La vida en zigzag

Si el avance de nuestra vida fuese lineal sería porque ya se habría descubierto el secreto para vivir sin fallar.

Los estudiosos de la historia de la ciencia han venido a determinar que esta no avanza en línea recta, sino dando quiebros o en zigzag. Los avances del saber no son siempre acumulativos pues muchas teorías inicialmente aceptadas luego son sustituidas por otras distintas que mejoran la explicación de la realidad. El método científico de la inducción (si algo pasa ahora, luego pasará) está permanentemente sometido a la equivocación, lo que explica la metodología de prueba y error como la más eficaz. El futuro no tiene porqué parecerse al pasado y en esa indefinición surge la necesidad de conocer mejor y más.

Nuestra vida no es muy distinta a la ciencia cuando aquella incorpora lo que define a esta, es decir, las ansias de mejorar. Entonces la vida progresa en zigzag. En cambio, cuando nos conformamos con lo que hay, la vida se queda detenida en un mismo lugar mirando al mundo pasar. Moverse o parar.

Quien considera que vivir no es aceptar sino buscar, estará dispuesto a imitar los movimientos de un can cuando rastrea un olor hasta llegar a donde está. Así es como lo encuentra, avanzando en zigzag. Asumir que el camino no es recto por derecho o necesidad es la mejor vacuna contra las frustrantes desilusiones sobrevenidas porque todo no nos sale como sería de esperar. Porque casi siempre debemos retroceder para avanzar. Porque vivir presenta dificultad y en vencerla se encuentra la clave de la felicidad.

Ninguna de las rutas actuales que ascienden a la cima del monte Everest es lineal…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

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