La vida no consolida derechos

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A las puertas del 2013, toda la desesperación que ahora nos embarga tras cinco años de recurrentes malas noticias económicas (que desgraciadamente vamos a proyectar hacia el año entrante), no está plenamente justificada desde un punto de vista objetivo y si desde la infantil consideración del… “Santa Rita, Rita; lo que se da no se quita”.

Por todos es conocido que una de las palancas de actuación más usadas por el movimiento sindical es la de los “derechos consolidados” o esa ley muchas veces no escrita que dice que lo laboralmente conseguido en cada momento no puede ser perdido. No es mi intención abrir ahora un ya gastado debate sobre esta cuestión reivindicativa, pero si el compararla con las reglas del juego de la vida que, por supuesto, no garantizan nada para siempre.

Desde aquí siempre he defendido la ambición por la mejora como uno de los motores del ser humano y ahora no me voy a desdecir. No obstante, se equivocará quien aspire a estar siempre y en todo momento mejor que en el anterior pues, como todos sabemos, la vida es una montaña rusa donde lo importante es que el final del trayecto se encuentre algo más alto que lo estaba el principio.

Excepto los dolorosos y cada vez más numerosos casos de desgracia sobrevenida, la mayoría de quienes pertenecemos a la gran colectividad que configura un territorio o país hemos perdido disponibilidades económicas en los últimos cinco años, lo cual no se traduce en que ahora nos encontremos peor que hace diez.

Contemplar la vida con una perspectiva algo mayor de la del corto plazo es esencial para conservar nuestra motivación en pos del avance, entendiendo que este se configura como la suma de muchos pasos hacia adelante y algunos inevitables hacia atrás que, medidos en una escala amplia de tiempo, normalmente siempre nos harán progresar.

¿Quien eramos hace diez años y quien somos hoy? Si consideramos que en el trayecto hemos ganado algo, por poco que esto sea, no tenemos derecho a quejarnos y si a congratularnos de nuestro progreso, el que la vida no nos garantiza consolidadamente y respecto del cual solo nosotros somos los exitosos responsable de su consecución…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro