Mi integridad física y mental

No voy a negar que todos los veranos me asaltan angustiosas dudas sobre si ese año seré capaz de llegar corriendo desde la Plaza Mayor de Segovia hasta La Bola del Mundo (el Mont Ventoux castellano) y tras unas exitosas 25 travesías consecutivas, mi responsabilidad aumenta en cada edición por no querer fallar. La verdad, esto no tiene mucho sentido, pues el tiempo juega en mi contra sin poderlo evitar. Aunque todavía llego con cierto margen, lo dejaré cuando este sea cero y comprometa mi integridad física y mental. Desconozco cuando será y esta inquietante indefinición es la que me empuja a continuar.

El año anterior, un amigo me comentó que las fotografías de llegada que suelo publicar (tomadas por algún amable senderista de los pocos que transitan el lugar) son tan similares que parecen ser la misma, no ejerciendo bien de testimonio de consecución veraz. Esta apreciación, más que molestarme, me llena de satisfacción por cuanto todavía mi imagen se confunde en el tiempo, aun cuando sea consciente de no poder ser vencedor en esa inmisericorde batalla contra la degradación muscular que, a punto de cumplir los sesenta y cuatro, implacable se manifiesta cada año más…


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