La Economía de la Felicidad

Si el concepto de Felicidad ya es suficientemente difícil de definir por lo que tiene de personal, más todavía lo debe ser su medición objetiva al no contar en la actualidad con ningún patrón que sea válido y a gusto de cualquier mortal.

Alcanzar la Felicidad es fundamentalmente asunto propio aunque el conjunto de las instituciones de gobierno público también deben contribuir, en lo que a su responsabilidad compete, a este objetivo principal y anhelado en nuestra vida. Contribución que difícilmente puede orientarse adecuadamente si los indicadores por ellos manejados siguen las doctrinas de los postulados de la Economía decimonónica que asociaba riqueza con Felicidad.

Hoy en día, es obvio que nadie aceptaría como única y satisfactoria unidad de medida de su Felicidad el importe de su Renta per Cápita (PIB nacional dividido por el número de sus habitantes), pues realmente todos sentimos que cohabitan otros muchos factores condicionantes en nuestra situación vivencial. Desgraciadamente, suele ser ese ratio el que preferentemente manejan los gobernantes para calibrar el progreso y la dicha de los pueblos, quizás por sus ansias de voto popular.

La profesora de la Universidad de Maryland y especialista en políticas públicas, Carol Graham, ha realizado un amplio estudio sobre los índices que determinan la percepción de la Felicidad en muchos países con diferente grado de desarrollo socioeconómico y lo ha publicado en su libro Happiness around the World. La conclusión más significativa a la que llega es tremendamente reveladora: con muy pocas excepciones, para los individuos el dinero no es la base fundamental de la Felicidad. Se cumple por tanto la llamada Ley de Easterlin que defiende que cuando el dinero sobrepasa un cierto límite (diferente según cada persona y en cada país), deja de ser fuente de Felicidad (la gente adinerada lo es menos que proporcionalmente a medida que se incrementa su riqueza).

Pero entonces, ¿cuál es el factor más comúnmente valorado en todo el mundo para determinar la FELICIDAD? Según la doctora Graham, es la Salud. Y tanto es así que parece establecerse una correspondencia biunívoca por la que las personas saludables son más felices y las personas felices son más saludables.

Sin embargo y en mi opinión, admitir todo esto nos lleva a una curiosa y evidente paradoja pues el dinero es necesario para todo gobierno que pretenda mejorar la cobertura de las prestaciones sanitarias de sus habitantes. Es decir, la riqueza de un país sí interviene indirectamente en la Felicidad de las personas, pues determina la calidad de aquello que contribuye muy directamente a mejorar lo que más valoran para alcanzarla.

Llegados hasta aquí podríamos inferir que los gobiernos de países con alta Renta per Cápita pueden contar con mayores recursos para garantizar la Salud de sus habitantes mejorando su sistema sanitario y por tanto facilitando más la Felicidad colectiva aunque, en realidad, esto no sería totalmente suficiente pues el tradicional concepto de salud pública alude más a su aspecto paliativo que al preventivo, el cual por el momento deberá seguir siendo mayoritariamente responsabilidad individual de cada cual.

En fin, que tratándose de Felicidad seguimos dándole vueltas a eso que con gran éxito proclamaba aquella famosa canción de Cristina y los Stop en los ´60 y que hoy se ha convertido en el más famoso triunvirato de Auto-Ayuda vital … Tres cosas hay en la vida: Salud, Dinero y Amor.

Amor… sobre el que en este artículo no me he atrevido a escribir, a la espera de que algún amable lector quiera y sepa explicarme su romántica relación con una Economía que nunca termina de acertar… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Personas con “Obsolescencia Programada”

El concepto de OBSOLESCENCIA PROGRAMADA, no siendo nuevo, ha cobrado plena actualidad desde la reciente emisión por la 2 de Televisión Española del ingenioso y revelador documental dirigido por Cosima Dannoritzer cuyo título lo define como toda una militante declaración de principios: “Comprar, tirar, comprar”.

Uno de los sustentos teóricos de la macroeconomía moderna como disciplina académica de análisis del comportamiento de la sociedad radica en la conocida “Ley de la Oferta y la Demanda” que, a finales del siglo XVIII, ya intuyese Adam Smith en su obra más popular: “La riqueza de las naciones”.

Hoy en día, pretender que el “Precio” es la única variable que ajusta ofertas con demandas es una tremenda ingenuidad pues el devenir de la historia comercial de los países desarrollados nos demuestra cuantos otros factores tienen también su protagonista injerencia en el comportamiento del consumidor, conformando al final una tupida red de estrategias, tácticas, técnicas e intereses que tergiversan la pureza de esta teoría y que los economistas ya no damos abasto a modelizar.

De entre todas ellas la Obsolescencia Programada es una de las más deshonestas pues comporta aquello que siempre es más condenable: el engaño. La fabricación de productos con fecha de caducidad técnicamente predeterminada y previamente ocultada con objeto de favorecer su rotación en ventas nos aboca a una paradoja sin sentido: ¡los productos mejoran paulatinamente en su calidad pero cada vez duran menos! Es decir, el verdadero valor de un producto respecto de su contribución al uso asignado queda limitado por el fabricante al acortar deliberadamente su vida útil por una razón de interés comercial, práctica unilateral que sitúa en franca desventaja al confiado comprador. Esto no parece justo.

Pero la Obsolescencia Programada no es un mal que solo afecta a los productos pues también alcanza a las personas. ¿O no es Obsolescencia Programada la fijación por decreto de la edad de jubilación laboral? Las personas contribuyen al avance de la sociedad con su trabajo a la par que el trabajo también constituye una fuente de enriquecimiento y realización personal para quien lo desarrolla con interés y pleno aprovechamiento. Limitar todo esto hasta una fecha establecida y desde la ley tampoco parece justo.

Yo no sé quien tiene finalmente la culpa pero nuestra sociedad, hace ya varias generaciones, ha interiorizado una práctica que se ha convertido en ese derecho incuestionable y consolidado de vivir sin trabajar a partir de cierta edad. Derecho que, siendo solidariamente aceptable, no es neutral pues ejerce de invisible agente disuasor de toda iniciativa personal hacia la prolongación de su vida laboral y que en ocasiones (como lo son los tiempos de crisis actual y quizás puedan ser los futuros) no es fácilmente asumible en su financiación por las arcas del estado.

Excepto en algunas determinadas ocupaciones, hoy en día el talento prima más que la fuerza física al contar con maquinarias que resuelven muchos de los esfuerzos que antaño debían realizar las personas. Además, el talento no se agota con la edad, antes al contrario normalmente suele incrementarse fruto de la experiencia y los conocimientos adquiridos. No vamos bien si renunciamos a él aparcando con un sueldo de supervivencia a quienes más lo detentan por una razón meramente consuetudinaria.

Hacia todo esto se deberían dirigir comprometidamente las miradas de los agentes sociales que tienen poder de influencia en la opinión pública para plantear un necesario cambio de paradigma social. Cambio que viene motivado por una realidad que parece ser difícilmente inevitable: el cuestionamiento del omnicomprensivo “Estado del Bienestar” como modelo de progreso en el mundo desarrollado.

En plena discusión social sobre el sistema de pensiones del estado español, algunos se quejan de la propuesta gubernamental de ampliación de la edad de jubilación PROGRAMADA hasta los 67 años, ignorando que a esa edad la vida no necesariamente es presa de la OBSOLESCENCIA, pues puede y debe ser mucho más que la perezosa y paseada contemplación diaria del avance en el estado de las obras comenzadas en cada barrio… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

El viaje más triste…

Algunos de nuestros viajes comienzan cuando los de otros ya han terminado.

La rueda delantera de mi motocicleta serpenteaba por la angosta y descascarillada carretera que subía hacia aquella perdida población de la serranía leridana, en una de esas serenas tardes de Enero en las que la tenue luz del sol calladamente anuncia su despedida hasta el día siguiente. En el horizonte, señalándome la llegada, se recortaban algunas cruces oxidadas que emergían de las tapias de un solitario y luctuoso cementerio, lugar de destino del viaje más triste que nunca haya realizado en mi fiel amiga de dos ruedas. Atrás, más de 350 kilómetros de afligida reflexión sobre la futilidad de la condición humana.

Las despedidas sin la esperanza del reencuentro duelen más y nunca hay palabras que las justifiquen ni las reparen. Nos ha dejado para siempre Dolores, la dulce Dolores, quien hasta el final deseó con toda su fe vivir esa media vida que todavía le quedaba como esposa, madre y profesional y que ha sido truncada por una cruel enfermedad que acampa y se extiende en los cuerpos, minándolos sin aviso previo de su maldad. Pepe, su querido marido, ha sido, es y será mi amigo toda nuestra vida. Nos abrazamos fuertemente en un denso y cómplice silencio, el único que puede decirlo todo en esos momentos de dolor y obligada emoción contenida.

Veinte minutos después, oscurecido el día y enfriado el cielo, emprendía la vuelta con la sensación de que lo ocurrido forma parte de la vida, aunque la protagonista fuera la muerte. Varias horas por delante de negra y larga carretera que hice absorto en mis pensamientos, de un tirón y sin reparar en la necesidad de un descanso que mi cuerpo no solicitó por respeto a lo acontecido.

Si la muerte es lo opuesto a la vida y la muerte es negación, la vida solo puede y debe ser afirmación. La vida se opone a la muerte como lo positivo a lo negativo, como lo blanco a lo negro. Por esto mismo la vida, si no es vivida intensamente desde el compromiso personal de la búsqueda de todas sus posibilidades, se convierte en la anticipación de una muerte asumida por decisión propia: sin lugar a dudas, la peor elección que uno pueda tomar.

Escuchando, mientras esto escribo, la inmortal misa de Réquiem de Mozart me pregunto cuánto de bello me queda aun descubrir en las cosas y en las personas que me rodean y cuánto debo hacer sin ninguna tardanza por encontrarlo, no resignándome a aceptar con pasiva indolencia lo mucho o poco que el destino desee ofrecerme, pues entonces quizás pueda llegarme ya tarde y yo mismo sea el difunto protagonista del viaje más triste de aquellos que algún día me quisieron…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¿Imitar o Innovar?: La Im-novación

innovacion

El pasado 22 de Diciembre nuevamente se conjuraron millones ilusiones en busca de “La Suerte” transfigurada de pura casualidad. El 23, como siempre ocurre, despertamos con el triunfo de la estadística y amanecieron millonarios no más que los muy pocos que establece el reglamento de premios de Loterías y Apuestas del Estado.

El que a uno le toque el premio gordo de la Lotería de Navidad es un hecho tan improbable como que se le pueda ocurrir inventar Ikea, Harry Potter o Facebook. Los golpes de fortuna o las ideas felices son tan raros que, hacer descansar nuestros éxitos en la búsqueda desesperada de lo insólito, genial o estrictamente novedoso parece poco práctico.

La historia del desarrollo humano está plagado de ejemplos que demuestran que la evolución se ha construido normalmente a partir de una paulatina corriente de discretas aportaciones que mejoraban lo existente en lugar de mágicas, sorpresivas y transgresoras originalidades. En este sentido, podríamos decir que el desarrollo (tanto personal como profesional o empresarial) se ampara en un secuencializado proceso de imitación mejorada de lo existente a nuestro alrededor, siendo la clave de la velocidad de avance la adecuada elección de los modelos de referencia.

Conformamos la idiosincrasia que nos define a cada uno como persona partiendo de los ejemplos que más cerca tenemos (padres, otros familiares, amigos, profesores, etc.), de los que copiamos los comportamientos que consideramos apropiados y mejores para caminar por la vida. Profesionalmente también ocurre lo mismo, siendo la forma más habitual de aprender a trabajar la adopción de las buenas prácticas identificadas en nuestros jefes y compañeros de trabajo (sobre todo durante los comienzos de nuestra carrera laboral). Es decir, imitamos aquello que valoramos positivamente porque nos ahorra esfuerzo y nos facilita nuestro progreso.

Pues bien, las últimas corrientes de pensamiento económico también apuestan por la consecución del éxito empresarial a partir de la imitación evolucionativa de modelos ya exitosos y existentes, en lugar de las estrategias basadas en la onerosa y muchas veces suicida búsqueda de aquello desconocidamente nuevo que todavía no se ha inventado y cuyo éxito siempre será una incógnita. Esto mismo es lo que defiende Oded Shenkar en su último libro “Copycats”, donde propone referirse a la “Im-novación” como la Imitación con un cierto grado de Innovación.

Tras varios y fiables estudios sobre muestras significativas de empresas de todo tipo se ha llegado a concluir que las compañías que mejores resultados obtienen son las que siguen la estrategia del aprovechamiento de las buenas prácticas de las demás, eso sí, mejorándolas sensiblemente de algún modo más efectivo. Países como Japón, Corea o Taiwan en su momento llegaron a hacer bandera de esta filosofía y con muy buenos resultados. Hoy ya no son menospreciados por “copiones” y sus productos se valoran como los que más.

Estrenamos año cargado nuevamente de pronósticos teñidos de penurias y dificultad que aconsejan un cambio de actuación personal, profesional o empresarial para el cambio de los resultados. Cambio que, en la mayoría de los casos, no necesariamente debiera suponer una angustiosa incógnita: solo hay que observar acertadamente a nuestro alrededor e “Im-novar”…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

11… consejos para el 2011

  

     1        … OBJETIVO DESTACADO y principal cada día para focalizar tu interés en conseguir, al menos, eso que te has propuesto y consideras valioso para ti o los demás (si fallas poco, habrás conseguido terminar el año con casi 365 pequeños éxitos y te sorprenderás).

     2        … luminosas SONRISAS DIARIAS regaladas y sin importar a quien que, además de presentarte mejor ante los demás, contribuirán en todo momento a que tu carácter se pueda positivar.

     3        … días a la semana o más de restaurador EJERCICIO FÍSICO cardio-saludable, eligiendo la modalidad que mejor se ajuste a tus gustos y posibilidades, el lugar que menos inconvenientes te presente y los momentos más compatibles con tus obligaciones cotidianas, a fin de no abandonar.

     4       … reflexivas revisiones trimestrales de tus METAS ANUALES para comprobar su desarrollo y administrar, de ser necesario, las medidas correctoras que sean precisas para conseguir eso que te has propuesto y llena de motivador e ilusionante contenido tu próximo e irremplazable año por estrenar.

     5        … minutos diarios para PLANIFICAR LAS TAREAS principales del día siguiente, con objeto de priorizarlas y defenderlas de todas esas otras secundarias que siempre intentan colarse en tu tiempo, robándolo y desperdiciándolo hasta llegarte a frustrar.

     6        … afectuosas LLAMADAS TELEFÓNICAS cada mes a tus familiares y amigos para que “la falta de tiempo” no sea nunca más la justificación que te lleve a perder el contacto personal con aquellos a quienes no quieres dejar de apreciar.

     7        … días por semana ofreciendo BUEN HUMOR, a tu estilo pero respetando siempre la idiosincrasia de los demás.

     8       … es la hora que no conviene rebasar para FINALIZAR EL TRABAJO cada día, considerando que no por extender más el horario laboral serás más eficaz y que además, tú mismo o alguien seguro te lo agradecerá.

     9        … veces al día ESCUCHA EMPÁTICAMENTE a los demás, cediéndoles tu tiempo para que expresen serenamente sus ideas y comprendiendo estas en función de su situación personal.

  10        … minutos diarios al menos de LECTURA PLACENTERA en el soporte que prefieras, alejada de lo estrictamente profesional o lo meramente informativo, buscando el conocimiento sensorial y racional.

  11       … “GRACIAS” y “POR FAVOR” dichas antes de ponerse el sol, para no olvidar que de la buena educación  nace todo lo demás.

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro