Líder-tiones… 12

Capítulo III – El relato de Davis

(viene de Líder-tiones… 11)… A la manifestación de prejuicios de nº3 siguieron luego las de nº4 y nº10 en un carrusel segregacionista que no parecía querer parar, hasta que nº5 intervino para manifestar lo que yo ya sospechaba y era su pertenencia, como el acusado, a la misma clase social. Aquella comprometida y valiente confesión pública, tan poco usual en una sociedad como la norteamericana en donde las apariencias se crean y mantienen aun no respondiendo a la verdad, me pareció de una humildad tal que, a partir de ese momento, supe que en nº5 podría confiar pese a su evidente susceptibilidad hacia todo lo que significase cualquier alusión personal.

Pero en aquel momento, algo muy especial ocurrió que llegó a modificar el posterior acontecer de unas discusiones que se hilvanarían sin guía alguna y a la espera de quien tuviera la suficiente resolución para presentar su tácita candidatura como líder de un grupo carente de dirección formal. En efecto, nº1, que desde el comienzo había ejercido con suficiente acierto como Presidente, no pudo aguantar más la presión del cargo y estalló ante otra insidiosa burla de nº10, hasta el punto de llegar a renunciar. A todos nos lo notificó con un… “hagan lo que se les antoje” que, más que una dimisión, a mí me pareció una anticipada sentencia de muerte para aquel muchacho hundido en la más indefensa orfandad legal a manos de una manada de lobos que solo buscaban la manera más rápida de finalizar.

En esta situación, recuerdo que de nuevo tuve que empatizar, poniéndome en el lugar del acusado como única manera de contrarrestar tanta distancia hostil creada hacia su persona y que sin ningún disimulo era mostrada por los demás. Aun así, era consciente de que poco valdría mi apelación al contexto vivencial del chico si no era capaz de desmontar las pruebas y testimonios circunstanciales mostrados en un juicio que, hasta su abogado, demostró no saber llevar. Por ello intenté cuestionar los testimonios de algunos de los testigos, cuya veracidad inobjetable defendió nº12 con una aparente seguridad que no me resultó difícil desmontar apelando a lo habitual del error humano en la vida, algo que nunca debemos olvidar… (continuará en Líder-tiones… 13).

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