El Espejo de la Madre de Blancanieves

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Instalados en el siglo XXI, parece que ya todo está estudiado y se sabe del comportamiento del consumidor. El Marketing ha llegado a radiografiar todas nuestras motivaciones e identifica, aun antes que nosotros mismos, aquello que vamos a comprar.

No obstante, he descubierto algo que todos adquirimos al menos una vez en nuestra vida y queda oculto para quienes nos quieren analizar. Lo comercializan en unas tiendas que pertenecen a la conocida franquicia llamada La Tienda de la Madre de Blancanieves, cuyo único producto son los Espejitos Mágicos, eso sí, de todos los tamaños y formas que podamos imaginar.

En un momento determinado de nuestra vida (cada cual el suyo), todos entramos en una de esas tiendas con el deseo de comprarnos nuestro Espejo de la Madre de Blancanieves para transitar por toda nuestra vida mirando cada día la imagen que nos quiere reflejar.

Pero… ¿qué imagen nos refleja? Pues sencillamente aquella que anhelamos ver de nosotros mismos y que nos perfila un retrato de nuestra persona que ni el mejor de los fotoshopes que pudiéramos imaginar. Esa imagen que se ajusta a la idea de la persona que nos gustaría ser y que, casi con seguridad, nunca llegaremos a conquistar. ¿Por qué?. Porque no tiene sentido cambiar si lo que vemos todos los días en nuestro Espejo de la Madre de Blancanieves nos gusta tanto como para asentarnos en la inmovlilidad…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Las Fallas y los Fallos

Cuanto puede variar el significado de una palabra si cambiamos una sola letra (“Fallas”, “Fallos”, “Fullas”, “Fillas”, “Fo…”).

Efectivamente, nuestro lenguaje es tan rico que permite múltiples combinaciones de letras sin cambiar mucho la fonética de las palabras.

El camino entre la descripción de las fiestas populares más famosas de España (“Fallas”) y los errores cometidos (“Fallos”) es tan corto que solo requiere modificar una letra.

El camino entre tu Situación Actual y tu Situación Deseada en la vida profesional y personal no es más largo que el anterior.

Normalmente nos enfrentamos a nuestros retos de mejora como los maratonianos lo hacen ante su próxima carrera, lo que nos genera una profunda sensación de agobio por el gran esfuerzo que nos espera, optando en muchas ocasiones por el abandono antes del comienzo mismo.

Esto no tiene mucho sentido pues, generalmente, no debemos cambiar tanto nuestros comportamientos como suponemos para alcanzar nuestras metas.

Es una realidad contrastada que las personas que dicen alcanzar frecuentemente sus objetivos no han seguido un proceso de cambio drástico en su personalidad, sino más bien han adecuado algunos comportamientos a las nuevas situaciones requeridas.

Es todo mucho más fácil de lo que parece, si somos capaces de identificar que debemos cambiar para no confundir Fallas con Fallos…

 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro