110 razones para el Inconformismo

Reconozco que soy un “inconformista” visceral pues en mi infancia ya demostraba una marcada tendencia a cuestionar lo que mis mayores me proponían, muchas veces incluso sin saber bien las razones de ello. Luego, de joven, un añorado profesor me ayudó a buscar esas razones regalándome la mejor enseñanza que yo pudiera aprender nunca para caminar por la vida: “pregúntate siempre el porqué de todas las cosas antes de asumirlas”. Ahora, que ya soy mayor, jamás ahorro “porqués” aunque ello empine algo más la cuesta de mi vida.

Conformarse o no con algo depende de las respuestas que nos demos a las preguntas que nos formulemos, considerando que “conformidad” y “asunción” no son lo mismo ni deben necesariamente caminar siempre juntas. Algunos diccionarios definen al “inconformista” como el que no acepta activamente algunos de los valores, normas y modelos de conducta de la sociedad en que vive. No obstante, también podríamos decir que se puede asumir algo sin necesariamente estar conforme con ello en una suerte de aceptación pasiva, como suele ocurrir normalmente con algunas leyes y decretos de ordenación social que, no siendo de nuestro agrado, las cumplimos.

Precisamente la actualidad española más reciente nos está brindando no pocos motivos para el inconformismo en forma de torrencial aguacero de discutibles normas gubernamentales limitadoras de nuestra capacidad de actuación (fumar clandestinamente, conducir cansinamente, navegar por Internet con cleptómana sensación, etc.), cuyos “porqués” no fácilmente encuentran respuestas convincentes para todos los implicados y configuran un preocupante panorama que cuestiona el donde deben posicionarse las fronteras en la actuación ejecutiva de los poderes públicos frente a la capacidad de elección del pueblo soberano.

selected.jpgEn “Selected”, recientemente publicado por Mark van Vugt y Anjana Ahuja, se defiende la teoría de que la subordinación en las personas es instintiva pues a lo largo de la evolución humana parece que nos hemos ido acostumbrando genéticamente a que alguien siempre nos “mande” lo que debemos hacer (desde el Jefe de la Tribu antes, hasta el Jefe del Gobierno hoy) y de esta manera subsidiaria nos manejamos mejor que cuando estamos obligados a generar todas las decisiones de nuestra vida (esto, de ser cierto, podría explicar la evidente escasez de verdaderos líderes naturales en todos los órdenes de la sociedad).

Manifestar inconformismo cuando entendemos que la razón nos asiste es la mejor opción para defender activamente nuestro criterio frente a algunas actuaciones cuestionables de los poderes institucionales y todavía lo es más cuando son tantas como 110 las razones que kilométricamente nos lo justifican… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro