Vivir… ¿serena o apasionadamente?

Vivir serena o apasionadamente

Si la madurez tiene algo de positivo es que, llegados a ella (pues antes sería un despropósito), nos permite poder responder a la pregunta que titula este artículo. Claro, eso siempre que nos la lleguemos a formular, pues hay quien finaliza sus días tal y como los comenzó, en una eterna infancia ajena a cualquier responsabilidad.

Volviendo al título mencionado, es evidente que la interpelación excluyente que este propone no es exactamente la que en la práctica se ajusta más a la realidad, pues caben múltiples matices de elección entre los dos extremos señalados (pasión o serenidad). Sin embargo y con independencia de la situación finalmente escogida en nuestro dial vital, de manera natural solemos encontrarnos más cerca de un lado que del otro y en esto influirá decisivamente la idiosincrasia de cada cual.

Así las cosas y para simplificar mi análisis me referiré a los dos términos opuestos utilizados en el encabezamiento aun a riesgo de recibir las sugerencias de algunos lectores impulsivos que no hayan reparado en el párrafo anterior y me trasladen, con toda su buena intención pero despistadamente, los tradicionales… no todo es blanco o negro o también, en el centro está la virtud. Lo asumo con resignada estoicidad.

Continuando entonces, diré que defiendo la idoneidad de perfilar una toma responsable de postura sobre el estilo de vivir (lo de implantarla es otro cantar), pues esta decisión determinará nuestras bases troncales de actuación vital. Por comenzar desde lo más sencillo y esquemático, es evidente que optar por la serenidad obligará a un mayor conservadurismo actitudinal asumiendo menos riesgos en cada situación, lo que nos llevará a minimizar los fracasos pero también a limitar los éxitos. Por otra parte, elegir el apasionamiento como estilo de vida nos instalará irremediablemente en el frenesí de una montaña rusa del que podremos esperar grandes sensaciones, jugando a la lotería de que las positivas a las negativas puedan superar.

Pero la elección entre serenidad o apasionamiento como estilo de vida a desarrollar, siendo conveniente y hasta necesaria, en realidad no es tan sencilla como esta esquematización a dos simples palabras pueda parecer, pues tiene mucho de estructural (de nuestro temperamento) y menos de coyuntural (de nuestro carácter), lo que nos complica sobremanera el proceso efectivo que nos lleve a cambiar. Aun así, siempre recomendaré (por experiencia propia, lo confieso) que los pasionales se serenen y que los serenos se apasionen, todos buscando ese equilibrio que les genere mayor bienestar…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro