Procuro lograr siempre la mejor comprensión de las relaciones de larga duración y ayudar a las parejas tanto a capear los temporales como
a poner rumbo a un idilio más feliz y saludable. Pese a todo, sé que no todas las relaciones pueden, o deben, sobrevivir a la traición.
Aun en el caso de que una larga relación de pareja acaba deshaciéndose por alguna
buena razón, lo cierto es que la fe en el amor queda hecha añicos, circunstancia
que puede tener consecuencias devastadoras. Es preciso aceptar
la pérdida y hacerle frente antes de poder seguir adelante.
Si ese es su caso y se está recuperando de una ruptura, los hallazgos y los ejercicios de las páginas que
siguen no sólo podrán hacer que logre usted comprender con mayor hondura lo que
salió mal. sino que es muy posible que también le ayudan a prepararse para volver a intentarlo con otra persona.
Ese principio es la confianza. ¡Me temo que ya vuelvo a proclamar a los
cuatro vientos una conclusión evidente por sí misma!
Las parejas felices me dicen constantemente que la confian/a que sienten el uno en
el otro es lo que les hace sentir que su relación es sólida y que es también lo que confiere profundidad a su amor,
permitiendo que florezca la amistad y la intimidad sexual.
Las parejas desdichadas se quejan de que su relación carece de ese factor de cohesión.
Sin embargo, todas las parejas tienden a pensar que la confianza es una
cualidad intangible tan imposible de determinar con precisión como de medir en términos concretos.
Lo cierto es que hoy ya puede procederse a calcular de manera
matemática los niveles de confianza y de traición que gravitan sobre una pareja, y convertirlos.
así. en objeto de un estudio científico.
Este nuevo enfoque analítico me permite identificar tanto los puntos fuertes de una pareja como las zonas más vulnerables de su relación y concebir un conjunto de estrategias que no sólo se revelan capaces de
sacar a una relación deplorable de la ratonera en la que se haya podido meter como
de evitar que otras parejas venían a caer en ella.
Además de beneficiar a las parejas, esta nueva comprensión de la confianza y la traición posee unas profundas implicaciones culturales.
En nuestro contexto cultural es ya extraordinariamente corriente aceptar que se incremente la complejidad de la vida que llevamos hasta un punto cercano a nuestro
límite de ruptura.
Saturados por los correos electrónicos, los teléfonos móviles y los complicados malabarismos de nuestras responsabilidades, vivimos constantemente al borde de una respuesta catastrófica
dictada por el estrés. Cada uno de nosotros tiene una cierta
«capacidad de carga», una determinada resistencia al estrés, y la verdad es que tendemos a
echarnos demasiadas cosas sobre ios hombros, hasta el punto de acabar
rozando la sobrecarga. En Internet abundan muy notablemente los
anuncios que pregonan poseer la «cura del estrés», y lo mismo puede decirse de los quioscos de
periódicos y de las librerías. Sin embargo, creo que la confianza es lo
que mejor contrarresta el estrés.
Procuro lograr siempre la mejor comprensión de las relaciones de larga duración y ayudar a las parejas tanto a capear los temporales como
a poner rumbo a un idilio más feliz y saludable. Pese a todo, sé que no todas las relaciones pueden, o deben, sobrevivir a la traición.
Aun en el caso de que una larga relación de pareja acaba deshaciéndose por alguna
buena razón, lo cierto es que la fe en el amor queda hecha añicos, circunstancia
que puede tener consecuencias devastadoras. Es preciso aceptar
la pérdida y hacerle frente antes de poder seguir adelante.
Si ese es su caso y se está recuperando de una ruptura, los hallazgos y los ejercicios de las páginas que
siguen no sólo podrán hacer que logre usted comprender con mayor hondura lo que
salió mal. sino que es muy posible que también le ayudan a prepararse para volver a intentarlo con otra persona.
Ese principio es la confianza. ¡Me temo que ya vuelvo a proclamar a los
cuatro vientos una conclusión evidente por sí misma!
Las parejas felices me dicen constantemente que la confian/a que sienten el uno en
el otro es lo que les hace sentir que su relación es sólida y que es también lo que confiere profundidad a su amor,
permitiendo que florezca la amistad y la intimidad sexual.
Las parejas desdichadas se quejan de que su relación carece de ese factor de cohesión.
Sin embargo, todas las parejas tienden a pensar que la confianza es una
cualidad intangible tan imposible de determinar con precisión como de medir en términos concretos.
Lo cierto es que hoy ya puede procederse a calcular de manera
matemática los niveles de confianza y de traición que gravitan sobre una pareja, y convertirlos.
así. en objeto de un estudio científico.
Este nuevo enfoque analítico me permite identificar tanto los puntos fuertes de una pareja como las zonas más vulnerables de su relación y concebir un conjunto de estrategias que no sólo se revelan capaces de
sacar a una relación deplorable de la ratonera en la que se haya podido meter como
de evitar que otras parejas venían a caer en ella.
Además de beneficiar a las parejas, esta nueva comprensión de la confianza y la traición posee unas profundas implicaciones culturales.
En nuestro contexto cultural es ya extraordinariamente corriente aceptar que se incremente la complejidad de la vida que llevamos hasta un punto cercano a nuestro
límite de ruptura.
Saturados por los correos electrónicos, los teléfonos móviles y los complicados malabarismos de nuestras responsabilidades, vivimos constantemente al borde de una respuesta catastrófica
dictada por el estrés. Cada uno de nosotros tiene una cierta
«capacidad de carga», una determinada resistencia al estrés, y la verdad es que tendemos a
echarnos demasiadas cosas sobre ios hombros, hasta el punto de acabar
rozando la sobrecarga. En Internet abundan muy notablemente los
anuncios que pregonan poseer la «cura del estrés», y lo mismo puede decirse de los quioscos de
periódicos y de las librerías. Sin embargo, creo que la confianza es lo
que mejor contrarresta el estrés.