Nacer para Vender

Muchos piensan que para vender hay que nacer pero yo opino que nacemos para vender.

Mi primer trabajo oficial aconteció, una vez finalizados mis estudios universitarios, cuando fui contratado para desarrollar funciones comerciales en la oficina principal de una conocida entidad financiera en el centro de Valencia. Hasta la fecha nunca había vendido profesionalmente o de ninguna otra forma y la verdad, ni me sentía preparado para ello (no conocía nada acerca del mundo financiero y mucho menos sobre el comercial) ni mi idiosincrasia (tímido e introvertido) se ajustaba al perfil ideal que requería el puesto laboral, por lo que la confianza en el éxito de mi futuro no era muy elevada. A los tres meses conseguí abrirle una cuenta de nueve cifras (en antiguas pesetas, claro) a El Corte Inglés y una semana más tarde me nombraron director de una sucursal urbana. Tras ella vinieron otras cinco cada vez mayores y luego una dirección provincial. Siempre vendiendo. En 2002 reorienté satisfactoriamente mi trayectoria profesional hacia el Business Coaching, cuyos servicios ahora también debo seguir vendiendo.

Continúo siendo la misma persona tímida e introvertida de siempre y no creo conocer muchas más técnicas de venta que cuando comencé, aunque reconozco que la experiencia me ha facilitado un poco la mejora.

Mi caso, en realidad, no es muy diferente al de tantos otros profesionales que han obtenido éxitos comerciales sin estar predestinados a ello. ¿Dónde está entonces la explicación?

Yo creo que para vender en el mundo profesional, ni se nace ni uno se hace, pues la venta (en todos los sentidos) es un ejercicio obligado en el conjunto de nuestra vida. Desde que nacemos y debemos convencer a unos extraños (luego los llamaremos padres) para que nos alimenten justo cuando tenemos hambre, hasta que morimos y dejamos en manos de otros (nuestros hijos) el que queremos sea el destino final de nuestros huesos. Entre los padres y los hijos, todas las demás personas que hemos conocido han sido objeto de nuestras ventas personales.

Nacemos para vender pues todo en la vida es una necesaria transacción constante, que nos obliga a establecer millones de acuerdos ganar/ganar para obtener lo que queremos. Todos vendemos en cada momento sin normalmente saberlo y lo hacemos efectivamente porque, de una manera u otra, hemos desarrollado inconscientemente técnicas comerciales muy personales que adecuamos a nuestra particular idiosincrasia para avanzar hacia la consecución de nuestros propósitos.

Todos sabemos vender, pues de lo contrario no sobreviviríamos. Por tanto, si en nuestra vida tenemos los ejemplos que lo demuestran, hay que buscarlos y re-aprender de ellos.

El primer día que tuve que vender en la calle los productos financieros del banco en que comenzaba a trabajar me di cuenta de ello y desde entonces no lo he olvidado… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro