EL DOLOR QUE NOS QUIEREN OCULTAR

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Si me atengo a lo que leo, oigo y veo diariamente en los medios de comunicación parece ser que, en cuestiones de criminalidad, España es un país excepcional pues aquí solo fallecen al año algunas decenas de mujeres por violencia de género y un puñado de adolescentes desaparecidas que luego no se vuelven a encontrar. Que sepamos, casi nadie más. Sobre unos 47 millones de habitantes, no parece que las cosas vayan muy mal.

¿Es esto verdad…?

El pasado 9 de Septiembre el diario El País publicaba un reportaje que titulaba “1.270 búsquedas activas de desaparecidos en España”. De ser esto cierto, parece que alguien no dice toda la verdad.

¿Por qué esta exhaustiva contabilidad informativa de las mujeres asesinadas por sus parejas? y ¿porqué no existe tal para los hombres que también han sufrido alguna agresión conyugal? ¿Por qué en la actualidad solo Diana Quer ocupa a diario todos los noticiarios cuando las otras 1.269 personas desaparecidas también lo están? Detrás de esta flagrante discriminación ¿qué intereses hay…? Así las cosas, ¿no es esta una forma de “Violencia Mediática” que paradójicamente se viene a sumar a las que se pretenden ocultar?

No lo puedo callar. Me enciende por dentro cualquier tipo de arbitrariedad que no conceda igualdad de oportunidad a quien tiene el derecho constitucional y moral de ser como los demás. Y todavía me indigno más cuando esta parcialidad afecta al dolor de las personas. Dolor que para todos si es igual.

Desoladamente, una vez más, vengo a denunciar (sin la capacidad personal de resolver) una ilegalidad que como tantas otras solemos asumir sin rechistar, aunque si puedo aportar mi recomendación personal para gestionar una emoción de las más penosas para cualquiera que tenga algo de sensibilidad. En la crónica 107 de “Marathon-15%: 115 CLAVES DE SUPERACIÓN PERSONAL” titulada “El dolor” escribo:

“En el mundo de lo normal, nadie busca el dolor pero cuando viene pocos lo saben gestionar. ¿Será quizás porque consideramos al dolor como algo fuera de lugar, algo ajeno a nuestra vida y sin derecho a tenernos que visitar, algo en lo que mejor no pensar? El dolor, aun no querido, forma parte involuntaria de nuestra realidad por lo que ignorarlo poco ayudará a recibirlo bien preparados cuando se haga anunciar.

El dolor, como cualquier otra manifestación de lo que nos produce malestar, también es susceptible de entrenar para minimizar unos efectos negativos que no debieran comprometer en exceso ningún resultado final…”

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

LOS JUEGOS PARALÍMPICOS… SIEMPRE ME LLEGAN A INQUIETAR

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No lo puedo evitar. Cada cuatro años, en Septiembre, me debato en una maraña de dudas sobre la legitimidad moral de los Juegos Paralímpicos de verano, un reciente espectáculo deportivo bendecido por la sociedad actual que, en aras de la defensa ciega de la igualdad universal, puede que esté confundiendo algunos límites de la ética personal.

Lo primero es aclarar que, en mi convencida opinión, no debiera haber ningún tipo de discriminación personal relacionada con la minusvalía física o la mental y a partir de aquí cada cual debe contar con la libertad de utilizar su vida como elija en un entorno de respeto social. Pero lo dicho es tan general que, si atendemos a lo particular, podemos identificar tantas excepciones que a uno le llegan a marear.

Pongamos un ejemplo… ¿es lícito el boxeo…? Según lo anterior podríamos asegurar que si, cuando los contendientes acceden a enfrentarse en un ring libremente desde el ejercicio de su responsabilidad. Pero, ¿es un espectáculo que todo el mundo llega a entender…? ¿qué decir de las frecuentes lesiones cerebrales…?, ¿y si algún púgil fallece…? ¿Es lícito mirar a otro lugar o los demás tenemos en esto alguna responsabilidad?

Veo en mi televisor a esos singulares deportistas disminuidos física o mentalmente en el mismo Rio de Janeiro que un mes antes congregó a lo más granado del deporte mundial y no puedo olvidar la curiosidad que siempre ha tenido la sociedad por mirar a quienes nacieron diferentes o que algún avatar de la vida les privó de la normalidad. Lo raro tiene algo de especial que no todos lo entienden por igual. Lo raro puede llevar a la comprensión más natural pero también al morbo más callado, avieso y sin piedad (que lo hay). Nuevamente… ¿es lícito mirar a otro lugar o los demás tenemos en esto alguna responsabilidad?

Más allá de estas inquietantes consideraciones de difícil consenso y resolución, es indudable que los deportistas paralímpicos son ejemplo para los demás de superación personal, no por su minusvalía, pues en este sentido para mí no se distinguen del resto de deportistas que buscan constantemente mejorar. Unos y otros miran a sus límites como horizonte hacia el que caminar. Sus límites son los que dan sentido a sus vidas pues les definen, clara e ilusionadamente, hasta donde pueden llegar.

En “Los límites”, la Crónica 108 de Marathon-15%: 115 CLAVES DE SUPERACIÓN PERSONAL, escribo…

“Límites, siempre hay, pero hasta donde alcanzan es lo que merece la pena averiguar. Solo así es posible descubrir las capacidades de cada cual, siendo precisamente estas las que nos permiten progresar. Desconocer cuál es el límite personal en cada área importante de la vida es tanto como deliberadamente obviar las posibilidades que nuestro potencial nos da, resignándonos a representar una vida a medio gas.

Para saber hasta dónde podemos llegar solo hay una manera de actuar y es explorar. Inspeccionar lo que parece queda lejos de nuestro alcance pero cuenta con alguna posibilidad, porque en la tentativa está la sorpresa y en la sorpresa la gratificación de lo que nunca hubiéramos creído conquistar…”

Saludos de Antonio J. Alonso