LOS JUEGOS PARALÍMPICOS… SIEMPRE ME LLEGAN A INQUIETAR

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No lo puedo evitar. Cada cuatro años, en Septiembre, me debato en una maraña de dudas sobre la legitimidad moral de los Juegos Paralímpicos de verano, un reciente espectáculo deportivo bendecido por la sociedad actual que, en aras de la defensa ciega de la igualdad universal, puede que esté confundiendo algunos límites de la ética personal.

Lo primero es aclarar que, en mi convencida opinión, no debiera haber ningún tipo de discriminación personal relacionada con la minusvalía física o la mental y a partir de aquí cada cual debe contar con la libertad de utilizar su vida como elija en un entorno de respeto social. Pero lo dicho es tan general que, si atendemos a lo particular, podemos identificar tantas excepciones que a uno le llegan a marear.

Pongamos un ejemplo… ¿es lícito el boxeo…? Según lo anterior podríamos asegurar que si, cuando los contendientes acceden a enfrentarse en un ring libremente desde el ejercicio de su responsabilidad. Pero, ¿es un espectáculo que todo el mundo llega a entender…? ¿qué decir de las frecuentes lesiones cerebrales…?, ¿y si algún púgil fallece…? ¿Es lícito mirar a otro lugar o los demás tenemos en esto alguna responsabilidad?

Veo en mi televisor a esos singulares deportistas disminuidos física o mentalmente en el mismo Rio de Janeiro que un mes antes congregó a lo más granado del deporte mundial y no puedo olvidar la curiosidad que siempre ha tenido la sociedad por mirar a quienes nacieron diferentes o que algún avatar de la vida les privó de la normalidad. Lo raro tiene algo de especial que no todos lo entienden por igual. Lo raro puede llevar a la comprensión más natural pero también al morbo más callado, avieso y sin piedad (que lo hay). Nuevamente… ¿es lícito mirar a otro lugar o los demás tenemos en esto alguna responsabilidad?

Más allá de estas inquietantes consideraciones de difícil consenso y resolución, es indudable que los deportistas paralímpicos son ejemplo para los demás de superación personal, no por su minusvalía, pues en este sentido para mí no se distinguen del resto de deportistas que buscan constantemente mejorar. Unos y otros miran a sus límites como horizonte hacia el que caminar. Sus límites son los que dan sentido a sus vidas pues les definen, clara e ilusionadamente, hasta donde pueden llegar.

En “Los límites”, la Crónica 108 de Marathon-15%: 115 CLAVES DE SUPERACIÓN PERSONAL, escribo…

“Límites, siempre hay, pero hasta donde alcanzan es lo que merece la pena averiguar. Solo así es posible descubrir las capacidades de cada cual, siendo precisamente estas las que nos permiten progresar. Desconocer cuál es el límite personal en cada área importante de la vida es tanto como deliberadamente obviar las posibilidades que nuestro potencial nos da, resignándonos a representar una vida a medio gas.

Para saber hasta dónde podemos llegar solo hay una manera de actuar y es explorar. Inspeccionar lo que parece queda lejos de nuestro alcance pero cuenta con alguna posibilidad, porque en la tentativa está la sorpresa y en la sorpresa la gratificación de lo que nunca hubiéramos creído conquistar…”

Saludos de Antonio J. Alonso

4 respuestas a «LOS JUEGOS PARALÍMPICOS… SIEMPRE ME LLEGAN A INQUIETAR»

  1. “Lo raro puede llevar a la comprensión más natural pero también al morbo más callado, avieso y sin piedad”.

    Me ha siempre impactado la historia de Joseph Merrick, el llamado “hombre elefante”.
    Si alguien ha conseguido traspasar limitaciones – que no evitar el sufrimiento – creo que es él.

    También en su momento fue convertido a un espectáculo, morboso donde los hay, y sin embargo, extrañamente, eso también le ayudó.

    1. Michel, como indico en mi artículo, este es un tema “de difícil consenso y resolución”. De ahí mi inquietud y no mi condena, pues en este caso no acierto a perfilar los límites entre la moral y la libertad…

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