y Líder quien quiere, pues el Jefe necesita del poder que le da el cargo tanto como el Líder solo de su propia valía personal.

Una de las principales características que distingue al Jefe es su pertinaz tendencia a que los demás hagan todo a la manera propuesta por él, entendiendo que nunca hay alternativa ni solución mejor. El porqué, cómo, cuándo y dónde de cada acción o tarea no admiten discusión a su entender, pues la imposición es la seña más propia y distintiva de la identidad del Jefe con carácter autocrático.

Los Jefes autocráticos ejercen como el mejor papel secante del talento de los miembros de su equipo y lo que es peor, ello sin saberlo, pues esa no suele ser su voluntad consciente al no ser malas personas de suyo sino malos profesionales de facto. Su gran problema es el miedo atávico y su aversión a ese riesgo que siempre supone que una tarea se realice de manera distinta con objeto de probar su mayor validez. Su exacerbado yoismo se une con la seguridad que albergan de saber siempre más que los demás o en su caso, intentar aparentarlo.

Los Jefes autocráticos desconocen el muy actual concepto de Empoderamiento (Empowerment), esa recomendable práctica directiva que consiste en conferir la necesaria autonomía a sus colaboradores para que decidan por sí mismos en aquellas cuestiones que pertenezcan a su ámbito de responsabilidad y cuya experiencia ganada les capacitará para desarrollarse como mejores profesionales, aportando paulatinamente más valor a su empresa.

¿En cuantas ocasiones nos hemos cruzado con un Jefe Autocrático? Max y Max seguro que, desgraciadamente al menos, en esta original historia

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¡Digan lo que digan… los demás!

Sin duda alguna la Diferenciación se constituye hoy en día como el principal factor crítico de éxito para todos aquellos (instituciones, organismos, empresas, profesionales o particulares) que aspiran a progresar para conseguir sus objetivos propuestos. Solo lo distinto es merecedor de una atención que cada vez es más difícil captar en este mundo, tan curado de espanto y al que ya se le han administrado todas las vacunas que quedaban de sorpresividad.

En la exitosa moda actual española de emisiones televisivas de biopics (biografías llevadas al cine) sobre personajes relevantes de los últimos cuarenta años de nuestra historia (Juan Carlos I, la Duquesa de Alba, Adolfo Suarez, Alfonso de Borbón, Paquirri, Lola Flores, etc.), recientemente pudimos ver el correspondiente a Raphael, en mi opinión, la mejor voz masculina de música ligera nacida en España (aún por delante de los formidables Nino Bravo y Camilo Sesto).

No todos estarán de acuerdo con esta valoración musical sobre Raphael pero si con la constatación de que se trata de una estelar figura de la canción que, tras cincuenta años de carrera profesional, todavía sigue llenando auditorios. ¿Por qué?

Raphael es diferente y esa distinción caracterizada tanto por su aterciopelada y envolvente voz (le llamaban… la voz de humo) como por su singular y muy personal teatralidad escénica, le ha posicionado en un lugar muy destacado de la atención de los demás. Atención en ocasiones muy crítica, que ha sido musicalmente contestada y defendida por el cantante con exitosas piezas reivindicativas compuestas por Manuel Alejandro como Digan lo que digan o Que sabe nadie.

Ya lo cantaba también otra veterana figura de la canción española como lo es Juan Manuel Serrat: Cada quien es cada cual…, en clara alusión a la especificidad como personas que cada uno de nosotros llevamos dentro pero que, desgraciadamente, nos obstinamos en acallar para transitar hacia esos terrenos anónimamente más cómodos en la que nos instala la confusión mimética con la multitud.

Desde que nacemos nos educan en la tradición y las costumbres que, siendo enriquecedoras pues testimonian mucho de la sabiduría del pasado, nunca deberían llegar a condicionar las potencialidades de los miembros de una colectividad que, sin lugar a dudas, puede ganar más con el impulso que con la inmovilidad. Las sociedades que fabrican individuos que se limitan a reproducir lo instaurado se aseguran su continuidad, pero no su progreso.

Asumir dócilmente las formas de vida de nuestro alrededor sin el necesario cuestionamiento sobre su idoneidad con uno mismo se configura como la peor de las autocensuras y la mejor resignación.

Ser y hacer lo mismo que los demás, viviendo a la defensiva, es el mayor seguro para preservarnos de las miradas y las críticas ajenas pero nunca nos garantizará la felicidad que supone el ejercicio de demostrar nuestra rica singularidad, pese a todo lo que puedan decir y digan… los demás.

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro