El “feminismo radical” llega al Real, pero no al Liceo ni a Les Arts

Que… “es peor el remedio que la enfermedad” lo constata la kafkiana situación a que hemos llegado en la defensa de los derechos de igualdad entre mujeres y hombres, algo que es aceptado mayoritariamente en esta sociedad, pero cuyas tortuosas vías de acceso reclaman con urgencia sensatez y un golpe de racionalidad.

Muchos son los ejemplos que podrían ilustrar el desbocado integrismo del “feminismo radical”, que invade de condicionamientos desproporcionados a todos los estamentos, tanto públicos como privados y lo que es peor, también a la mente de cada cual. El terror a “quedar mal” se ha instalado en nuestra sociedad, circunscribiendo la manifestación del libre pensar al silencio preventivo o a la repetición resignada del discurso oficial.

Pero aún es más, esta atravesada realidad genera despropósitos como el que Paco Azorín (director de escena) manifestó en declaraciones a Radio Nacional de España con motivo del estreno en el Teatro Real de Madrid de “Medea” (L. Cherubini-1797). En el programa “Por tres razones” del pasado 18/09/23 (https://www.rtve.es/play/audios/por-tres-razones/medea-opera-teatro-real-madrid/6970746/), respecto del asesinato a sus dos hijos cometido por Medea para vengarse del padre Jasón, Azorín expresaba esto de manera textual:

“…No podemos justificar esa solución, la violencia no tiene sentido en ningún caso, PERO HAY QUE ADENTRARSE EN EL CORAZÓN DE MEDEA E INTENTAR ENTENDER SU FUNCIONAMIENTO, EL PORQUÉ LA VIOLENCIA CONTRA SU DESCENDENCIA PUEDE SER LA SOLUCIÓN…”

Es evidente la flagrante contradicción entre el cabal preámbulo (en minúsculas) y la inquietante reflexión (en mayúsculas), algo que al propio director le escuché ese mismo día en otro programa de RNE, por lo que no se trata de una equivocación, sino más bien el reflejo de una disparatada actualidad que extrema hasta lo improcedente una reivindicación feminista que se ha llegado a desnaturalizar.

La casualidad ha propiciado que el Gran Teatro del Liceo y el Palau de Les Arts arranquen sus temporadas con sendas obras de P. I. Chaikovski… “Eugenio Oneguin” (1879) y “La dama de picas” (1890) respectivamente, lo que no es habitual. En la primera hay un duelo entre Oneguin y Lenski que propicia la muerte de este, algo que no dará que hablar al “feminismo radical”, pues solo las muertes de mujeres despiertan su belicosidad. En “La dama de picas”, Hermann y Lisa se suicidan, un empate mortuorio e individual que parece alejar la violencia machista del punto de mira de quienes solo defienden a una mitad de la humanidad.

¿En qué patíbulo estaría ahora Paco Azorín de haber sido Jasón el asesino filial…?

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