“¡La mejor película musical de todos los tiempos!”… y dos

El 13 de febrero de 2019 escribía… “¡La mejor película musical de todos los tiempos!”, a propósito de su programación en “La 2”. No han transcurrido ni dos años para que de nuevo la podamos (mejor, debamos) ver hoy en televisión (también en “La 2”).

Como continuación de lo escrito entonces sobre “West Side Story” (R. Wise y J. Robbins-1961), quiero reiterar mi admiración por el creador de su partitura: el incomparable Leonard Bernstein, todo un ejemplo de acertada evolución de la escritura musical adaptada a su tiempo y al gusto del espectador.

En repetidas ocasiones he denunciado el doloroso divorcio entre la casi generalidad de los compositores contemporáneos y el público, en una sinrazón ya secular que les lleva a la creación de obras indigeribles con el pretexto de la libertad y la exploración. Pretexto que esconde posiblemente la incapacidad por mejorar lo anterior y la cobardía de reconocerlo, vistiendo ropajes de elitista erudición.

Algo que caracteriza a la historia de la composición es, en cualquier tiempo anterior, su cercanía con el acervo popular representado por las piezas del folclore que en cada región han constituido la esencia de su cultura y la identidad de su población. Bernstein no traicionó esa herencia que tan bien cultivaron Bach, Haendel, Haydn, Mozart, Beethoven, Brahms, Mahler o Strauss (también Falla o Albéniz, en lo nacional) y tomó lo mejor de la música americana de su generación (cuyo máximo exponente entonces era el Jazz) para crear obras plenas de actualidad, calidad y lo más importante, el favor de un público ansioso por escuchar algo nuevo que también le llegase a emocionar sin la humillante sensación de no estar a la altura de lo que algunos proponen como música culta actual, contagiados por un virus sin corona pero quizás peor: el virus de la cerrazón.

Imposible no vibrar con las inspiradísimas notas de la intemporal “West Side Story” en la sala de conciertos, en el cine o en el televisor. Algo que todos buscamos y que parecen olvidar esos obcecados compositores que desde hace un siglo no nos tienen la más mínima consideración…

-Pinchando en la imagen superior se puede acceder al documental sobre la célebre grabación de la obra que para Deutsche Grammophon dirigió en 1984 el propio Bernstein a Kiri Te Kanawa, José Carreras, Tatiana Troyanos, Kurt Ollmann y Marilyn Horne-

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.