Lo que quieren las mujeres


Cuando era veinteañero y mi padre todavía vivía, mantuvimos innumerables discusiones respecto de la igualdad de géneros. Igualdad no entendida en el sentido social y legal, que aquí si coincidíamos, si no en cuanto a la idiosincrasia y forma de comportarse ante la vida de unos y otras. Yo por entonces siempre defendía que por ser hombre o mujer no había distinción vital, lo contrario que pensaba él. Hoy ya no tendríamos motivos para discrepar.

¿Por qué? Quizás porque ahora tengo casi la edad que entonces tenía mi padre y la vida me ha demostrado que aquello que desde la bisoñez de la utopía igualitarista defendía sin conocimiento empírico, no necesariamente tenía por qué ajustarse la realidad que he podido observar.

Soy consciente del peligro de la generalización al definir algo o a alguien, aunque en muchas ocasiones es necesaria para avanzar en su entendimiento. Decir que las personas mediterráneas son morenas y las nórdicas rubias es generalizar, pues ni las unas ni las otras son todas así, aunque la mayoría si responden a esa definición de color capilar, por lo que su identificación generalizada puede ser permitida sin contradecir a las excepciones que se puedan dar.

Hombres y mujeres, personas ambos, son diferentes física (es obvio) pero también emocionalmente. Desconozco que parte de culpa es debida a la genética y cual a la educación y en ello ahora no voy a entrar.

El estudio profundo de estas distinciones de género históricamente no ha sido muy del interés de los pensadores, relegándose a poco más que un foco de inspiración para los artistas (como poéticos glosadores del eterno femenino) y desgraciadamente también para esos otros, inventores de burdos y sexistas chistes de salón, que identifican al sujeto femenino como un mero objeto de interés visual y sexual.

Quizás todo esto se explique por el marginal protagonismo económico que la mujer secularmente ha detentado en la sociedad y su escaso manejo de esos hilos del poder que, dicen, mueven al mundo sin llegarse a notar. Sin embargo, la realidad actual en los países más desarrollados ha cambiado y sus mujeres, con valía y mucho esfuerzo, han alcanzado cotas de protagonismo más allá del ámbito tradicionalmente estético o familiar, que ya las hacen merecedoras de la atención de los analistas socioeconómicos de mayor reputación mundial.

Uno de ellos es Paco Underhill, psicólogo ambiental, fundador y CEO de la multinacional de investigación de mercados Envirosell y quizás uno de los expertos más acreditados en el análisis de los comportamientos del consumidor que podamos encontrar. En su libro publicado en 2010, Lo que quieren las mujeres (What Women Want), nos propone una caracterización de la mujer actual que, aunque desde una perspectiva mercadotécnica, podría traspolarse también a otros ámbitos de su personalidad.

Según Underhill, lo que quieren las mujeres de hoy viene determinado por cuatro cualidades que son las que más valoran en las cosas (lo que les decide qué productos y servicios consumir) y particularmente considero que también pueda serlo en las personas (lo que les decide que pareja o amistades elegir):

      • La Seguridad: Derivado posiblemente de una necesidad atávica de protección ante su menor fortaleza física, las mujeres aprecian todo aquello que generalmente eluda el peligro gratuito y garantice la estabilidad y la armonía.
      • La Adaptación: Valoran aquello que tienda a adecuarse a sus gustos y cuya flexibilidad permita una acomodación a sus preferencias.
      • El Respeto: Aprecian la consideración integral hacia su persona.
      • La Higiene: Estiman muy positivamente todo lo referido a la limpieza como referente de salud, confort y perdurabilidad.

Estoy convencido de que si los hombres nos esforzamos en conocer mejor lo que quieren las mujeres habremos dado el primer paso para solicitar que también ellas descubran lo que queremos los hombres, mundos puede que algo diferentes pero no inevitablemente distantes con toda seguridad… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Lo que une a las personas


Muchas veces me he preguntado qué es lo que acerca y une a las personas, que atrae a la gente en los casos en que no existe un vínculo de relación predeterminado como lo pueda ser el familiar, en esas situaciones en que la elección es libre y no impuesta por las circunstancias, cuando la autonomía de decisión solo depende de la voluntad y el criterio personal.

¿Por qué nos aproximamos más a ciertas personas que a otras? ¿Qué nos lleva a elegir pareja, amigos, socios, colaboradores, etc.? ¿Qué apreciamos en los demás que nos atrae hasta el punto de querer compartir con ellos nuestro tiempo, eso que valoramos más?

No puede haber una respuesta general pues la atracción entre las personas se explica a partir de un cóctel integrado por muchos ingredientes que no se repiten por igual en cada cual, al ser los gustos algo tan particular. No obstante, de todos ellos, hay uno que destaca poderosamente sobre los demás y que no suele nunca faltar a la hora de fijarnos en quienes nos rodean, constituyéndose siempre en condición necesaria y hasta suficiente por lo normal.

Es… ¡la ADMIRACIÓN!

Los diccionarios definen la ADMIRACIÓN como… la consideración que se tiene a alguien o algo por sus cualidades, quedando aquí patente que son las cualidades quienes la determinan y derivan a su vez en una consideració especial. Cuando de alguien valoramos con intensidad positiva alguna de sus cualidades comenzamos a admirarlo, fascinándonos su habilidad y sintiendo una fuerza invisible que ejerce del más potente imán de atracción humana mientras persista esa cualidad.

De todos, quizás el ejemplo más evidente del poder de encantamiento de la ADMIRACIÓN lo encontramos en las relaciones sentimentales de pareja, que suelen comenzar desbocadamente cuando el enamoramiento ejerce de sublimador de las virtudes del sujeto amado y ocultador de lo que no suele gustar. Nos enamoramos porque admiramos algunas (no necesariamente todas ni las más importantes) características personales de la pareja y nos desenamoramos cuando ya no somos capaces de percibirlas, bien porque al principio no fueron realmente ciertas o porque siéndolo hayan sido perdidas por la persona amada al cambiar (George Sand dijo que… el amor sin admiración solo es amistad).

En el mundo laboral la ADMIRACIÓN también es muy determinante al ser consustancial con el liderazgo profesional, encontrándose difícilmente líderes naturales que no sean admirados por sus colaboradores quienes, llevados por esta consideración especial, suelen convertirse en fieles seguidores e incluso  imitadores de su actuar. En el extremo opuesto se encontrarían los jefeadores que, carentes de toda cualidad admirable, generan en sus subordinados desinterés, distanciamiento y malestar.

En general, la ADMIRACIÓN se sustenta en el hecho de percibir que otra persona realiza algo que valoramos como significativo y de forma evidentemente mejor que uno mismo. Si lo valorado además es ejecutado con excelencia, la ADMIRACIÓN se convierte en veneración, generando sentimientos de lo que llamamos amor platónico, en el que se sustenta el fenómeno de los fans en todas sus intensidades y variedad (música, literatura, deportes, etc.). Personalmente confieso una vez más que siento admiración por los directores de orquesta, a muchos de los cuales sigo desde hace años en sus conciertos viajando en motocicleta para poderles escuchar.

Si admirar depende de uno mismo, ser admirado desde luego que también. Todo parte del compromiso y la voluntad personal para desarrollar obstinadamente aquellas capacidades (cualesquiera y sin importar su trascendencia) para las que mejor dotados estemos y nos distingan algo de los demás. Hablar con serenidad, ser disciplinado, no enfadarse, tener sentido del humor y tantos como estos son claros argumentos por sí mismos para atraer a los demás. Sin excepción, todos albergamos suficientes razones internas para ser por algo admirados, pero no todos somos capaces de desarrollarlas y exteriorizarlas al exigir un esfuerzo que no solemos estar dispuestos a entregar y como todo en la vida, siempre será necesario para mejorar…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Engrasar para engranar

Sin necesidad de dominar la ciencia de la mecánica, todos sabemos que una de las claves determinantes de la eficiencia de cualquier motor radica en minimizar las pérdidas de energía motivadas por el rozamiento a que se ven sometidos sus componentes en la necesaria interacción de los unos con los otros.

Toda organización con un fin determinado (empresas, partidos políticos, órganos de gobierno, ONG´s, asociaciones culturales, deportivas, profesionales, etc.) se asemeja en gran medida a un motor compuesto por muchas piezas, siendo la más importante de todas la única que está viva: las personas.

Las personas constituyen ese valioso y exclusivo agente de una organización que puede solucionar problemas y estos son, por definición, consustanciales con toda entidad pues cada organización es una fuente constante de generación de los mismos, al tener que pugnar con las demás por aquello que todas desean conseguir (vender, obtener votos, ganar partidos, etc.).

Hasta la fecha, uno de los mejores procedimientos demostrados para minimizar el rozamiento generado en un motor para que todas sus piezas engranen óptimamente es el engrasado con sustancias que faciliten su trabajo y aseguren su durabilidad. Pues bien, en las organizaciones también es necesario ENGRASAR para ENGRANAR, siendo indiscutiblemente el vehículo más determinante para que ello se produzca con éxito eso que llamamos la Comunicación.

Las personas tenemos una necesidad imperiosa de comunicarnos en todos los sentidos, pues la información siempre es el punto de partida para llegar a cualquier toma de postura y decisión. Y tomar decisiones representa el corazón de la resolución de problemas. Si a las personas en las organizaciones se les pide que resuelvan problemas y para ello no se instrumentan las vías de comunicación adecuadas para intercambiar información, el resultado es obvio que nunca podrá ser bueno.

Cuando la comunicación no fluye adecuadamente en las organizaciones, espontáneamente se crean nuevos canales oficiosos de información (Radio Macuto) que normalmente no responden a la realidad ni a la veracidad, originando un desestabilizador mar de fondo que contribuye más a la confusión que a la reparación.

Desgraciadamente, muchos directivos responsables de empresas y unidades de negocio todavía no son completamente conscientes de la estrecha vinculación entre comunicación y resultados, permitiendo que la maquinaria de su organización funcione ineficientemente, chirriando por no atender a su necesario engrase.

A ningún lector que haya llegado hasta aquí se le escapará que lo escrito es asimismo totalmente aplicable al terreno personal, en donde la ausencia de comunicación genera el principio de la decepción entre aquellos a los que les unen lazos de amor o amistad. Ya lo dijo con acierto en 2002 Pedro Almodóvar: Hable con ella…. 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

La Economía de la Felicidad

Si el concepto de Felicidad ya es suficientemente difícil de definir por lo que tiene de personal, más todavía lo debe ser su medición objetiva al no contar en la actualidad con ningún patrón que sea válido y a gusto de cualquier mortal.

Alcanzar la Felicidad es fundamentalmente asunto propio aunque el conjunto de las instituciones de gobierno público también deben contribuir, en lo que a su responsabilidad compete, a este objetivo principal y anhelado en nuestra vida. Contribución que difícilmente puede orientarse adecuadamente si los indicadores por ellos manejados siguen las doctrinas de los postulados de la Economía decimonónica que asociaba riqueza con Felicidad.

Hoy en día, es obvio que nadie aceptaría como única y satisfactoria unidad de medida de su Felicidad el importe de su Renta per Cápita (PIB nacional dividido por el número de sus habitantes), pues realmente todos sentimos que cohabitan otros muchos factores condicionantes en nuestra situación vivencial. Desgraciadamente, suele ser ese ratio el que preferentemente manejan los gobernantes para calibrar el progreso y la dicha de los pueblos, quizás por sus ansias de voto popular.

La profesora de la Universidad de Maryland y especialista en políticas públicas, Carol Graham, ha realizado un amplio estudio sobre los índices que determinan la percepción de la Felicidad en muchos países con diferente grado de desarrollo socioeconómico y lo ha publicado en su libro Happiness around the World. La conclusión más significativa a la que llega es tremendamente reveladora: con muy pocas excepciones, para los individuos el dinero no es la base fundamental de la Felicidad. Se cumple por tanto la llamada Ley de Easterlin que defiende que cuando el dinero sobrepasa un cierto límite (diferente según cada persona y en cada país), deja de ser fuente de Felicidad (la gente adinerada lo es menos que proporcionalmente a medida que se incrementa su riqueza).

Pero entonces, ¿cuál es el factor más comúnmente valorado en todo el mundo para determinar la FELICIDAD? Según la doctora Graham, es la Salud. Y tanto es así que parece establecerse una correspondencia biunívoca por la que las personas saludables son más felices y las personas felices son más saludables.

Sin embargo y en mi opinión, admitir todo esto nos lleva a una curiosa y evidente paradoja pues el dinero es necesario para todo gobierno que pretenda mejorar la cobertura de las prestaciones sanitarias de sus habitantes. Es decir, la riqueza de un país sí interviene indirectamente en la Felicidad de las personas, pues determina la calidad de aquello que contribuye muy directamente a mejorar lo que más valoran para alcanzarla.

Llegados hasta aquí podríamos inferir que los gobiernos de países con alta Renta per Cápita pueden contar con mayores recursos para garantizar la Salud de sus habitantes mejorando su sistema sanitario y por tanto facilitando más la Felicidad colectiva aunque, en realidad, esto no sería totalmente suficiente pues el tradicional concepto de salud pública alude más a su aspecto paliativo que al preventivo, el cual por el momento deberá seguir siendo mayoritariamente responsabilidad individual de cada cual.

En fin, que tratándose de Felicidad seguimos dándole vueltas a eso que con gran éxito proclamaba aquella famosa canción de Cristina y los Stop en los ´60 y que hoy se ha convertido en el más famoso triunvirato de Auto-Ayuda vital … Tres cosas hay en la vida: Salud, Dinero y Amor.

Amor… sobre el que en este artículo no me he atrevido a escribir, a la espera de que algún amable lector quiera y sepa explicarme su romántica relación con una Economía que nunca termina de acertar… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Personas con “Obsolescencia Programada”

El concepto de OBSOLESCENCIA PROGRAMADA, no siendo nuevo, ha cobrado plena actualidad desde la reciente emisión por la 2 de Televisión Española del ingenioso y revelador documental dirigido por Cosima Dannoritzer cuyo título lo define como toda una militante declaración de principios: “Comprar, tirar, comprar”.

Uno de los sustentos teóricos de la macroeconomía moderna como disciplina académica de análisis del comportamiento de la sociedad radica en la conocida “Ley de la Oferta y la Demanda” que, a finales del siglo XVIII, ya intuyese Adam Smith en su obra más popular: “La riqueza de las naciones”.

Hoy en día, pretender que el “Precio” es la única variable que ajusta ofertas con demandas es una tremenda ingenuidad pues el devenir de la historia comercial de los países desarrollados nos demuestra cuantos otros factores tienen también su protagonista injerencia en el comportamiento del consumidor, conformando al final una tupida red de estrategias, tácticas, técnicas e intereses que tergiversan la pureza de esta teoría y que los economistas ya no damos abasto a modelizar.

De entre todas ellas la Obsolescencia Programada es una de las más deshonestas pues comporta aquello que siempre es más condenable: el engaño. La fabricación de productos con fecha de caducidad técnicamente predeterminada y previamente ocultada con objeto de favorecer su rotación en ventas nos aboca a una paradoja sin sentido: ¡los productos mejoran paulatinamente en su calidad pero cada vez duran menos! Es decir, el verdadero valor de un producto respecto de su contribución al uso asignado queda limitado por el fabricante al acortar deliberadamente su vida útil por una razón de interés comercial, práctica unilateral que sitúa en franca desventaja al confiado comprador. Esto no parece justo.

Pero la Obsolescencia Programada no es un mal que solo afecta a los productos pues también alcanza a las personas. ¿O no es Obsolescencia Programada la fijación por decreto de la edad de jubilación laboral? Las personas contribuyen al avance de la sociedad con su trabajo a la par que el trabajo también constituye una fuente de enriquecimiento y realización personal para quien lo desarrolla con interés y pleno aprovechamiento. Limitar todo esto hasta una fecha establecida y desde la ley tampoco parece justo.

Yo no sé quien tiene finalmente la culpa pero nuestra sociedad, hace ya varias generaciones, ha interiorizado una práctica que se ha convertido en ese derecho incuestionable y consolidado de vivir sin trabajar a partir de cierta edad. Derecho que, siendo solidariamente aceptable, no es neutral pues ejerce de invisible agente disuasor de toda iniciativa personal hacia la prolongación de su vida laboral y que en ocasiones (como lo son los tiempos de crisis actual y quizás puedan ser los futuros) no es fácilmente asumible en su financiación por las arcas del estado.

Excepto en algunas determinadas ocupaciones, hoy en día el talento prima más que la fuerza física al contar con maquinarias que resuelven muchos de los esfuerzos que antaño debían realizar las personas. Además, el talento no se agota con la edad, antes al contrario normalmente suele incrementarse fruto de la experiencia y los conocimientos adquiridos. No vamos bien si renunciamos a él aparcando con un sueldo de supervivencia a quienes más lo detentan por una razón meramente consuetudinaria.

Hacia todo esto se deberían dirigir comprometidamente las miradas de los agentes sociales que tienen poder de influencia en la opinión pública para plantear un necesario cambio de paradigma social. Cambio que viene motivado por una realidad que parece ser difícilmente inevitable: el cuestionamiento del omnicomprensivo “Estado del Bienestar” como modelo de progreso en el mundo desarrollado.

En plena discusión social sobre el sistema de pensiones del estado español, algunos se quejan de la propuesta gubernamental de ampliación de la edad de jubilación PROGRAMADA hasta los 67 años, ignorando que a esa edad la vida no necesariamente es presa de la OBSOLESCENCIA, pues puede y debe ser mucho más que la perezosa y paseada contemplación diaria del avance en el estado de las obras comenzadas en cada barrio… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

El viaje más triste…

Algunos de nuestros viajes comienzan cuando los de otros ya han terminado.

La rueda delantera de mi motocicleta serpenteaba por la angosta y descascarillada carretera que subía hacia aquella perdida población de la serranía leridana, en una de esas serenas tardes de Enero en las que la tenue luz del sol calladamente anuncia su despedida hasta el día siguiente. En el horizonte, señalándome la llegada, se recortaban algunas cruces oxidadas que emergían de las tapias de un solitario y luctuoso cementerio, lugar de destino del viaje más triste que nunca haya realizado en mi fiel amiga de dos ruedas. Atrás, más de 350 kilómetros de afligida reflexión sobre la futilidad de la condición humana.

Las despedidas sin la esperanza del reencuentro duelen más y nunca hay palabras que las justifiquen ni las reparen. Nos ha dejado para siempre Dolores, la dulce Dolores, quien hasta el final deseó con toda su fe vivir esa media vida que todavía le quedaba como esposa, madre y profesional y que ha sido truncada por una cruel enfermedad que acampa y se extiende en los cuerpos, minándolos sin aviso previo de su maldad. Pepe, su querido marido, ha sido, es y será mi amigo toda nuestra vida. Nos abrazamos fuertemente en un denso y cómplice silencio, el único que puede decirlo todo en esos momentos de dolor y obligada emoción contenida.

Veinte minutos después, oscurecido el día y enfriado el cielo, emprendía la vuelta con la sensación de que lo ocurrido forma parte de la vida, aunque la protagonista fuera la muerte. Varias horas por delante de negra y larga carretera que hice absorto en mis pensamientos, de un tirón y sin reparar en la necesidad de un descanso que mi cuerpo no solicitó por respeto a lo acontecido.

Si la muerte es lo opuesto a la vida y la muerte es negación, la vida solo puede y debe ser afirmación. La vida se opone a la muerte como lo positivo a lo negativo, como lo blanco a lo negro. Por esto mismo la vida, si no es vivida intensamente desde el compromiso personal de la búsqueda de todas sus posibilidades, se convierte en la anticipación de una muerte asumida por decisión propia: sin lugar a dudas, la peor elección que uno pueda tomar.

Escuchando, mientras esto escribo, la inmortal misa de Réquiem de Mozart me pregunto cuánto de bello me queda aun descubrir en las cosas y en las personas que me rodean y cuánto debo hacer sin ninguna tardanza por encontrarlo, no resignándome a aceptar con pasiva indolencia lo mucho o poco que el destino desee ofrecerme, pues entonces quizás pueda llegarme ya tarde y yo mismo sea el difunto protagonista del viaje más triste de aquellos que algún día me quisieron…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¿Imitar o Innovar?: La Im-novación

innovacion

El pasado 22 de Diciembre nuevamente se conjuraron millones ilusiones en busca de “La Suerte” transfigurada de pura casualidad. El 23, como siempre ocurre, despertamos con el triunfo de la estadística y amanecieron millonarios no más que los muy pocos que establece el reglamento de premios de Loterías y Apuestas del Estado.

El que a uno le toque el premio gordo de la Lotería de Navidad es un hecho tan improbable como que se le pueda ocurrir inventar Ikea, Harry Potter o Facebook. Los golpes de fortuna o las ideas felices son tan raros que, hacer descansar nuestros éxitos en la búsqueda desesperada de lo insólito, genial o estrictamente novedoso parece poco práctico.

La historia del desarrollo humano está plagado de ejemplos que demuestran que la evolución se ha construido normalmente a partir de una paulatina corriente de discretas aportaciones que mejoraban lo existente en lugar de mágicas, sorpresivas y transgresoras originalidades. En este sentido, podríamos decir que el desarrollo (tanto personal como profesional o empresarial) se ampara en un secuencializado proceso de imitación mejorada de lo existente a nuestro alrededor, siendo la clave de la velocidad de avance la adecuada elección de los modelos de referencia.

Conformamos la idiosincrasia que nos define a cada uno como persona partiendo de los ejemplos que más cerca tenemos (padres, otros familiares, amigos, profesores, etc.), de los que copiamos los comportamientos que consideramos apropiados y mejores para caminar por la vida. Profesionalmente también ocurre lo mismo, siendo la forma más habitual de aprender a trabajar la adopción de las buenas prácticas identificadas en nuestros jefes y compañeros de trabajo (sobre todo durante los comienzos de nuestra carrera laboral). Es decir, imitamos aquello que valoramos positivamente porque nos ahorra esfuerzo y nos facilita nuestro progreso.

Pues bien, las últimas corrientes de pensamiento económico también apuestan por la consecución del éxito empresarial a partir de la imitación evolucionativa de modelos ya exitosos y existentes, en lugar de las estrategias basadas en la onerosa y muchas veces suicida búsqueda de aquello desconocidamente nuevo que todavía no se ha inventado y cuyo éxito siempre será una incógnita. Esto mismo es lo que defiende Oded Shenkar en su último libro “Copycats”, donde propone referirse a la “Im-novación” como la Imitación con un cierto grado de Innovación.

Tras varios y fiables estudios sobre muestras significativas de empresas de todo tipo se ha llegado a concluir que las compañías que mejores resultados obtienen son las que siguen la estrategia del aprovechamiento de las buenas prácticas de las demás, eso sí, mejorándolas sensiblemente de algún modo más efectivo. Países como Japón, Corea o Taiwan en su momento llegaron a hacer bandera de esta filosofía y con muy buenos resultados. Hoy ya no son menospreciados por “copiones” y sus productos se valoran como los que más.

Estrenamos año cargado nuevamente de pronósticos teñidos de penurias y dificultad que aconsejan un cambio de actuación personal, profesional o empresarial para el cambio de los resultados. Cambio que, en la mayoría de los casos, no necesariamente debiera suponer una angustiosa incógnita: solo hay que observar acertadamente a nuestro alrededor e “Im-novar”…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

11… consejos para el 2011

  

     1        … OBJETIVO DESTACADO y principal cada día para focalizar tu interés en conseguir, al menos, eso que te has propuesto y consideras valioso para ti o los demás (si fallas poco, habrás conseguido terminar el año con casi 365 pequeños éxitos y te sorprenderás).

     2        … luminosas SONRISAS DIARIAS regaladas y sin importar a quien que, además de presentarte mejor ante los demás, contribuirán en todo momento a que tu carácter se pueda positivar.

     3        … días a la semana o más de restaurador EJERCICIO FÍSICO cardio-saludable, eligiendo la modalidad que mejor se ajuste a tus gustos y posibilidades, el lugar que menos inconvenientes te presente y los momentos más compatibles con tus obligaciones cotidianas, a fin de no abandonar.

     4       … reflexivas revisiones trimestrales de tus METAS ANUALES para comprobar su desarrollo y administrar, de ser necesario, las medidas correctoras que sean precisas para conseguir eso que te has propuesto y llena de motivador e ilusionante contenido tu próximo e irremplazable año por estrenar.

     5        … minutos diarios para PLANIFICAR LAS TAREAS principales del día siguiente, con objeto de priorizarlas y defenderlas de todas esas otras secundarias que siempre intentan colarse en tu tiempo, robándolo y desperdiciándolo hasta llegarte a frustrar.

     6        … afectuosas LLAMADAS TELEFÓNICAS cada mes a tus familiares y amigos para que “la falta de tiempo” no sea nunca más la justificación que te lleve a perder el contacto personal con aquellos a quienes no quieres dejar de apreciar.

     7        … días por semana ofreciendo BUEN HUMOR, a tu estilo pero respetando siempre la idiosincrasia de los demás.

     8       … es la hora que no conviene rebasar para FINALIZAR EL TRABAJO cada día, considerando que no por extender más el horario laboral serás más eficaz y que además, tú mismo o alguien seguro te lo agradecerá.

     9        … veces al día ESCUCHA EMPÁTICAMENTE a los demás, cediéndoles tu tiempo para que expresen serenamente sus ideas y comprendiendo estas en función de su situación personal.

  10        … minutos diarios al menos de LECTURA PLACENTERA en el soporte que prefieras, alejada de lo estrictamente profesional o lo meramente informativo, buscando el conocimiento sensorial y racional.

  11       … “GRACIAS” y “POR FAVOR” dichas antes de ponerse el sol, para no olvidar que de la buena educación  nace todo lo demás.

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

A quienes… corresponda

·        A quienes… leen este Blog cada semana, mi agradecimiento de todo corazón.

·        A quienes… comparten conmigo sus reflexiones, mi estrecha complicidad en una misma opinión.

·        A quienes… discrepan de ellas, mi sincero respeto y mi consideración.

·        A quienes… he contribuido para iniciar la búsqueda del camino de la superación, mis ánimos más encendidos para emprender el esfuerzo con tesón.

·        A quienes… creen que ya han triunfado, mi consejo de relativización.

·        A quienes… les faltan motivaciones para continuar, mi sugerencia de acometer la vida con objetivos y planificación.

·        A quienes… solo ven sombras en un horizonte incierto, mi propuesta de no retrasar su actuación.

·        A quienes… todavía no se han reconciliado con su persona y su situación, mi consideración de que no es lo mismo aceptación que resignación.

·        A quienes… la risa les visita poco, mi chiste más guasón.

·        A quienes… la emoción es solo un recuerdo, mis deseos de recuperación.

·        A quienes… los niños les hacen niños, mi confesión de ser uno de ellos aunque sea casi cincuentón.

·        A quienes… gozan del amor, mi convencimiento de que no hay mejor medicación.

·        A quienes… siempre ven la vida desde la estación, mi sugerencia de que corran para coger el último vagón.

·        A quienes… viven la vida conscientes de que casi nunca es posible todo lo mejor, mi arrepentimiento como perfeccionista de salón.

·        A quienes… todavía les quedan enemigos conocidos, mi proposición de perdón.

·        A quienes… ya no quieren esperar más para tomar las decisiones que faltan en su vida, mi respaldo a su valentía y a su reacción.

·        A quienes… piensan que todo esto solo vale el uno de enero, mi regalo de un calendario que no distingue de fechas para vivir con compromiso y decisión.

·        A quienes… todavía creen en un mundo mejor, mi llamada a unirnos para contribuir a su salvación.

·        A quienes… aun todo esto les parece poco, mi ausencia de una mejor solución…

 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Marta Domínguez y el Estado de Alarma

Marta Dominguez

El profundo cambio de valores socio-culturales que el recién finalizado siglo XX ha provocado en la humanidad viene caracterizado por la instauración de algunos estilos de actuación personal que ya se han convertido en “obligatorias doctrinas de comportamiento”. Una de las más evidentes en las sociedades desarrolladas es la aceptación universal de la religión del “Ganar”.

En un mundo en el que todavía queda un largo trecho hasta solucionar el sempiterno problema de la escasez (no hay de todo para todos), la cultura del Ganar se ha impuesto cuasidefinitivamente como la solución más competitiva para “obtener algo más” frente a los demás, lo cual viene a determinar desgraciadamente el principal de los frenos a la solidaridad interpersonal.

Si en determinados ámbitos el Ganar responde a la misma esencia de lo que se hace (como lo es en el Deporte de Competición), en otros (como en el Laboral) el Ganar o “Ganar Más” podría ser cuestionado como ejemplo de egoísta y censurable comportamiento, sobre todo cuando lo que se pretende ganar más ya parte de niveles muy superiores a lo normal.

Marta Domínguez siempre nos ha demostrado su obstinado empecinamiento por Ganar y ese indomable espíritu competitivo la ha posicionado como elogiado ejemplo en el que nos debíamos mirar todos (ejemplo ahora desdibujado por la sospecha de juego sucio). Los controladores del espacio aéreo civil español también nos han demostrado que quieren Ganar Más (o lo mismo trabajando menos) y su última reivindicación pública, mal gestionada en una huelga torpe, dañina e improcedente, ha sido pública y privadamente condenada por todos.

En mi opinión y aun a riesgo de ser tildado de extravagancia mental considero que, si fuera probada algún tipo de conducta delictiva en nuestra atleta multicampeona (como la de tantos otros conocidos deportistas cuestionados por lo mismo), esto constituiría mayor motivo para decretar un Estado de Alarma nacional que lo protagonizado por un grupo de desconocidos y adinerados profesionales, pretendidamente exclusivos y radicalmente corporativistas.

Sin duda alguna, el daño a los grandes valores seculares de honestidad, dignidad e integridad personal que son infringidos cada vez que una figura del deporte internacional es descubierta en situaciones irregulares y tramposas es mucho mayor que cualquier reivindicación laboral por muy insostenible que parezca y por más incomodas que sean las consecuencias de sus actos de presión, actos que inevitablemente se diluyen en el tiempo a diferencia de los otros, imborrables por siempre en nuestro pensamiento y lo que todavía es peor, susceptibles de peligrosa imitación por las jóvenes generaciones.

Lo que a mí verdaderamente me instala en un desasosegante “Estado de Alarma” personal es sentir que, en nuestra desvalorizada sociedad actual, paulatinamente los fines van justificando más a los medios en una vorágine erosionadora de esos principios humanos que tantos siglos han costado conformar, que nos definen como especie singular y que solo por Ganar o quizás Ganar Más, algunos nos están queriendo dolorosamente arrebatar… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro