¡30 años corriendo!

Pongo el dedo en el botón del timbre de mi casa y aprieto con suavidad.

Miro al suelo mientras espero que me abran y el recuerdo de lo sucedido me llena de una extraña sensación difícil de explicar. Sensación que debo compartir con algo más que un cansancio agotador.

Ocho días atrás llegaba a Segovia entre ilusionado y comprometido a desafiar la resistencia de mis piernas y mi corazón. Agosto del 2.006 y 30 aniversario como corredor aficionado. Había que celebrarlo con un reto a la altura del cumpleaños y de mi espíritu batallador. La decisión la tomé en Junio, cuando me propuse correr Segovia-Navacerrada-Segovia (60 kms. con un desnivel total de 1.800 mts.), solo y sin apoyo.

Cuando era pequeño y me llevaban en nuestro Simca 1.000, siempre me pareció todo un triunfo para ese coche ascender por aquellas desafiantes rampas que coleccionaban en sus arcenes vehículos detenidos a la espera de un reparador descanso térmico. Eran los años sesenta.

Tras dos meses de entrenamiento veraniego intenso en el infierno caluroso y húmedo de Valencia, mis primeros días en Segovia estuvieron marcados por la inseguridad de conseguir el reto. A las 8:15 h., después de un copioso desayuno de hidratos, todos los días enfilaba las cuestas de Zamarramala que me regalaban una de las mejores vistas de la ermita templaria de la Vera Cruz. Luego hasta La Lastrilla para volver por San Lorenzo a llegar a la Alameda. Unos duros 14 kms. de acostumbramiento a la altura y a los desniveles propios de la meseta castellana. Después, algunos ejercicios de estiramiento y abdominales compartiendo la mañana con los patos del rio Eresma.

Todo fue desarrollándose según la planificación elegida hasta el último día de entrenamiento cuando, finalizando ya, un terrible pinchazo en los gemelos de mi pierna izquierda me recordó la corta distancia que algunas veces media entre lo óptimo y lo peor (como si de una rueda pasada de rosca se tratase). Sin otro remedio, había que retrasar la prueba un par de días para tratar de mejorar la situación con algo de descanso.

Por fin llegó el día: martes, 8 de Agosto de 2.006. Son las 8:15 y abro la puerta de mi casa con la seguridad de que me esperaran varias horas de martirio, el temor de no estar curado y la esperanza de poder regresar por mis propios medios al punto de partida. En estas condiciones, por lo menos pretendo asegurar los 30 kms. de ascensión continua hasta la estación de Navacerrada y luego ya veremos. Por tanto, ¡adelante!.

Salgo tranquilo e ilusionado, contándoles calladamente a las piedras milenarias que me encuentro por las calles de Segovia que los retos nos definen y sus logros nos redimen. Sin apenas cruzarme con nadie salgo del núcleo urbano y a los 20 min. ocurre lo que ni aquí quería nombrar: los gemelos se rebelan y me obligan a parar. En estos momentos todo se me viene abajo al considerar la más que probable opción de abandonar.

¿Qué hago?. Paro a ver y noto que me duele mucho. Desde luego, andando no puedo realizar la prueba pues tardaría demasiado tiempo. ¿Abandono?. No de momento, sigo un poco andando y pruebo a correr modificando algo el gesto de apoyo. Me duele menos y despacio, parece que aguanto. ¡Ánimo, solo quedan unos 55 kms.!. Sigo vacilante, física y mentalmente hasta que llego a La Granja de San Ildefonso.

Con prudencia acorto la extensión de mi zancada para minimizar al máximo el impacto de mis pisadas contra el suelo. Por ahora resisto. Bebo cada media hora agua isotónica y glucosa, que llevo en un cinturón de carrera que más parece una mochila de lo lleno que está.

Tras hora y media, se acercan los montes madereros de Valsaín con los aserraderos a ambos lados de la carretera, que ya comienza a endurecerse anunciando la llegada del puerto especial de 1ª Categoría de la Vuelta Ciclista a España. Pocos coches por ser Agosto y bastantes ciclistas emulando a Perico Delgado con el que compartí infancia durante aquellos largos veranos de vacaciones en Segovia. Me animo porque el dolor lo soporto.

Llego a Los Asientos y no pienso en lo que queda. Es la mejor terapia contra el sufrimiento. A los quince minutos ya estoy en La Boca del Asno. En otros quince llegaré al comienzo de las famosas “7 revueltas” del Puerto de Navacerrada, allí donde pone a prueba las piernas de los esforzados deportistas que se atreven a tutearlo. Todavía no hace mucho calor y ya comienzo con las pendientes de hasta el 18%. Me he bebido toda el agua y pido a unos operarios de la carretera que me ofrecen de una botella todavía con hielo. Bebo poco, por preservar el estómago y no dejarles sin refresco en su trabajo.

Centrado en los momentos de mayor esfuerzo, se hace difícil pensar cuando toda la sangre se dirige a mis piernas. Solo hay una sucesión de palabras que me repito constantemente: ¡Sigo, sigo, sigo!. ¡Arriba, arriba, arriba!.  Estoy a mitad del puerto y un ciclista me dice que ya nos veremos en la cumbre y le contesto muy convencido que yo seré quien le espere cuando llegue.

Sigo subiendo sin un solo metro de descanso. Mi pulsómetro no cesa de elevar el ritmo de revoluciones. Estoy en más de 150 y subiendo. A 2.000 mts. de altura la falta de oxigeno ya se nota y el corazón debe hacer horas extras para ganar lo mismo.

Salgo de las curvas cerradas (las revueltas) y ya diviso a lo lejos la cumbre, con el repetidor de Televisión Española y los telesillas. Quedarán unos 4 kms. también muy duros para coronar y se acrecientan mis ánimos de llegar. Luego ya veremos. Intento pensar en mis sensaciones corporales más que en la distancia que falta para llegar. ¡Adelante, adelante, adelante!. Cada zancada es un pequeño triunfo que me acerca a mi destino. Cada zancada es una menos que ya no volveré a trazar.

Cada vez más cerca y casi por sorpresa enfilo la última recta que lleva a la estación de esquí. ¿Por qué los últimos metros nunca duelen como los anteriores?. Sin duda la respuesta está más en nuestra cabeza que en las piernas. Por fin he llegado a la cumbre y no dejo de respirar aceleradamente. No estoy tan mal como preveía y esto me llena de estímulo para plantear la vuelta, pese a que mi amigo el ciclista ya estaba allí. Primer asalto conseguido.

Muevo los brazos y las piernas para relajar y sin perder tiempo entro en un bar a comprar una botella de 1,5 litros de agua que relleno con polvos de Isostar. Voy al aseo y pese a toda el agua bebida no evacuo casi nada. Me como 3 barritas energéticas y algunos sobres de glucosa y tras rellenar las botellitas que llevo en el cinturón, me lanzo con optimismo hacia abajo, de vuelta a Segovia.

Casi cuesta más esfuerzo correr en descenso que al revés. Los cuádriceps, no acostumbrados a un trabajo inverso al habitual, comienzan a dolerme y cada vez bebo agua con mayor asiduidad. Me paro en alguna fuente para no gastar toda la bebida isotónica que llevo. La sensación de cansancio es ya una realidad. Comienza a hacer calor y cada pisada en asfalto me sacude el cuerpo como un puñetazo. Miro el podómetro y me marca 38 kms. Acuerdo conmigo mismo aguantar corriendo hasta la maratón. Justo esa distancia (42,195 mts.) se cumple en La Pradera donde, desde una cabina, telefoneo a mi madre para tranquilizarla.

Todo va bien, dentro de lo asumible. Ya hay más de 30º de sol en la carretera y las piernas comienzan a delatar la presencia del ácido láctico que pincha como un cuchillo. Paro y ando. Corro y ando y cada vez corro menos y ando más. Llego nuevamente a La Granja y compro más agua. Casi me he comido todas las barras energéticas que llevaba y solo me queda algún sobre de glucosa.

Desde allí las rectas interminables que llevan a Segovia nunca acaban. Al terminar una comienza otra que, en la ida, no me parecieron tan largas. Bajo mi gorra y las gafas de sol intento pensar en que esto no va conmigo. Llevo unos 55 Kms. y ya puedo divisar la ciudad al fondo. ¿Hasta dónde llega el fondo?.

El final se hace raro, con una mezcla de sufrimiento insensibilizado por el vacío calórico y la alegría por la certeza de acabar una prueba que había comenzado con malos augurios. Ya estoy por las calles de Segovia. La gente me mira como si nada (¡solo llevo 59 Kms.!). Eso me llena de mayor satisfacción. El anonimato siempre guarda mejor el secreto de nuestras ilusiones.

Transitando por las calles por donde habitualmente entreno, ahora disfruto mucho más de la sensación de victoria sobre ellas. Curva aquí, repecho allá, algún que otro turista y aparezco en la plaza de San Esteban, a 50 metros de mi casa. Miro a mi alrededor y al cielo. ¡Lo he conseguido!.

Pongo el dedo en el botón del timbre de mi casa y aprieto con suavidad…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

La frivolidad y las redes sociales

La frivolidad es como esas comidas que te llenan mucho y a las dos horas ya tienes hambre.

Cuando conoces a una persona frívola, hasta que la descubres te deslumbra para luego dejarte un vacio que no admite reparación. La frivolidad es esa capacidad de algunas personas por mantenerse siempre en la superficialidad de los acontecimientos vitales, añadiendo un toque de pretendido elitismo a todas sus actuaciones.

Todos somos frívolos en algún momento de nuestras vidas, aunque la mayoría se da cuenta y retrocede, porque vivir con los pies en el aire no es nada práctico.

El fenomeno actual de las redes sociales es un gran generador de frivolidad al facilitar la construcción de falsas personalidades a la carta, amparadas siempre por el anonimato de las comunicaciones electrónicas y la predisposición que tienen los navegantes para creerlo todo.

Construir una personalidad falsa es gratis y en ocasiones hasta ventajoso, siempre que eludamos la responsabilidad de considerar a los demás como no merecedores del engaño y la burla. Ser frívolo en internet no es menor pecado que en la vida real, porque siempre hay alguien tras sus palabras que optó por la sinceridad…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Los imprevistos reales e irreales

Esta tarde tenía una sesión de Coaching con un cliente (Gerente de una conocida empresa valenciana) que ayer domingo me pidió aplazásemos pues su hija tuvo un percance, se rompió el codo y hoy la operan (le deseo lo mejor).

Sin duda, tanto para él como para mí, esto supone un imprevisto que nos ha obligado a modificar nuestras agendas apresuradamente para, en mi caso particular, buscar una alternativa de ocupación del tiempo eficiente. Supongo que él no tiene otra elección distinta a la de acudir al hospital.

Cuando aparece un imprevisto en nuestra cotidianeidad lo primero que deberíamos preguntarnos es su naturaleza: real o irreal.

Los imprevistos reales son aquellos cuya detección anticipada es imposible, como en el caso de mi Cliente, que de ningún modo podia presagiar el desagradable accidente de su hija. En estas situaciones, siempre debe imponerse la cordura y el sentido común para administrar las tareas que ya estaban programadas y que deben reconsiderarse con un nuevo ejercicio de priorización.

Pero existe otro tipo de imprevistos llamados irreales que suelen ser anticipables y deben su causa a una falta de planificación.

Veamos un ejemplo: El Director General de una compañia valenciana debe acudir al aeropuerto de Madrid a las 14:00 h. para firmar un importante contrato con los representantes de una multinacional americana, que hacen una escala de dos horas en Barajas en su viaje desde Pekin hasta Nueva York. Calculando con holgura el tiempo de desplazamiento de Valencia a Madrid, nuestro DG se monta a primera hora de la mañana en su coche de gerencia y a mitad de camino debe detenerse por una inesperada avería mecánica. El problema es mas serio de lo común y la reparación no puede realizarse con tiempo suficiente para llegar a Madrid.

La sensación de gran contrariedad del DG al saberse impotente para llegar a tiempo para la firma del contrato puede ser pareja a su percepción de inevitabilidad del percance ocurrido, al considerar que se trató de un imprevisto.

Posiblemente sea así, pero que pensaríais si os dijera que el automóvil se estropeó porque nadie en la empresa del DG se preocupó de llevar el coche a las revisiones mecánicas preceptivas.

En este caso, ya no estaríamos ante un imprevisto real sinó ante uno ireal o por falta de planificación, que podría haberse evitado calendarizando las fechas de revisión.

Efectivamente, muchos de los imprevistos que nos sorprenden cotidinamente son evitables pues se deben a falta de planificación de nuestras tareas repetitivas y si no, pensad en los correcalles de última hora que todos los años protagonizamos para entregar la Declaración de Renta o para cumplimentar las felicitaciones a nuestros clientes por Navidad…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

La Pre-Disposición

Esta mañana de sábado, como tantos otros, he salido en moto con mi viejo grupo de amigos motoristas.

Las predicciones metereológicas indicaban que nos encontraríamos cielos nubosos pero sin riesgo de lluvia. Nada mas salir de Valencia, el diluvio y a detenernos de inmediato en una gasolinera para decidir si continuar o no.

No es la primera vez que nos encontramos conduciendo bajo la lluvia en ruta, pero nuestra forma de afrontar esta dificultad siempre es muy diferente en función de haber contado con esa posibilidad antes de salir o no.

Hoy hemos decidido volver a Valencia porque nuestra predisposición no era la adecuada para esta situación, tras una semana de radiante sol primaveral.

La “Pre-Disposición” no es más que la actitud que, en ocasiones, previamente adoptamos para afrontar una situación. Lo importante de la predisposición es que debemos generarla con anterioridad al hecho que tenemos que abordar. De no ser así, solo se trataría de “disposición”, cuya efectividad ante la dificultad siempre es menor pues crea desconcierto y obliga a la improvisación.

Para todo, pero sobretodo en aquellas circunstancias de la vida que puedan suponer una mayor dificultad de resolución, yo recomiendo crear siempre una “pre-disposición” positiva como mejor gestor de la situación y garante del éxito final.

Con predisposición, hoy hubieramos continuado hasta el destino fijado: una deliciosa paella en Parcent, que dejaremos para la semana que viene…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¡Convierte tus Deseos en Objetivos!

Esta tarde, impartiendo mi Taller “12 Hombres sin Piedad: Las Claves del Liderazgo” a los alumnos del MBA de ESIC, hemos debatido sobre la conveniencia de fijarse Objetivos (profesionales y personales) como condición impresindible para así poder llegar más rápidamente a aquello que queremos alcanzar o a lo que nos gustaría ser.

Y al hablar de “Objetivos” me estoy refieriendo a los “Deseos” puestos por escrito, pues todos sabemos que a nadie le faltan los Deseos pero todos desconocemos cúales son nuestros Objetivos.

La necesidad de escribir nuestros Deseos estriba en la obligatoriedad de concretarlos para poder hacerlos realidad. Los Deseos suelen corresponder a manifestaciones mentales de anhelos que, en la mayoría de los casos, poco tienen de concretos. La dificultad de llevar a cabo algo inconcreto es lo que nos recomienda especificarlo y no hay mejor herramienta de perfilado que la escritura, pues nos obliga a poner en forma de código específico lo que no lo es tanto dentro de nuestra mente.

Efectivamente, la escritura nos conduce a re-pensar aquello que en nuestra mente flota de una manera caprichosa y convertirlo en una posibilidad. Además, la escritura nos compromete con nosotros mismos y ejerce de testigo mudo de nuestros intereses, recordandonos sin descanso el destino que hemos elegido…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

De la Motivación a la Auto-Motivación: El Éxito del Líder-Coach

Si me preguntaran sobre cuál es el rasgo que, de forma más importante, condiciona el rendimiento profesional de un directivo, no tendría muchas dudas en asegurar que es el de su Auto-Motivación. Si me preguntaran sobre cuál es el modelo de comportamiento que mejores resultados ofrece a un directivo para maximizar el rendimiento de su equipo de trabajo, tampoco vacilaría en afirmar que es el del Líder-Coach.

Y ¿qué relación hay entre la Auto-Motivación y el Líder-Coach? Este precisamente es el núcleo fundamental de la presente reflexión, que pretende desarrollar de forma razonada mi convicción sobre las fuerzas y los desarrollos que mueven a las personas a conseguir resultados positivos tanto para sí mismos como para las organizaciones donde trabajan.

Podemos comenzar acercándonos al concepto de Motivación que, según los diccionarios, significa:

– Conjunto de los elementos o factores (necesidades fisiológicas o psíquicas, pulsiones inconscientes, valores y modelos sociales interiorizados, etc.) que determinan dinámicamente la conducta del individuo activándola y dirigiéndola hacia un determinado objetivo

Por tanto, no cabe ninguna duda de que al hablar de Motivación lo hacemos sobre todo aquello que nos impulsa a conseguir algo que nos interesa de una forma dinámica y activa. Sin embargo la Motivación, tal y como la definimos muchos Coach, también podría explicarse practicando este sencillo juego de palabras:

-Motivación = Motivo + Acción

Es decir, no existe Motivación sin la identificación de un Motivo (Destino) que sea alcanzado a partir de la Acción (Recorrido). La Motivación es la fuerza que nos impulsa a ascender hasta el final de una escalera (Meta), subiendo cada uno de sus escalones (Acciones). En el corazón mas interno del impulso de las personas siempre se encuentran los anhelos y las esperanzas, los deseos y las ambiciones, los retos y los sueños. Y todo ello, requiere de movimiento para lograrlo.

Por tanto, no se puede progresar sin Motivación, al igual que sin progreso tampoco puede haber Motivación. Se trata de un proceso en bucle sin fin que se auto-alimenta constantemente. Esta relación biunívoca es la que esconde el secreto de la explicación de nuestras desilusiones vitales y la frustración que tantas veces puede acompañarnos cuando no logramos nuestros propósitos.

Admitiendo cuanto hasta ahora se ha indicado, no parece muy difícil concluir que la llave de la Motivación personal es propiedad de cada uno de nosotros, porque solo uno mismo conoce cuáles son sus Motivos que le llevan a la Acción. En efecto, parecería descabellado contemplar la posibilidad de que los intereses particulares fueran mejor conocidos por un extraño que por uno mismo, cuando estos precisamente son cada vez mas privados en los entornos sociales actuales, tan individualizados y faltos de comunicación.

Y ello porque:

-¡El motivo más importante para la Motivación es uno mismo!

En definitiva, la Motivación es un hecho personal, auto-generado desde el propio interesado y difícilmente transmisible. Por tanto, la Motivación real, la verdaderamente efectiva, se llama Auto-Motivación.

Aceptando esta hipótesis, el camino que nos lleva a percibir la gran dificultad que existe a la hora de intentar motivar a los demás es bien corto. El proceso de Motivación parece ser tan propio que se me antoja difícil pueda venir dirigido desde fuera de uno mismo:

-¡No se puede Motivar!

Desde luego, entiendo que lo concluyente de esta afirmación pueda desconcertar por lo que tiene de oposición a toda la tradición del Management moderno, que impulsa la actuación motivadora de los directivos hacia sus equipos como fuente de consecución de excelentes resultados.

Pues bien, es precisamente en esta consideración donde radica el foco de los desencantos de tantos y tantos profesionales con responsabilidades directivas que se encuentran incapaces de motivar a su equipo, dando por imposible un empeño en el que creen pero que nunca consiguen.

Si realizamos un pequeño ejercicio de memoria, cada uno de nosotros puede reunir numerosos casos y ejemplos (tanto propios como de conocidos) de situaciones profesionales donde los integrantes de un equipo de trabajo asisten a él faltos de compromiso con los objetivos y los resultados marcados por su líder, quien ya ha claudicado a la posibilidad de contar con colaboradores motivados. La historia siempre es la misma: comienzos de ilusión que se convierten rápidamente en largas etapas de desencanto y resignación.

Y todo, en mi opinión, por elegir el camino equivocado para el estímulo laboral de nuestros colaboradores: el de la Motivación.  Mi propuesta es otra bien distinta y se fundamenta en la siguiente aseveración:

-¡Solo se puede inducir a la Auto-Motivación!

A partir de aquí, lógicamente, se nos abre un amplio abanico de preguntas que pueden confluir en una sola: ¿Cómo se induce a la Auto-Motivación?

Para tratar de responder a ello, no tengo más remedio que traer a este artículo la disciplina a la que me dedico profesionalmente y que desde hace más de dos décadas está triunfando en el mundo desarrollado y en España, comienza a ofrecer sus primeros éxitos aplaudidos por todos: el Coaching.

– El Coaching es un proceso de cambio hacia la mejora de los resultados personales y profesionales basado en el método socrático y amparado en el entrenamiento

Veamos que significa detalladamente esta definición:

– Es un proceso, dado que requiere de un tiempo necesario para su desarrollo (mayor o menor, dependiendo de las expectativas de cada persona).

– Busca el cambio en la persona, porque si seguimos haciendo lo mismo obtendremos los mismos resultados.

– Tiene por objetivo la mejora de los resultados personales y profesionales, pues ambos van íntimamente ligados.

– Está basado en el método socrático, que defiende la auto-generación como fuente de saber y progreso (No puedo enseñar, solo invitar a que aprendan por sí mismos).

– Se desarrolla a partir del entrenamiento del participante o Coachee, quien a partir del proceso científico de prueba y error y con la guía de un Coach o entrenador, se embarca en la mejora de sus resultados personales y profesionales.

Aceptado que, en los albores del siglo XXI, el indiscutible y principal factor crítico de éxito de las empresas que actúan en mercados competitivos es el Capital Humano, el Coaching es la herramienta que mejor se adapta a sus objetivos de desarrollo y optimización del rendimiento.

El Coaching consigue poner en valor todos los conocimientos y experiencia de cada persona para obtener su máximo rendimiento personal y profesional, contribuyendo al desarrollo del Capital Humano de las empresas y configurando equipos de alto rendimiento que sean capaces de distinguir a su organización de las demás.

Las modalidades de aplicación del Coaching en las empresas pueden ser muy variadas, pero una primera diferenciación atendería al origen de su facilitación: externo o interno. Del primero (protagonizado por un Coach profesional) no me ocuparé en este artículo, pero si del segundo, cuando los encargados de facilitar Coaching son los propios líderes de la empresa.

Y es aquí donde nace la figura del Líder-Coach (basada en la credibilidad ganada) como contraposición a la del Líder-Jefe (basada en la autoridad impuesta), predominante todavía hoy en día en nuestro entorno empresarial español (si bien se observa un progresivo cambio en la tendencia de comportamientos).

Pues bien, de entre todas las características que perfilan la figura del Líder-Coach, sin duda una de las más importantes es la de contribuir a la Motivación de sus colaboradores, o mejor dicho, inducir a su Auto-Motivación, el verdadero eje de la transmisión del motor hacia el éxito empresarial.  Pero, ¿cómo induce un Líder-Coach a la Auto-Motivación?

Desde luego, no pueden existir reglas estrictas y concretas para explicar este proceso si lo abordamos desde la perspectiva del Coaching, tan alejado al normativismo generalista y tan amigo de las soluciones especificas para cada situación. Sin embargo, si podemos orientar la actuación del Líder-Coach como inductor a la Auto-Motivación de sus colaboradores, cuando es capaz de manejar con acierto los 5 Factores Internos que la generan:

1- La Auto-Estima o esa valoración positiva que toda persona debe albergar de sí misma y que la consolida para abordar nuevos retos con añadidas garantías de éxito.

2- La Auto-Confianza, consecuencia de la anterior, que incrementa la seguridad en sí mismo y se ampara en los pequeños éxitos conseguidos.

3- La Auto-Gestión, alcanzada cuando el individuo es capaz de actuar sin ninguna supervisión, ni necesario estímulo externo alguno.

4- La Auto-Sugestión o mecanismo de generación constante de emociones positivas que llevan al optimismo y la esperanza.

5- La Auto-Realización, basada en el progresivo cumplimiento de nuestros deseos y objetivos.

Hay que destacar que la labor de un Líder-Coach como inductor a la Auto-Motivación de sus colaboradores nunca será posible si no es capaz de Auto-Motivarse por sí mismo y para él y todos los lectores de este artículo, estas son mis últimas recomendaciones:

1- Comenzar bien el día, tratando de organizar y allanar convenientemente nuestras primeras tareas de la jornada para que no puedan ser fruto de enfados y malhumores que hipotequen el resto de nuestras actividades.

2- Evitar condicionarse por la climatología, ajena siempre a nuestra voluntad y por tanto, caprichosa y variable (después de la lluvia, siempre sale el sol).

3- Sonreír antes de llegar al trabajo, propiciando el optimismo por anticipado y llenado nuestro depósito de la energía más poderosa que podemos encontrar: el buen humor.

4- Positivar el dialogo interior, huyendo de los pensamientos derrotistas y negativos que, como en una espiral descendente, nos hunden hacia la frustración y el desencanto.

5- Fomentar las actividades extra-profesionales, añadiendo más patas a nuestra silla vital y evitando el riesgo de caída segura por la quiebra de una de ellas.

6- Acercarse a la gente positiva y huir de la negativa, buscando la energía de aquellos que la destilan y preservándose de aquellos que la destruyen.

7- Enfocar los fracasos como una oportunidad hacia el futuro, aprendiendo de los errores, ganando experiencia y tolerando los reveses de la vida con espíritu deportivo.

8- Apoyarse más en la reafirmación interna que en la externa, considerando que los ánimos de los demás no necesariamente llegan cuando son más convenientes, por lo que un cierto grado de independencia positivista orienta mejor nuestro camino hacia adelante.

9- Fijarse metas concretas y realistas y perseverar en su consecución, porque solo aquello que está bien definido es susceptible de generar el esfuerzo necesario para perseguirlo sin interrupción.

10- Ser el protagonista de nuestra propia vida, decidiendo en cada momento los destinos que queremos alcanzar y planificando razonadamente los caminos que a ellos nos llevarán.

En el difícil camino del liderazgo de equipos, no quisiera finalizar estas reflexiones sin traer a estas líneas una célebre frase de Marco Aurelio que resume la esencia del espíritu del Líder-Coach en el difícil pero estimulante empeño de conseguir la Auto-Motivación propia y la de su equipo de colaboradores:

– SERENIDAD para aceptar lo que no podemos lograr, FORTALEZA para perseguir lo que si podemos y SABIDURÍA para distinguir entre los dos…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¡Comerse un Elefante!

Comerse un elefante

¿Quién no ha pretendido, en algún momento de su vida, comerse un Elefante? ¿Y por que no ha podido? ¿Cuáles son las consecuencias de la presumible indigestión? ¿Volveremos a intentarlo?  La vida de las personas esta llena de deseos e ilusiones, tantas como el largo de vista de cada cual. El ser humano se ha distinguido desde siempre por su afán de conseguir, de conquistar, de ambicionar. Y esto le ha hecho ocupar el lugar de preeminencia que, como especie, disfruta en la naturaleza.

Querer, soñar, ilusionar, desear, ambicionar, son motores del comportamiento humano que nos llevan a superarnos día tras día. Y esta superación se ampara en el mismo principio universal que guía los pasos de todos nosotros: la consecución de un beneficio o la evitación de una pérdida. No nos movemos sin una motivación. La sociedad actual, para bien o para mal, se maneja por condicionantes de adquisición. De adquisición de bienes materiales y también de inmateriales. Pero en todo caso por deseos de conseguir, de alcanzar. Pretender escapar a esto es vivir de espaldas al mundo que contemporáneamente nos ha tocado disfrutar aunque siempre cabe tomar un camino particular aceptando las consecuencias como un pago necesario por la singularidad.

Pues bien, si nos pasamos la mayor parte de nuestra vida alcanzando y consiguiendo, ¿por qué no logramos todo lo que deseamos?, ¿qué nos impide llegar hasta nuestros sueños? En algunas ocasiones, la consecución de deseos vendrá determinada por nuestro mal tino al valorar nuestras propias capacidades y posibilidades. En otras, a factores externos a nuestra persona sobre los que podemos tener poca capacidad de actuación. Pero, en muchos de los casos, solo existe un responsable: nosotros mismos.

En mi experiencia profesional he llegado a la siguiente conclusión: casi todos nosotros tenemos deseos y objetivos que queremos alcanzar en nuestra vida profesional y personal (destinos a los que llegar), pero muy pocos desarrollan el método para conseguirlos (qué camino tomar). La razón de todo ello estriba en nuestra cierta miopía mental a la hora de resolver los problemas y alcanzar nuestros objetivos. Los abordamos a todos por igual, como si su complejidad no fuera suficiente para un tratamiento diferenciado. Los analizamos a todos de forma mental.

Pero debemos considerar que la mente humana solo es capaz de afrontar unas pocas secuencias de actuación enlazadas entre si. De esta forma, mentalmente somos capaces de resolver los objetivos sencillos (aquellos que solo precisan de dos o tres pasos de actuación), pero nunca los complejos. Y cuales son esos objetivos complejos: LOS ELEFANTES. Esa manada que gira constantemente a nuestro alrededor y que nos abruma quitándonos la luz y el aire para respirar.

Nadie duda de la imposibilidad de comerse un elefante en tres trozos. Pues ese es el método que utilizamos normalmente al resolver nuestros conflictos complejos. Aplicar el mismo método a todas las situaciones no parece una estrategia muy afortunada. ¿Alguien afirmaría que para elegir nueva vivienda debe hacer lo mismo que para colgar un cuadro en la pared? Sin duda el primer objetivo requerirá un plan de actuación mucho más complejo que el segundo. Plan de actuación que no es sencillo formular mentalmente.

Por tanto, la mejor manera de comerse un elefante es cortarlo en tantos filetes como sean necesarios para poder digerirlo y sin importarnos su número. En la mayoría de las ocasiones, tratamos de atajar camino en la resolución de nuestros problemas reduciendo el número de nuestras actuaciones. De esta manera sólo conseguimos construir escaleras de dos o tres peldaños para subir al piso de arriba. Y una escalera con tres escalones de un metro no hay quien la suba. Si nuestro objetivo final es comernos al elefante, no importarán los días que precisemos.

En conclusión diré que, el secreto para la consecución de nuestros objetivos y deseos, no es otro que la fragmentación en tareas menores que sean alcanzables fácilmente una por una. El secreto de subir un piso no es otro que la utilización de una escalera cuyos pequeños peldaños faciliten la ascensión.

El arte del Éxito Profesional y Personal que practican muchas personas triunfadoras en todo el mundo consiste en dividir para vencer. Dividir los problemas para conseguir su más fácil resolución. El arte del Éxito no es otro que conseguir ser capaz de diseñar nuestras propias escaleras para que nos conduzcan hasta el cielo de nuestros deseos.

Y eso sólo lo conseguiremos a partir de la Planificación Creativa, de la que hablaré en otra oportunidad…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¿Por qué nos cepillamos los dientes…?

¿Por qué nos cepillamos los dientes todas las noches?

La primera respuesta que se me ocurre es porque se trata de un hábito adquirido y como tal funciona automáticamente.

Efectivamente, los habitos mecanizan muchas de nuestras tareas y facilitan su realización (acordaros de cuan facil es manejar un automóvil cuando ya se ha adquirido el hábito de la conducción). Por tanto, parece recomendable incorporar hábitos positivos a nuestra vida pues nos van a facilitar la realización eficiente de muchas tareas y actuaciones.

Dicho esto, tambien es cierto que la mayoria de nuestros propósitos de incorporación de aquellos hábitos que en la vida nos ayudan a mejorar, han terminado en fracaso. ¿Cual es la razón? En mi opinión, no es otra que la elección de un procedimiento equivocado para incorporar el hábito deseado.

Veamos, ¿cual fue el procedimiento que hizo que incorporásemos el hábito de cepillarnos los dientes todas las noches? Sin duda alguna la insistencia de nuestros padres noche tras noche. Y… ¿cual es el procedimiento que todos solemos seguir ahora para incorporar un nuevo hábito?: intentarlo un par de veces y dejarlo por imposible ante las primeras dificultades.

Por tanto, ¿por qué no aplicamos el mismo método que nos dio resultado en nuestra infancia y lo extendemos a todos nuestros nuevos empeños? Solo la persistencia consigue grabar en nuestra costumbre los hábitos que queremos incorporar a nuestras actuaciones y que nos ayudarán a ser mas eficientes en cualquier orden de la vida…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¡A todos, mi primer saludo!

Soy Antonio J. Alonso Sampedro y quiero comenzar este Blog con algo en lo que creo profundamente y para mi es toda una declaración de principios que pretendo sea la guia de todos mis comentarios venideros: Mi profunda convicción en el gran potencial que todos guardamos en nuestro interior y cuyo desarrollo siempre es posible cuando la voluntad apunta hacia ello.

La puerta que hoy abro con mucho ánimo e ilusión espero nos lleve a todos por los caminos del desarrollo personal, ahora sin destino fijado pero si con un origen que se apoya en mi experiencia profesional como Coach de Negocios desde hace siete años, que me ha llevado a descubrir que todo esta por descubrir.

Gracias a todos aquellos que quieran leerme y tambien a los que no lo hagan. Esto demuestra que todavía en este mundo tenemos capacidad de elección…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro