“Estar sin estar, estando”

Directivo tirando de una cuerda

La virtud de encadenar pocas palabras y que logren significar mucho nos referencia a la deseada eficiencia en el lenguaje que, si la unimos a la belleza, entonces nos llevará a construir poesía o el arte de la literatura conceptual.

El título de este artículo es pura poesía tomada prestada del escritor uruguayo Eduardo Galeano quien, ante la imposibilidad de asistir físicamente a un evento de apoyo a un amigo, quiso testimoniar su presencia aunque fuera de otra manera menos material.

Hace ya cuatro años escribí… ¡El Directivo muerto en su despacho! como macabra alegoría de tantos líderes que detentan responsabilidades sobre equipos de trabajo y todavía desconocen cómo lo deben practicar. Hoy vuelvo a la cuestión pues soy conocedor, a partir de mi experiencia profesional como Business Coach, de lo mucho que todavía nos resta por avanzar.

Y hablando de alegorías, traeré a cuento esa que asocia a todo directivo con una cuerda atada a un peso. Peso como representación de los objetivos que se ha comprometido a alcanzar en el seno de la organización en la que trabaja y cuyo arrastre cada vez es más difícil por el exponencial crecimiento de las dificultades que los mercados imponen a las empresas en estos entornos nuestros de galopante competividad.

Es evidente que la unión hace la fuerza y solo este axioma explica y justifica la necesidad de configurar equipos eficientes que sumen todas las energías de sus componentes, cada cual en acuerdo con su potencialidad. De otra manera, los pesos tras las cuerdas no podrán arrastrarse o se arrastrarán tan lentamente que el avance siempre quedará lejos del marcado por los demás.

Dicho esto, cuya evidencia no sorprenderá a nadie, la cuestión es más bien si al arrastrar el peso debe estar siempre presente el líder del equipo o no hay necesidad. En la respuesta a este dilema radica la solución de los devenires de tantos directivos, cuyas ansias de imposible ubicuidad en el trabajo les llevan reiteradamente al encadenamiento de fracaso tras fracaso profesional.

En definitiva, todo líder que considere que sin él las cosas nunca funcionarán ya está aceptando su imprescindibilidad como un requisito necesario para el éxito y lo que es peor, en muchas ocasiones incluso suficiente, lo cual no hace falta demostrar que no es verdad.

Al final y por simple que pueda parecer, todo se reduce a aceptar que lo importante no es lo que pasa cuando el líder está sino aquello que ocurre cuando no está, es decir, estar sin estar, estando

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro