Reflexiones sobre el Talento


Puede que el famoso Ser o no Ser… del dubitativo príncipe Hamlet no se refiriese al Talento, aunque muchos afirman categóricamente convencidos que su posesión es una cuestión de nacimiento, lo cual yo vengo a dudar.

Y tampoco pensaba así el talentoso y aclamado actor español José Mª Rodero (1922/1991) al afirmar…

El Talento no es un don celestial, sino el fruto del desarrollo sistemático de unas cualidades especiales

En efecto, el Talento nunca lo es o lo será desde el recreo inmovilista de las propias capacidades innatas pues precisa de un necesario desarrollo o progreso enriquecedor, cuyo carácter no puede ser aleatorio sino que requerirá de la insistencia paulatina y regular, tal y como nos propone el periodista y escritor Francisco Umbral (1935/2007)…

El Talento, en buen medida, es una cuestión de insistencia

Por tanto, sería conveniente desmitificar el Talento al tratarse de una cualidad (en lugar de un don) que puede ser bastante más corriente de lo supuesto y que necesita de la constancia para manifestarse y perfeccionar, según nos indica la británica Premio Nobel de Literatura Doris Lessing (1919/-)…

El Talento es algo bastante corriente, pues no escasea la inteligencia sino la constancia

Será otro escritor, el francés Honoré Balzac (1799/1850) quien avanzó por esta orientación al relacionar la constancia con el único motor capaz de activarla: la voluntad…

No existe gran Talento sin gran voluntad

Claro está que sin menospreciar al Talento, este no lo podemos confundir con el Genio, ahora sí, eso verdaderamente infrecuente tal y como el filósofo suizo Henry F. Amiel (1821/1881) nos lo viene a ilustrar…

Hacer con soltura lo que es difícil a los demás, he ahí la señal del Talento; hacer lo que es imposible al Talento, he ahí el signo del Genio

El Talento es condición necesaria para el Genio, aunque solo fuera por lo que nos revela el también Nobel de Literatura, André Gide (1859/1951) con ganas de ironizar…

Se necesita mucho Talento para hacer soportable un poco de Genio

Una de las manifestaciones más evidentes del tener Talento es la que viene asociada con el concepto de contención (de actos, gestos y palabras) que, en el aspecto verbal es si cabe más evidente, segúnel escritor romántico Mariano José de Larra (1809/1837) nos viene a apuntar…

El Talento no ha de servir para saberlo y decirlo todo, sino para saber lo que se ha de decir de lo que se sabe

Contención verbal que también deberá servir para disimular en algunas ocasiones la impericia oratoria, como el moralista francés Jean de la Bruyere (1645/1696) así nos lo viene a explicar…

Es una enorme desgracia no tener Talento para hablar bien, ni tenerlo para saber cerrar bien a boca

Pero volviendo al planteamiento hamletiano inicial, el Talento es evidente que nada tiene que ver con la supuesta rifa del destino, por más que muchos no talentosos atribuyan interesadamente siempre a la suerte el privilegio de poseerlo. El dramaturgo Jacinto Benavente (1866/1954) lo pensaba así al hilvanar los dos conceptos de manera magistral…

Muchos creen que tener Talento es una suerte. Pocos que la suerte pueda ser cuestión de tener Talento

Al final, podríamos concluir que desarrollar nuestro Talento nos puede permitir vivir mucho más de lo que nos toca, según ya dijo hace dos mil años el poeta romano Publio Siro apelando a la eternidad…

Así como el ignorante está muerto antes de morir, el hombre de Talento vive aun después de muerto

Sin duda, escribir como lo hicieron los autores antes citados parece que también es una cuestión de eso que llamaron Talento, que ellos mismos fueron capaces de cultivar y que les perpetuará por el valioso hecho de haberse esforzado en querer y conseguir hacer algo mejor que los demás… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Los 7+1 Hábitos de Covey

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Stephen R. Covey es uno de esos idolatrados personajes que tanto predicamento tienen en USA pues se dedican a “facilitar” el éxito a la gente, sin duda el primer mandamiento que a todo estadounidense le enseñan al nacer.

Como él, solo unos pocos han logrado tener presencia en los lugares de honor de las estanterías de las librerías de medio mundo, convirtiéndose en escritores récord en ventas y superando incluso a las estrellas más “bestsellerizadas” de la narrativa internacional. Es evidente que los tiempos cambian y el pragmatismo vital parece haber vencido al decimonónico concepto del Romanticismo, entendido este como el desprecio a la siempre cruda realidad en favor de una vida no materialista dedicada al espíritu, el arte y la belleza.

No obstante Covey, con ser hijo de su patria y de su tiempo, es uno de los pocos autores americanos que, alejado del estereotipo tan frecuente del tele-predicador “flower-power”, podemos leer sin sospechas de superficialidad ”yankee” en la mayoría de sus reflexiones.

De todas, sin duda su principal aportación a la explicación de los mecanismos que rigen el que podríamos definir como comportamiento práctico para desenvolverse exitosamente en la sociedad del siglo XXI, es la contenida en sus libros “Los 7 Hábitos de la gente altamente efectiva” y “El 8º Hábito”. Obras (sobre todo la primera) que van más allá de la mera fabulación, anclándose en investigaciones y estudios académicos que prestigian sus reveladoras conclusiones sobre el autoliderazgo.

Según el autor, “Los 7 Hábitos de la gente altamente efectiva” son:

1º- Sea proactivo: Actúe o los demás lo harán por usted.

2º- Comience con un fin en su mente: Busque sus destinos identificando su misión personal.

3º- Establezca primero lo primero: La vida es una cuestión de prioridad, no de tiempo.

4º- Pensar en ganar/ganar: El ganar/perder nunca ofrecerá continuidad, agotándose en sí mismo.

5º- Primero comprender y luego ser comprendido: Escuchar antes que hablar es la fórmula de la comunicación empática.

6º- Fomentar la sinergia: La cooperación creativa logra que, uno más uno sean tres.

7º- Afilar la sierra: Solo la mejora continua garantiza hacer lo mismo con menor esfuerzo.

“El 8º Hábito” nos habla de cómo interrelacionar adecuadamente el cuerpo, el corazón, la mente y el espíritu a partir de las necesidades, las pasiones, el talento y la consciencia.

Ni que decir tiene que las propuestas del Dr. Covey no son nuevas pues tampoco lo es el Hombre como tal, objeto de intensa reflexión filosófica a lo largo de los últimos milenios. Como todas, la riqueza de sus aportaciones se encuentra en la particular combinación que nos propone de actitudes y conductas ya conocidas y su adecuación a la tipología de sociedad actual.

Buscar respuestas absolutas a las preguntas absolutas que se plantea el Ser Humano siempre será un error por cuanto el conocimiento solo avanza cuando las preguntas nos quieren llevar a otras preguntas para conformar un largo camino, el de la sabiduría, cuyo final siempre será indeterminado.

Recomiendo positivamente la lectura de estas dos obras, aunque advierto que por más que busquemos nunca encontraremos en ellas (ni en ninguna otra más) esa soñada y constantemente anhelada “varita mágica” que nos resuelva sin esfuerzo el eterno problema de vivir felizmente nuestra propia vida… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Jerarquía, Redarquía y Política


Jerarquía, en su acepción social, podríamos definirla como el orden que se establece entre las personas a partir de una única línea de cadena de mando. El ejemplo más evidente es el que define y caracteriza a la estructura militar.

El neologismo Redarquía todavía no aparece con normalidad en los diccionarios aunque, buscando un paralelismo con el vocablo anterior, podríamos decir que atiende al orden que se establece entre las personas a partir de varias líneas de cadena de mando entrelazadas de forma cruzada entre sí (a la manera de un arte de pesca). Por ejemplo, la configuración de trabajo participativo en la creación y desarrollo de los programas informáticos de código abierto lo definiría perfectamente.

Por su parte, la Política es la actividad humana que trata del gobierno de la sociedad a partir de la acción del Estado, entendido este en sus múltiples versiones geográfico-administrativas (nación, región, municipio, etc.). Por tanto, es evidente que la Política deberá organizar y organizarse a partir de algún sistema de distribución de mando y competencias.

Es un hecho contrastado que históricamente los colectivos sociales, en cualquiera de sus manifestaciones, han estado estructurados de forma jerárquica, asumiendo esa herencia primitiva de la ley del más fuerte que ha reinado secularmente en la Naturaleza y ya protagonizaba la vida de nuestros primitivos ancestros. El paso de los siglos no ha logrado cambiar mucho esta situación, pues la Jerarquía va indisolublemente asociada al Poder y este a los deseos más profundos del ser humano por conseguirlo y perpetuarlo (¡…mi tesoooro…!).

redarquia1.jpgPues bien, la aparición de un nuevo concepto de interacción organizativa social (también puede ser empresarial, deportiva, etc.) que descentralice el Poder jerárquico se ha comenzado a demostrar como posiblemente más eficiente, pues así ha ocurrido en aquellos pocos reductos donde se ha logrado practicar y no ha sido limitada por el mismo Poder (casos de éxito como Google o el F.C. Barcelona lo atestiguan).

De todo ello seguramente no deben ser conocedores aún los partidos políticos cuya propia estructura organizativa es tan férrea y endogámicamente jerárquica que genera tales despropósitos como que la actual campaña electoral para la elección de gobiernos autonómicos y municipales en España está siendo, una vez más, protagonizada mediáticamente por sus primeros directivos nacionales cuyo discurso de ámbito nacional, tan alejado de los temas domésticos que nos ocupan y preocupan, bien podría servir exactamente para las elecciones generales del próximo año, aunque estas no lo sean.

Un sistema redárquico de regulación interna en los partidos políticos propiciaría que fueran principalmente los candidatos locales aquellos quienes tomasen el protagonismo de la presente campaña (la suya), trasladando sus propuestas programáticas locales y específicas de mejora a sus electores. Precisamente lo que se vota en estos comicios.

Al final, no puede haber mayor paradoja que la propiciada por quienes se nos muestran repetida y cansinamente en los espacios electorales de todos los telediarios nacionales y que finalmente nunca son los que aparecen en las listas electorales locales y a quienes finalmente solemos elegir sin apenas conocer, precisamente por que todos sabemos que ellos solo son peones en una estructura jerárquica que siempre les dictará lo que deben y pueden hacer… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro