Re-flexiones… 34

“Si comienzas con certezas, terminarás con dudas; mas si aceptas empezar con dudas, llegarás a terminar con certezas”

Sir Francis Bacon

El Coaching y la Ópera

curso-opera.jpgTres meses después de su esperado comienzo, acabo de finalizar con gran satisfacción “Historia y Apreciación de la Ópera”, el emocionante y revelador curso impartido con sentido y sensibilidad por el erudito profesor Gabriel Menéndez Torrellas que me ha permitido, sobre todo, abrir de nuevo mis perspectivas musicales hacia los desacostumbrados e inexplorados terrenos del a-condicionamiento mental y el des-prejuicio estético.

Si muchos eran los aspectos interesantes que inicialmente planteaba esta propuesta formativa, uno de los principales sin duda para mí radicaba en el hecho de que el musical paseo histórico propuesto irremediablemente abocaría al siglo XX, centuria a la que operísticamente todavía no he llegado pues confieso públicamente que apenas he logrado rebasar conceptualmente el XIX. Mi venerado Wagner y poco más se ha configurado en mí caso como barrera infranqueable desde hace ya algunos años, realidad de la que sinceramente no puedo enorgullecerme si lo que pretendo es evolucionar estilísticamente para no desaprovechar lo que me resta por disfrutar de lo que me queda por conocer.

Si hay un principio que respeto, albergo y defiendo de los hechos artísticos (música, pintura, escultura, literatura, danza, cinematografía, etc.) desde hace muchos años es aquel que proclama que la calidad de toda obra de arte no puede medirse sólo y simplemente en función del agrado que nos produzca, pues el buen gusto requiere siempre de la comprensión y esta del conocimiento a partir de su formación. Llegados aquí es cuando entonces podrá reinar soberanamente la capacidad de juicio, interpretación y elección, prevaleciendo por tanto así la sabia humildad del ilustrado frente a la analfabeta soberbia del ignorante (asegurar que un cuadro de Miró podría ser pintado por cualquier niño es la mayor demostración de arrogancia y miopía cultural que pueda exhibirse).

Los más de 400 años transcurridos desde el nacimiento de la Ópera con L´Euridice (1.600) de Jacobo Peri y L´Orfeo (1.607) de Claudio Monteverdi no deberíamos permitir se reduzcan solo a 300, por mucho que nos empeñemos en condenar los últimos y evidentemente más exigentes 100. Siglo sin duda formalmente inclasificable por su empeño en romper con todas las reglas y condicionamientos musicales precedentes en beneficio de una total libertad creativa, aun a disgusto de la mayoría de su escéptico público contemporáneo.

¿Por qué me sigue apasionando visceralmente la Ópera tras 30 años de rendida afición…? (ver… Music-tiones). Pues, entre tantas otras profundas emociones por ella provocadas, porque esconde sorpresas que todavía no he logrado descubrir y que me plantean un futuro pleno de estimuladores retos sensoriales hacia la superación. Superación que solo conseguiré si soy capaz de movilizar sin prejuicios mis propios paradigmas, desposicionándome musicalmente de mi actual y con seguridad falsamente confortable ubicación.

interrogante.jpgAbordar nuestra presente realidad desde la sincera asunción de la posible caducidad de muchos de nuestros planteamientos vitales es el punto de partida del Coaching, que huye de los maximalismos inmovilistas para buscar la inteligente agilidad de quienes apuestan por la aventura del cambio como frontera hacia lo mejor.

El Coaching como herramienta de desarrollo humano integral es imbatible frente a otras disciplinas de mejoramiento personal y profesional si no es traicionado uno de sus predicamentos troncales: el “desposicionamiento”. O lo que es lo mismo, el necesario ejercicio de movimiento continuo para lograr salir de la muchas veces narcotizante y equívoca zona de comodidad vital que fácilmente nos construimos y en la que nos solemos instalar.

Si admitimos que las soluciones a nuestros problemas se encuentran preferentemente en cada cual y no necesariamente en los demás o lo demás, cada uno podrá optar a ellas solo si es capaz de no renunciar a observar su vida desde todas las perspectivas posibles, aquellas que le permitan llegar a descubrir las caras más ocultas de su Razón y de su Emoción.

Razón en la que se apoya el Coaching para también contribuir a facilitar, a quien con valentía e ilusión se lo proponga, recorrer el apasionante camino para encontrar en la Ópera Contemporánea toda su Emoción…

 

Saludos de Antonio J. Alonso

Lo Educado y lo Adecuado

 

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En estas fechas que corren he tenido la feliz oportunidad de compartir una Cena Aniversario de lo que fue mi añorada clase de preescolar y que luego sería de Enseñanza General Básica, ahora que casi todos sus alumnos hemos cumplido los 50 (pues algunos lamentablemente fallecieron ya).

Tras casi 40 años sin habernos visto muchos de los presentes, pasamos entre recuerdo y recuerdo una agradable reunión animada por las comparaciones entre el ayer y el hoy y las inevitables risas y chanzas sobre lo despejado o blanco de las cabezas de algunos y los kilos de más en las cinturas de otros, constatable realidad que obligó a más de uno a tenerse que identificar convenientemente ante las serias dificultades planteadas para ser reconocido por los demás.

Los tiempos cambian y en el sentir de todos (la mayoría, padres), una misma constatación: ¡ya no se educa como antes! Frase que lleva siendo repetida generación tras generación sin solución de continuidad y también, hay que decirlo, sin ninguna perspectiva temporal más allá de la estrictamente personal. Es evidente que nunca se educará como antes, pues no tendría sentido mantener algo mientras cambia todo lo demás. Otra cuestión distinta será que el sistema educativo actual no nos satisfaga y entendamos deba ser modificado para mejorar.

Es una realidad histórica y personalmente constatada que, incluso finalizando ya la década de los ´60 del siglo pasado, el reino del terror gobernaba la mayoría de los colegios religiosos de la España tardofranquista haciendo bueno aquello de… “la letra con sangre entra”, como alguna que otra cicatriz de mi cabeza así podría demostrar. Partiendo de esa base, poco de lo que ocurrió en las aulas pudo ser académicamente bueno y menos la educación recibida, al margen de algunos nostálgicos y sentimentales recuerdos personales que cada uno de nosotros nunca seremos capaces de apreciar con la suficiente objetividad.

En la actualidad, dicen los profesores que son ellos quienes acuden a clase con miedo. Es muy posible. Pero, más allá de las responsabilidades que con seguridad son inherentes al sistema educativo presente, en algo también deberán tener ellos parte de culpa, quizás por no desarrollar todo lo que fuera necesario sus competencias relacionales, aquellas que les permitan liderar a un grupo de chavales sin el recurso a la inaceptable y ya hace años periclitada imposición de la autoridad por el criterio del mando y castigo más dictatorial (Kurt Lewin). Es probable que los docentes de hoy no acaben de concederle todavía la importancia que merece su propio desarrollo en habilidades de liderazgo y de relación interpersonal (al mismo nivel incluso que el de sus conocimientos teóricos sobre las materias impartidas), tal y como ya valora cualquier directivo que aspira a conducir a su equipo de colaboradores por la senda del éxito empresarial.

La educación es la columna vertebral del desarrollo de las personas y condiciona muy mucho su transitar por la vida, pues establece las bases que determinan lo que entendemos como adecuado en cada momento para nosotros y para los demás. Sin duda, para muchos de los que estamos iniciando la cincuentena o incluso para otros más jóvenes, lo que es “Adecuado” ahora no puede ser deudor de lo que nos fue “Educado” entonces, realidad que prueba que el proceso de aprendizaje en las personas siempre exigirá continuidad, si lo que verdaderamente buscamos es vivir con pleno aprovechamiento y satisfacción las diferentes realidades que en cada momento de nuestra existencia nos va tocando afrontar y por qué no, también disfrutar…

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¿Cuanto valen las Personas para las Empresas?


Muchos de los que nos dedicamos profesional y personalmente a defender con pasión la trascendental importancia que las Personas tienen en las Empresas, quizás no hemos sabido utilizar todavía el lenguaje que mejor comprenden los responsables de las mismas para tratar de convencerlos. Un lenguaje que deberá centrarse más en la concreción de los números que en la difusa dialéctica de las letras.

¡No nos equivoquemos! Con independencia de otras veleidades teórico-epatantes, desde hace decenios es la Cuenta de Resultados de cualquier compañía la que en última instancia condiciona las decisiones empresariales. Decisiones que inevitablemente se justifican por sus expectativas de aportación presente o futura a los beneficios esperados. Esta es la naturaleza intrínseca de todo negocio con ánimo de lucro y pretender ignorar esta realidad inevitablemente nos instalará en la eterna ingenuidad de lo deseable pero nunca factible.

Si muchos afirmamos convencidamente que las Personas son el primer y principal factor crítico de éxito en las Empresas y su contribución es la que mayor valor aporta a la consecución de los objetivos por ellas fijados, parece incuestionable la necesidad de cuantificar ese valor y de ser posible en términos monetarios (los únicos que intervienen en la Cuenta de Explotación), pues solo de esta manera podrá establecerse el verdadero retorno de la inversión realizada en costes laborales, facilitando así la adecuada gestión del conjunto de los miembros de una organización.

Hasta la fecha no parece que se hubiera avanzado mucho en la monetización del “valor” de las Personas en las organizaciones, dada la evidente dificultad en la parametrización de los componentes que explican el “cuanto” un empleado aporta a su compañía.

Afortunadamente, un reciente estudio realizado por Javier Uriz Urzainqui y Artemis Uriz Vandendries para la Confederación de Empresarios de Navarra (CEN) nos aporta algunas luces sobre este difuminado asunto.

El trabajo titulado “Investigación sobre la contribución del Factor Humano a la competitividad de la Empresa” identifica y analiza cuatro criterios para la medición de la aportación de valor de las Personas a las Empresas, con el siguiente orden de importancia:

      1. Criterio del valor del trabajo (cuanto resuelve)
      2. Criterio del aprovechamiento de la formación (cuanto utiliza de lo que sabe)
      3. Criterio de la actitud (cuanto se implica)
      4. Criterio de la cantidad de trabajo (cuanto trabaja)

Pues bien, tras la investigación, Javier y Artemis Uriz concluyen que…

“La diferencia entre el valor medio que obtienen de sus trabajadores las empresas más eficientes en Factor Humano y las menos eficientes es de 39.580 € por persona y año”

…dado que las más eficientes consiguen por empleado un beneficio en valor medio anual de 20.146 € y las menos eficientes una pérdida media anual de 19.434 €.

Es decir, que una compañía con 100 empleados que gestione adecuadamente su Capital Humano podría obtener un sobre-beneficio de 2.014.600 € anuales y la que lo descuide podrá añadir alrededor de 1.943.400 € en pérdidas.

Por tanto y según el Informe Ejecutivo de esta investigación sobre el valor de las Personas en las Empresas, el que unas sociedades logren beneficio donde otras obtienen pérdida no es tanto repercutible a los propios trabajadores sino al modo de gestionarlos que tienen unas y otras (ver “Estilos de Liderazgo”) y que finalmente puede “valer” alrededor de 40.000 € por persona y año.

A la vista de esto, es evidente que sobran ya las palabras convincentes si estos son los números convencidos… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro