“Doña Francisquita”, otro Réquiem en Les Arts

Por el humo se sabe dónde está el fuego y así mucho me temo que, en la “Madama Butterfly” que el próximo mes de Diciembre nos presentará Les Arts, podremos escuchar a Pinkerton cantar “Nessun Dorma” y “Vissi d´arte” a Cio-Cio San.

Tras la versión deconstruida del “Réquiem” (Mozart-1791) que vino a inaugurar la presente temporada, ahora le ha tocado a “Doña Francisquita” (A. Vives-1923) ser objeto de una desnaturalización tal que no la reconocería ni el padre musical que la… concibió, ni por supuesto los libretistas (Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw) en su esfuerzo por escribir una trama coherente, entendible y de calidad.

Una de las características de la Zarzuela es que incorpora partes habladas que complementan a las cantadas, tal y como ocurre en la Opereta francesa o el Singspiel alemán. Canto y declamación son indisociables en estas obras pues lo que el primero tiene de arte musical, la segunda le da sentido al vertebrar la historia que se nos quiere contar. Eliminar los diálogos en estas obras las convierte en una sucesión de números musicales carentes de línea argumental.

Pues bien, al director de escena Lluis Pascual se le ha ocurrido eliminar los parlamentos de la versión de “Doña Francisquita” que ayer presenciamos en Les Arts, cayendo en una contradicción al verse obligado a inventar un personaje (encomendado al no culpable actor Gonzalo de Castro) que los sustituyese por otros suyos, claro está, de mucha peor calidad. Hasta tal punto llegó la paradoja que, en repetidas ocasiones, el personaje de Doña Francisca (madre de la protagonista) se refiere a que el público no entenderá nada si se eliminan los diálogos, lo que no deja de ser toda una subliminal confesión de fracaso por parte de Pascual.

A partir de esta nueva violación de la obra autoral todo lo demás queda ensombrecido por esta ilegalidad y por tanto, dolido de nuevo por tener que pagar una entrada para presenciar algo que no se corresponde con el título original, no me merece la pena hablar de nada más, excepto que lo más aplaudido fue el impostado cameo de Lucero Tena al tocar el Fandango con sus castañuelas en medio de la representación (ver aquí), tan campante, garbosa, entrañable y vestida de particular…


Aunque se trate de una selección, una recomendable grabación de 1979 en disco de vinilo de “Doña Francisquita” fue editada por Hispavox, en la que Pablo Sorozábal dirigía a la Orquesta de Conciertos de Madrid y al Coro Cantores de Madrid junto a Teresa Tourné, María Reyes Gabriel, Pedro Lavirgen, Julio Catania y Segundo García.