David Ferrer y Marathon-15%

Con David Ferrer en Atalanta2

Que el camino al éxito nunca se traza en descenso es lo que bien saben todos los que han triunfado en su vida y lo que mal suelen desconocer quienes les observan con admiración, creyendo que lo conquistado les fue regalado por mérito exclusivo del talento más que por su dedicación. Ningún genio sustituye al esfuerzo cuando lo que se persigue es ser el mejor. No hay atajos cuesta abajo cuando el premio está tan alto y es tan cautivador.

Uno de los motores que me mueven a afrontar Marathon-15% es demostrar en primera persona que puede más el empeño que cualquier otro tipo de condición. Que el éxito no admite sustitutivo al sudor y ello con independencia de cuanta sea la valía de quien pretende ser ganador. Que ser triunfador lo persigue todo el mundo, pero solo lo alcanza el tesón y la dedicación.

Si hay un triunfador que mejor pueda identificar su trayectoria deportiva con los valores de Marathon-15% nunca he dudado que ese es David Ferrer, todo un ejemplo de compromiso profesional y de pundonor al servicio de un ideal, de una ambición, del deseo de ser el mejor sin serlo pero para todos los demás llegar a parecerlo, pues nada es más admirable que la lucha y el tesón. Cuando David gana a Goliat vence la voluntad sobre la superioridad y eso siempre ha sido ejemplo de valor. El valor que atesora un deportista que a la edad en la que otros se dejan llevar hacia un retiro tentador, él manifiesta que no ha perdido la ilusión y que por ello sigue entrenando para continuar siendo el gladiador que todos conocemos y ponemos como el mejor ejemplo de superación.

Estos días, compartiendo centro deportivo y tiempo de entrenamiento con David, quiero pensar que los más de veinte años de edad que nos separan y nos instalan en una diferente generación no son suficientes para que uno y otro participemos de un mismo propósito, el de conseguir en el mañana un éxito que nadie nos regaló…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

El porqué de la Superación Personal

Superación Personal

Quien no lea este artículo por considerar que es ajeno a todo eso de la Superación Personal, le pido confianza y generosidad pues puede que cambie de idea al llegar al final.

Si partimos de algo incuestionable como es eso de que quedarse como uno está evita esfuerzo y dificultad, parece difícil justificar la conveniencia de añadir más fatigas a las que la vida ya nos da. Eso mismo “piensan” los animales, ninguno da un paso de más y en su evolución así les va.

Pero la historia de la especie humana se caracteriza por millones de ejemplos de personas que apuestan por ir más allá sin ninguna seguridad de cuál será el resultado de ese actuar. De mujeres y hombres que no se contentan con detenerse y aceptar lo que la vida en cada momento les da, destinando gran parte de sus energías a una inversión ciega y sin garantía ninguna de retorno en forma de prosperidad. O ellos están locos o esto alguna justificación tendrá.

Por contestar (antes que a la justificación) a la posible locura de todos aquellos que se esfuerzan sin parar diré, sin dudar, que ellos son los únicos responsables del desarrollo humano y del bienestar que gozamos en la actualidad. Sin su contribución todavía estaríamos persiguiendo venados armados de óseos cayados y ataviados con peludas pieles que poco tienen que ver con la vestimenta actual. El hueso que en “2.001: Una odisea del espacio” (S. Kubrick-1968) arroja al cielo nuestro ancestro para convertirse en nave espacial tras escuchar el conocido Zaratustra de Richard Strauss, es la mejor elipsis cinematográfica de la historia sobre el progreso de la humanidad. Quien lo lanzó representó metafóricamente a todo aquel que no se conformó con solo cazar y buscó otra forma de vivir mejor, aunque para ello debiera cambiar.

La superación personal, para quienes la practican en su vida como línea de progreso existencial, no tiene mayor secreto justificativo que el que explican los dos motores básicos que tiran de cada cual: lo racional y lo emocional.

Lo racional, pues todo aquel que pretenda mejorar sabe que eso mayormente depende de él y no de la casualidad, cuya existencia nadie niega pero en una medida que normalmente no se torna decisional. Definir destinos y trazar caminos para llegar es la única fórmula demostrada de efectividad para avanzar. Lo racional justifica que apostemos hacia el futuro para lograr la superación personal.

Lo emocional también, pues no puede haber mayor satisfacción que la percibida cuando nos sentimos cada día mejor con nosotros mismos y con nuestro entorno relacional. Las impagables sensaciones vinculadas al proceso de luchar y de alcanzar no tienen igual, al premiar lo que según A. Maslow todos deseamos y es el reconocimiento propio y el de los demás, precisamente lo que nos lleva al sentimiento de autorrealización personal. Lo emocional genera los pagos en presente que ofrece la superación personal.

Marathon-15% es mi proyecto actual de superación personal y lo abordo desde la racionalidad de lo que es deportivamente muy exigente aunque posible y cabal, pero también desde la emocionalidad de sentirme ahora único en un reto que me puede llevar a establecer un primer record mundial a mi edad. Edad que no es una barrera para quienes como yo, ya no quieren parar…

Saludos de Antonio J. Alonso

¿Hay que estar muerto para ser superior…?

Don Giovanni

Cada primero de Noviembre, en el Día de Difuntos (Halloween nunca será para mí su denominación), tengo por costumbre escuchar el Don Giovanni (1787) de Mozart para celebrar su excelsa música y que yo estoy vivo mientras que el burlador no. ¿Quién de los dos es superior…?

El libreto de Lorenzo Da Ponte presenta la paradoja de la muerte en forma de misteriosa transmutación hacia lo superior. Al comienzo de la obra, Don Giovanni, experto espadachín y gran conquistador, da muerte fácil en duelo a Don Pedro (El Comendador). Al final, es Don Pedro (ahora El Convidado de Piedra) quien venido del más allá para cenar forcejea con Don Giovanni y logra fácilmente vencerlo arrastrándolo en vida hacia la muerte, su destino peor.

Yo no sé muy bien por qué razón cada vivo cuando muere adquiere poderes de superhéroe convirtiéndose en un ser superior. Quizás porque, de no ser así, el argumentario de toda la literatura y cinematografía universal de terror no tendría sentido al tener que presentar a los fantasmas huyendo cobardemente de los vivientes, como almas que lleva el diablo, presas de su temor. Pero, más en serio, es muy posible que el influjo de nuestra cultura judeocristiana basada en la eterna promesa de otra vida mejor nos lleve a asociar eso con llegar a ser superior. Por supuesto que esta reflexión es una pura entelequia, pues ningún muerto ha vuelto nunca para contarnos de todo esto su impresión.

Para mí el concepto vital de ser superior es el de quien es capaz de afrontar y resolver cotidianamente la difícil problemática que la existencia le presenta ajeno a la frustración, el desanimo y mucho menos a la resignación. Quienes de esta manera en su vida actúan son capaces de hacérsela a sí mismos y a los demás mucho mejor. Ser superior pasa por ser un luchador en este mundo nuestro implacable y retador, posiblemente muy distinto al limbo que habitan las ánimas en caso de que estas todavía tengan ánimos de superación.

Desconozco si cuando fallezca me convertiré en un ser superior y este puro desconocimiento, unido al de una indemostrable existencia posterior, me invita a no dejar para luego lo que creo que debo hacer hoy. Si de algo estoy seguro es de que ahora y hasta que me muera sigo siendo yo y el tiempo que me reste lo quiero emplear en ser mejor, en ser cada día por mí mismo un poco superior.

Por ello me embarco en proyectos como Marathon-15%, que me hagan sentir el paso acelerado de la sangre por mis venas en una suerte de coronaria reivindicación de que la vida es para escalarla en lugar de esperarla pacientemente y sin ilusión. Sí, en momentos como los de hoy me siento ser superior al plantarle cara a un complicadísimo reto que seguro me enseñará a resolver mejor los siguientes con denuedo y buena aplicación, pues yo no acepto bien estar sin propósitos ni ocupación.

Estar vivo nos ofrece a cada cual la oportunidad de ser superior pues el concepto no lo es frente a los demás sino aplicado a uno mismo, el verdadero destinatario de ese compromiso personal con su superación. Estoy convencido de que esto nunca lo entenderían los muertos y menos todavía un convidado de piedra a la vida llamado El Comendador…

Saludos de Antonio J. Alonso