¿Trabajar más… o menos?

trabajo.jpg

No necesito de la constatación del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) para corroborar algo que lleva destacando muchos meses en los resultados de sus últimos barómetros, es evidente y representa la que viene siendo mayor preocupación en la opinión pública española: el Trabajo.

Las inmensas dificultades con que se encuentran quienes buscan un trabajo o las crecientes dudas sobre su futuro que embargan a quienes todavía lo tienen, constituyen uno de los signos distintivos de este tiempo de dificultad que, por no anticipado, sorpresivamente nos está tocando vivir desde hace ya algunos años.

Comprendo a todos pues yo soy uno de ellos y mi realidad profesional no es ajena a las contrariedades económicas que atravesamos. La incertidumbre acampa entre nosotros y este desasosiego no hace más que poner las cosas todavía más difíciles, al configurar en el imaginario colectivo un profundo sentimiento de resignación que en nada favorece la proactividad personal e institucional.

Cuando algo es muy valioso en nuestra vida como ahora lo es el Trabajo, su disminución o incluso pérdida ejerce de desequilibrador vital que afecta al resto de áreas, contaminando seriamente su desarrollo aunque no participe directamente en él.

No obstante, es curioso comprobar que el valor que las personas le damos al Trabajo no es constante en el tiempo siendo, como para casi todo, inversamente proporcional a su abundancia.

Todavía tengo vivo el recuerdo de tantos de mis clientes que, hace seis o siete años, me trasladaban que su máxima aspiración era trabajar menos pues no lo consideraban entre las prioridades de su vida. Estos mismos son quienes hoy han cambiado esos deseos por la voluntaria y bienaceptada intensificación de su jornada laboral.

¿Por qué…?

La respuesta es muy sencilla y se ampara en la verdadera naturaleza del Trabajo: hoy por hoy la riqueza en la Tierra es limitada, por lo que no hay todo lo que todos quieren y por tanto se impone un sistema de obtención y reparto de la misma basado en la prestación de un bien personal que se llama Fuerza de Trabajo en sus diferentes vertientes (asalariado, empresarial, autónomo, etc.).

En definitiva y desde un punto de vista objetivo el Trabajo mientras exista como tal, ha sido, es y será una imposición socioeconómica necesaria, al margen de filosofías y religiones que siempre le arrogan acepciones con intenciones sesgadamente partidistas. Salvo limitadas excepciones trabajamos por necesidad y no por deseo, aunque la evidente falta de posibilidad de elección entre ambos nos obliga a compatibilizar una y otro si lo que buscamos es vivir sin desesperar.

Todo el mundo quiere ahora trabajar más y esta productiva predisposición laboral sería lo mejor que podría quedar de la situación actual cuando cambie el ciclo y nos vuelvan a asaltar las paradójicas tentaciones de trabajar menos…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.