La vida en zigzag

Si el avance de nuestra vida fuese lineal sería porque ya se habría descubierto el secreto para vivir sin fallar.

Los estudiosos de la historia de la ciencia han venido a determinar que esta no avanza en línea recta, sino dando quiebros o en zigzag. Los avances del saber no son siempre acumulativos pues muchas teorías inicialmente aceptadas luego son sustituidas por otras distintas que mejoran la explicación de la realidad. El método científico de la inducción (si algo pasa ahora, luego pasará) está permanentemente sometido a la equivocación, lo que explica la metodología de prueba y error como la más eficaz. El futuro no tiene porqué parecerse al pasado y en esa indefinición surge la necesidad de conocer mejor y más.

Nuestra vida no es muy distinta a la ciencia cuando aquella incorpora lo que define a esta, es decir, las ansias de mejorar. Entonces la vida progresa en zigzag. En cambio, cuando nos conformamos con lo que hay, la vida se queda detenida en un mismo lugar mirando al mundo pasar. Moverse o parar.

Quien considera que vivir no es aceptar sino buscar, estará dispuesto a imitar los movimientos de un can cuando rastrea un olor hasta llegar a donde está. Así es como lo encuentra, avanzando en zigzag. Asumir que el camino no es recto por derecho o necesidad es la mejor vacuna contra las frustrantes desilusiones sobrevenidas porque todo no nos sale como sería de esperar. Porque casi siempre debemos retroceder para avanzar. Porque vivir presenta dificultad y en vencerla se encuentra la clave de la felicidad.

Ninguna de las rutas actuales que ascienden a la cima del monte Everest es lineal…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Mi amigo y la adversidad

el-mas-alto-honor

Hace unos meses, de repente y sin avisar, a mi amigo le comunicaron que su vida ya no iba a ser igual. Que el presente se teñiría de marrón y el futuro de gris incógnita, alargándose lo que la cruzada que entonces comenzaba quisiera durar. Un horizonte indefinido que viene a cuestionar eso de “seguridad” social, porque todavía nos encontramos tan lejos de dominar a la Naturaleza en mucho de aquello en lo que nos quiere atacar. Y por si esto fuera poco, además todo es fruto de un azar que frecuentemente apunta a alguien sin más criterio que el de fastidiar. Esa extraña lotería de la cruel enfermedad que no precisa de comprar sus números para que te pueda tocar.

Mi amigo nunca ha sido un superman, quizás como tampoco lo somos los demás. Y así mi opinión sobre él siempre fue la de ser un hombre normal, alguien con sus peculiaridades pero sin nada especial a destacar que no fuera un valencianismo militante y a prueba del mayor huracán. Un tipo que vivía corrientemente en su particular cotidianeidad. Pero hoy ya no pienso igual y le considero especial. Especial por afrontar su malestar con una entereza que a mí y al resto de sus amistades nos ha llegado a conmover y a asombrar, tanto que en él ahora vemos alguien diferente que nunca lo habríamos podido sospechar. Sin desviar su mirada puesta al frente, ese frente de batalla cuyas balas se cuentan por cientos de grageas multicolores ingeridas que al final nadie sabe muy bien a donde apuntan y dan. Batalla química pero irremediablemente también mental. Alguien enfrentado sin cuartel a su adversidad.

Y una vez más ha tenido que llegar la Adversidad para aflorar lo mejor que una persona puede dar. Así le ocurre a la mayoría de la humanidad, pues en una vida normal parece que no hay razón para buscar en todos los rincones de nuestra personalidad eso que desconocemos valer y que nos puede acercar a la excelencia de un superman. Sin dudar, hoy mi amigo lo es y yo debo reconocer que no lo soy ni me puedo comparar… pese a tener un récord mundial.

Récord mundial que me quiso llevar a escribir “Marathon-15%: 115 CLAVES DE SUPERACIÓN PERSONAL“, en donde la Crónica 70 (“El probarse ante la adversidad”) viene a manifestar…

Hay algo que invariantemente ha sucedido desde la antigüedad y es que los mayores logros de la humanidad han germinado en momentos y situaciones enmarcados por la adversidad. Parece que solo lo mejor de nosotros mismos somos capaces de exteriorizar cuando las cosas van mal o en todo caso cuando nos cuestan más de lo que es normal. Y es entonces cuando nos solemos asombrar al comprobar cuál es nuestra medida y hasta donde podemos llegar, que siempre es mucho más allá...

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro