Pensar en GRANDE para actuar en pequeño

Pensar en grande para actuar en pequeño

Pocas defensas a la coherencia del título de un artículo podrán haber más sencillas que la del presente y para ello bastará solo con intercambiar maliciosamente las adjetivaciones del mismo para finalmente llegar a un desconcertante… Pensar en pequeño para actuar en GRANDE. ¡Ya está!

No obstante, sospecho que muchos lectores ahora mismo albergarán la tentación de proponer otra modificación nominal que aparentemente pueda resultar más ambiciosa y supuestamente eficaz como… Pensar en GRANDE para actuar en GRANDE, lo cual con gran probabilidad llevará a un error pues ninguna tarea o actuación (nótese que hablo en singular) puede ser grande sin evidente riesgo de fracasar debido precisamente a su intrínseca dificultad (pensar en hacer el Camino de Santiago es posible, pero solo si lo planteamos en el número de etapas que podamos afrontar).

Pensar en GRANDE para actuar en pequeño resume mucho de lo que contiene la que quizás es más valiosa regla de vida y que además ha sido demostrada como muy eficaz, pues combina la visión del mañana con la percepción del hoy, sin duda los dos componentes esenciales a la hora de planificar. El mañana, más lejano, permite ambicionar mientras que el hoy, más cercano, recomienda la  sobriedad. Lo grande deberá ser distante para que lo pequeño quede próximo y sea el vehículo para poderlo alcanzar. Quien use lentes progresivas o bifocales lo entenderá.

Pensar en grande conviene pues, como poco, ya estaremos alargando el autolímite fijado a nuestra posibilidad. Y digo posibilidad atendiendo a aquello que realmente seamos capaces de abordar, pues apuntar hacia lo imposible no será pensar en grande sino solo soñar. El conformismo es el primer limitante creativo de lo que podamos desear y la resignación el último y más letal. Abrazando a los dos habitualmente se encuentra el mismo sentimiento, el de la comodidad, ese hipnótico espejismo que logra convertir desiertos en oasis con tal de detener la marcha y descansar. Pensar en grande es luchar por llegar a ser en lugar de quedarse a la mitad.

¡Lo grande como destino final!

Actuar en pequeño, pese a su evidente facilidad, no es hoy nada habitual al no estar de moda la paciencia que requiere la constancia necesaria para no abandonar los retos que precisen de un largo caminar. Se pretende todo instantáneo y sin tardar pues en caso contrario se opta por mirar a otro lugar.  Pensar en grande requiere actuar reiteradamente en pequeño como única garantía para avanzar pues cumplir pequeñas tareas, aunque puedan ser muchas, será normalmente un procedimiento mejor que atajar abordando pocas pero de mayor dificultad (ver… Comerse un Elefante). Quienes han corrido un maratón lo saben: todo es una cuestión de muchas pequeñas zancadas que sumadas nos llevan hasta esa meta que nunca parecía llegar. El éxito es siempre secuencial.

¡Lo pequeño como camino inicial!

Así las cosas, finalizo volviendo al inicio de esta Coach-tión pues parece ser que el… Pensar en pequeño para actuar en GRANDE que me servía para demostrar por reducción al absurdo la coherencia de mi título propuesto es precisamente lo que ahora más se pueda dar, lo cual nos puede hacer pensar si no será por causalidad este el motivo que explicaría muchas de las situaciones vivenciales insatisfactorias que contemplan a cada cual. Por esto mismo, yo también me lo voy a hacer mirar…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¿Tener o no tener?… un Plan

Tener o no tener un Plan-1

Si la disquisición histórica se encuentra merodeando incansablemente sobre quien fue primero, el huevo o la gallina, en el caso que ahora nos ocupa yo no voy a dudar: ¡No tienes nada si no tienes un Plan! Y si no tienes nada, no conseguirás nada… y si no consigues nada, nada serás. Pues intentar ser lo que quieras ser (lo que tú quieras y no los demás o lo demás) es el único y existencial fin por el que vale la pena (es decir, el esfuerzo) en la vida estar.

Claro, no me refiero a un Plan de esos más… frívolos, sino a un Plan de vida o de negocio para hacerlos progresar.

Por tanto, ¿es primero el fin o lo es el medio?, ¿es primero el destino o lo es el camino?… me da igual. Comienza por querer tener un Plan para ti o tu empresa e irremediablemente comprobarás que para que no esté falto de coherencia será necesario definir qué Objetivos alcanzar. Por el contrario, define primero los Objetivos y correrás el habitual riesgo de quedarte detenido ahí, sin llegar a elaborar ese Plan que te pueda ayudar.

Indudablemente, lo óptimo es comenzar por fijar destinos para luego trazar caminos, pero la experiencia con cientos de personas en mi trabajo como Business Coach me dice que los mejores propósitos se escriben en el aire con buena letra y tinta invisible, lo que les condena a fracasar: quiero ser esto o aquello o lo de más allá, pero en definitiva, ¿qué vas a hacer para intentarlo lograr…? Haz tu Plan.

¿Qué Plan…? Pues evidentemente un Plan de Acción, puesto que si admitimos la importancia de determinar el camino no hay que olvidar que por este se debe transitar avanzando y esto implica movimiento o lo que es lo mismo, actuar. Un Plan no lo es si no recoge acciones que se muevan dinámicamente en pos del Objetivo fijado, por lo que un Plan deberá ser de Acción y se compondrá de unidades de actuación que en su descomposición final hacia lo simple se traduzcan en sencillas tareas, siempre fechadas en el tiempo y aconsejablemente medibles en magnitudes tangibles para que se puedan seguir y validar.

A menudo me cruzo con personas que insisten en proclamar, en una idealizada defensa del sesentero flower power hippie, la improvisación en la vida como forma de disfrutarla libre y sorpresivamente, huyendo de los condicionantes disciplinarios que define el planificar y que supuestamente engrisecen el arco iris multicolor del camino vital. Y yo me pregunto, ¿qué será ahora de los 500.000 que en Woodstock imaginaron que la vida les sonreiría sin hacer más…?

Es indudable que vivir sin restricciones es el sueño de una noche de verano que todos solemos callar. Vivir sin regla se encuentra en el imaginario colectivo de una idílica existencia domiciliada en un playero paraíso tropical, pero… ¡hasta Robinson Crusoe allí tuvo que tener un Plan! Y no solo él, sino que ha quedado suficientemente demostrado que toda persona que se reconoce con éxito en su vida (haber conseguido muchos de sus deseos) afirma que una parte del mismo se lo debe a la planificación, esa herramienta tan simple en sus reglas, pero tan compleja a la hora de llegar a contar con nuestra convencida e inquebrantable fidelidad…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Las Actividades de Alta Rentabilidad

Quizás el consenso más unánime que preside el sentir vital de todos nosotros se ampara en la sensación generalizada de falta de tiempo para desarrollar todo lo que queremos hacer en nuestra cotidianidad, de forma que la frase más oída aquí y allá sea esa de: mi gran problema es el tiempo. Grave error, de percepción y de medición. Grave error, pues nada en la vida puede ser un problema si es una constante, es decir, algo definido y previsto (los problemas en la vida se caracterizan habitualmente por ser variables, lo indefinido e imprevisto). Lo constante es analizable y tratable si tiene solución o intratable en caso contrario, por lo que ya no es problema sino aceptación.

Una constante evidente es nuestro tiempo: todos disponemos de 24 horas cada día, si bien es verdad que no todos las usamos con la misma efectividad.

La vida no es una cuestión de tiempo en sí pues este, siendo fijo y cierto, no lo podemos alargar o acortar a nuestro capricho, ni almacenar para usarlo después, constituyendo un dato exógeno e invariante a nuestra voluntad. Por tanto, podemos asegurar que la vida es una cuestión de uso eficiente de ese tiempo definido que tenemos a nuestra disponibilidad. Uso eficiente que nunca podremos alcanzar si olvidamos la única herramienta que nos lo puede garantizar: Priorizar.

Priorizar no es otra cosa que elegir de entre varias alternativas, primando, anteponiendo, prefiriendo o favoreciendo a la que más convenga. Así, la vida no es una cuestión de tiempo:

¡La vida es una cuestión de Prioridad!

Pero, ¿qué priorizar…? Como antes he mencionado, lo que más convenga a cada cual, aunque hay algo común que a todos debería interesar por encima de lo demás: las Actividades de Alta Rentabilidad.

Las Actividades de Alta Rentabilidad son aquellas que, referidas a cualquier área de nuestra vida, contribuyen de manera decisiva a la consecución de nuestros deseos. Así, cada cual tiene las suyas como suyos son los deseos. En definitiva, es todo aquello en lo que verdaderamente merece la pena ocuparse, constituyendo la verdadera aportación de valor a nuestros propósitos y por tanto la esencia misma de la priorización.

Para su buena administración, tres son los pasos que hay que andar:

1-   Su Identificación, que nos permita descubrir cuáles son.

2-   Su Jerarquización, con objeto de establecer un orden de prelación que aconseje mayor atención a las que aporten en cada momento mayor contribución.

3-   Su Protección, para defenderlas de todas aquellas otras (Actividades de Baja Rentabilidad) que nada tienen que ver con nuestros verdaderos intereses y actuan como un ladrón.

Identificar, Jerarquizar y Proteger nuestras Actividades de Alta Rentabilidad es requisito necesario y suficiente para resguardarnos de todo aquello que realmente sin querer hacemos, destinando gran parte de un tiempo que luego aseguramos con gran angustia existencial a todos (y lo que es peor, también a nosotros mismos), no disponer…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

La Planificación Creativa

El Programa de Coaching de Alto Rendimiento Profesional (“ABC-Personas”) que actualmente desarrollo en Alonso-BUSINESS COACHING basa su efectividad en la aplicación del COACHING como sistema de mejora de resultados.

El método se fundamenta en la identificación de las Áreas de Mejora de cada participante y la determinación y puesta en acción de las actuaciones necesarias para contribuir a esas mejoras.

Todo siempre a partir de las soluciones generadas por cada uno de los implicados, que sustituyen a cualquier otro tipo de normas facilitadas exteriormente.

Como herramienta de apoyo en todo el proceso se propone la Planificación Creativa que se apoya en tres conceptos básicos:

      • El establecimiento de Objetivos.
      • La determinación de las Acciones a desarrollar para alcanzar los Objetivos.
      • La fijación de Fechas Límite en cada Acción a desarrollar.

1- OBJETIVOS

“Si no sabemos hacia dónde vamos, es posible que terminemos en otro sitio”. Esta máxima nos ratifica en la necesidad de fijar destinos para poder iniciar nuestros pasos con algún sentido.

La planificación de Objetivos debe ser “implosiva”, es decir, debe transitar desde lo general a lo particular. De esta forma se proponen tres niveles y en este orden en la determinación de Objetivos:

      • Objetivos Quinquenales: Aquellos que afectan a los próximos 5 años de nuestra vida.
      • Objetivos Anuales: Los circunscritos a un año de nuestra vida.
      • Objetivos Mensuales: Los propios de cada mes.

2- ACCIONES

Para alcanzar todo Objetivo es necesario realizar una serie de Acciones, tal y como para subir un piso es conveniente ascender peldaño a peldaño una escalera.

Por tanto, cada Objetivo complejo habrá que fraccionarlo en una serie de Acciones que determinen un Plan de Acción.

3- FECHAS LÍMITE

Toda Acción pierde su naturaleza efectiva si su realización no queda fijada por una Fecha Límite.

Las Fechas Límite conforman nuestro calendario, nos animan a ejecutar las tareas en el tiempo previsto y contribuyen a acercar más nuestros deseos.

4- CIERRE DEL DÍA Y PLANIFICACIÓN DEL DÍA SIGUIENTE

Como apoyo de la Planificación Creativa se propone el Hábito del Cierre del Día, que dividiremos en tres conceptos: Cierre Cuantitativo, Cierre Cualitativo y Planificación del día siguiente.

A- Cierre Cuantitativo

Determinación del cumplimiento de Imperativo/Importante del día.

Cada día debemos prever la carga de Tareas que “debemos” y “podemos” realizar, dividiendo las principales en dos categorías:

          • Imperativas: Aquellas que, de no efectuarse, nos generan una pérdida.
          • Importantes: Las que, siendo importantes, si no las hacemos mañana no generan una pérdida, pudiéndolas posponer para otro día.

El seguimiento, al finalizar el día, de su cumplimiento nos entrenará en la medición de nuestras fuerzas y nos trasladará un sentimiento de éxito diario.

B- Cierre Cualitativo

Se compone de dos tipos de revisiones:

a- Logros/Errores de hoy

Al finalizar la jornada es muy conveniente determinar qué aspectos de la gestión han sido especialmente positivos (Logros) y cuáles han de mejorarse en próximas ocasiones (Errores).

b- Hábitos

Los Hábitos se incorporan a la costumbre “persiguiéndolos”. Es decir, poniéndolos en práctica continuadamente y sin fallo.

Si somos capaces de chequear el cumplimiento continuado y sin fallo de un Hábito durante 30 periodicidades, ese Hábito quedará registrado para siempre en nuestra costumbre.

C- Planificación del día siguiente

Se obtiene a partir de dos fuentes de consulta:

          • La Planificación Mensual, que nos determinará que Tareas habíamos asignado para mañana cuando planificamos el mes actual.
          • Los resultados obtenidos del Imperativo/Importante de hoy, que generarán nuevas Tareas para mañana en función del cumplimiento registrado en el día de hoy.

5- TAREAS REPETITIVAS

Lo que no sabemos qué se va a producir no lo podemos planificar. Pero, en cambio, aquello que si es previsible lo podemos incorporar a nuestro calendario.

Las Tareas Repetitivas son Tareas ciertas en nuestra vida que tienen una periodicidad establecida. Su identificación y calendarización nos ayudará a completar la Planificación Creativa.

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Los imprevistos reales e irreales

Esta tarde tenía una sesión de Coaching con un cliente (Gerente de una conocida empresa valenciana) que ayer domingo me pidió aplazásemos pues su hija tuvo un percance, se rompió el codo y hoy la operan (le deseo lo mejor).

Sin duda, tanto para él como para mí, esto supone un imprevisto que nos ha obligado a modificar nuestras agendas apresuradamente para, en mi caso particular, buscar una alternativa de ocupación del tiempo eficiente. Supongo que él no tiene otra elección distinta a la de acudir al hospital.

Cuando aparece un imprevisto en nuestra cotidianeidad lo primero que deberíamos preguntarnos es su naturaleza: real o irreal.

Los imprevistos reales son aquellos cuya detección anticipada es imposible, como en el caso de mi Cliente, que de ningún modo podia presagiar el desagradable accidente de su hija. En estas situaciones, siempre debe imponerse la cordura y el sentido común para administrar las tareas que ya estaban programadas y que deben reconsiderarse con un nuevo ejercicio de priorización.

Pero existe otro tipo de imprevistos llamados irreales que suelen ser anticipables y deben su causa a una falta de planificación.

Veamos un ejemplo: El Director General de una compañia valenciana debe acudir al aeropuerto de Madrid a las 14:00 h. para firmar un importante contrato con los representantes de una multinacional americana, que hacen una escala de dos horas en Barajas en su viaje desde Pekin hasta Nueva York. Calculando con holgura el tiempo de desplazamiento de Valencia a Madrid, nuestro DG se monta a primera hora de la mañana en su coche de gerencia y a mitad de camino debe detenerse por una inesperada avería mecánica. El problema es mas serio de lo común y la reparación no puede realizarse con tiempo suficiente para llegar a Madrid.

La sensación de gran contrariedad del DG al saberse impotente para llegar a tiempo para la firma del contrato puede ser pareja a su percepción de inevitabilidad del percance ocurrido, al considerar que se trató de un imprevisto.

Posiblemente sea así, pero que pensaríais si os dijera que el automóvil se estropeó porque nadie en la empresa del DG se preocupó de llevar el coche a las revisiones mecánicas preceptivas.

En este caso, ya no estaríamos ante un imprevisto real sinó ante uno ireal o por falta de planificación, que podría haberse evitado calendarizando las fechas de revisión.

Efectivamente, muchos de los imprevistos que nos sorprenden cotidinamente son evitables pues se deben a falta de planificación de nuestras tareas repetitivas y si no, pensad en los correcalles de última hora que todos los años protagonizamos para entregar la Declaración de Renta o para cumplimentar las felicitaciones a nuestros clientes por Navidad…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro