¿Imitar o Innovar?: La Im-novación

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El pasado 22 de Diciembre nuevamente se conjuraron millones ilusiones en busca de “La Suerte” transfigurada de pura casualidad. El 23, como siempre ocurre, despertamos con el triunfo de la estadística y amanecieron millonarios no más que los muy pocos que establece el reglamento de premios de Loterías y Apuestas del Estado.

El que a uno le toque el premio gordo de la Lotería de Navidad es un hecho tan improbable como que se le pueda ocurrir inventar Ikea, Harry Potter o Facebook. Los golpes de fortuna o las ideas felices son tan raros que, hacer descansar nuestros éxitos en la búsqueda desesperada de lo insólito, genial o estrictamente novedoso parece poco práctico.

La historia del desarrollo humano está plagado de ejemplos que demuestran que la evolución se ha construido normalmente a partir de una paulatina corriente de discretas aportaciones que mejoraban lo existente en lugar de mágicas, sorpresivas y transgresoras originalidades. En este sentido, podríamos decir que el desarrollo (tanto personal como profesional o empresarial) se ampara en un secuencializado proceso de imitación mejorada de lo existente a nuestro alrededor, siendo la clave de la velocidad de avance la adecuada elección de los modelos de referencia.

Conformamos la idiosincrasia que nos define a cada uno como persona partiendo de los ejemplos que más cerca tenemos (padres, otros familiares, amigos, profesores, etc.), de los que copiamos los comportamientos que consideramos apropiados y mejores para caminar por la vida. Profesionalmente también ocurre lo mismo, siendo la forma más habitual de aprender a trabajar la adopción de las buenas prácticas identificadas en nuestros jefes y compañeros de trabajo (sobre todo durante los comienzos de nuestra carrera laboral). Es decir, imitamos aquello que valoramos positivamente porque nos ahorra esfuerzo y nos facilita nuestro progreso.

Pues bien, las últimas corrientes de pensamiento económico también apuestan por la consecución del éxito empresarial a partir de la imitación evolucionativa de modelos ya exitosos y existentes, en lugar de las estrategias basadas en la onerosa y muchas veces suicida búsqueda de aquello desconocidamente nuevo que todavía no se ha inventado y cuyo éxito siempre será una incógnita. Esto mismo es lo que defiende Oded Shenkar en su último libro “Copycats”, donde propone referirse a la “Im-novación” como la Imitación con un cierto grado de Innovación.

Tras varios y fiables estudios sobre muestras significativas de empresas de todo tipo se ha llegado a concluir que las compañías que mejores resultados obtienen son las que siguen la estrategia del aprovechamiento de las buenas prácticas de las demás, eso sí, mejorándolas sensiblemente de algún modo más efectivo. Países como Japón, Corea o Taiwan en su momento llegaron a hacer bandera de esta filosofía y con muy buenos resultados. Hoy ya no son menospreciados por “copiones” y sus productos se valoran como los que más.

Estrenamos año cargado nuevamente de pronósticos teñidos de penurias y dificultad que aconsejan un cambio de actuación personal, profesional o empresarial para el cambio de los resultados. Cambio que, en la mayoría de los casos, no necesariamente debiera suponer una angustiosa incógnita: solo hay que observar acertadamente a nuestro alrededor e “Im-novar”…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro