La mirada que no pude aguantar

El gorila del Bioparc

No sé que hay en los ojos que cuando nos miran hablan mucho más que cualquiera de los discursos que podamos escuchar. Son pantallas de brillo circular tras las cuales se esconden abismos infinitos de misterios, siempre pendientes de solucionar. Nunca mienten, pues la mirada es lo más complejo de falsear.

Los ojos, pese a su aparente fragilidad, atesoran tanta fuerza que en ocasiones su mirada fija nos resulta imposible de aguantar. Este enigma, complejo y universal, para mí que se explica por algo que llamamos dignidad, eso que se encuentra instalado en lo más privado de cada cual y que mal resiste su afeamiento por los demás, sobre todo al descubrirnos alguna verdad diferente a la nuestra y que nos incomoda tanto que nos obliga, sin querer, a retirar la vista a otro lugar.

Recientemente visité Bioparc Valencia, un parque zoológico denominado de última generación que se nos presenta en pro de la conservación animal como el mejor hábitat que pueda existir en cautividad y en pleno casco de la ciudad. Espacio, orden, limpieza y una aparente calma y tranquilidad quieren dar a entender que, al fin, el ser humano ha encontrado una fórmula aceptable para reunir y mostrar controladamente a sus vecinos terrestres sin presuntamente atentar a su salud y a su dignidad.

Reconozco que aquella mañana brillante y olorosa de primavera, paseando plácidamente por los diferentes ambientes de Bioparc, llegue a pensar que sus inquilinos eran verdaderamente felices en esa suerte de puzle de decorados invisibles y sin solución de continuidad, que reproducían admirablemente los paisajes originarios de cada especie con la máxima fidelidad. Jirafas, cebras, avestruces y rinocerontes confraternizaban en una sabana de atrezo bajo la adormecida mirada de los leones que solo se dedicaban a sestear, sin reparar en los vaivenes de unos elefantes entretenidos en jugar. Los hipopótamos en su remojo habitual y los cocodrilos, tan quietamente estupefactos, que siendo reales no parecían de verdad. Y los monos a lo suyo, armando una algarabía propia de una fiesta de cumpleaños para Tarzán.

Pero algo extrañamente singular me aconteció al llegar a la zona de los gorilas que, aunque separados por un grueso cristal, se pueden contemplar a menos de dos palmos como así hacen los tropeles de bulliciosos niños que llevados por sus colegios no dejan de mirar, chillar y gesticular frente a esos grandes simios que parecen acostumbrados a que les imiten un día tras otro, otro tras uno, reiteradamente y siempre de manera grotesca e igual. Pues bien, al llegar a la altura del patriarca de la comunidad, un espalda plateada que bien podría denominarse armario plateado pues tanto da, sentí un escalofrío agudo que me hizo tambalear cuando sus intensos e inquietantemente humanos ojos negros se clavaron en los míos para calladamente anunciarme que él también tenía derecho al uso de su dignidad. Dignidad perdida en esa exhibición bochornosa de feria postmoderna que disfraza una cárcel de lujo para seres vivos cuya condena penan solo por ser distintos a los humanos, precisamente lo que los humanos denominan como discriminar.

Acto seguido, cogiendo pausadamente del suelo con su inmenso brazo derecho un puñado de astillas de madera me las arrojó ceremoniosamente siendo detenidas por el cristal (instante final recogido en la fotografía de cabecera), como muestra disciplente de su intención de parecer tonto solo por él quererlo pero no por realmente serlo y menos todavía por ninguna imposición de una especie de reciente incorporación a la biosfera terrenal que se cree superior a todas, aunque no sea por méritos propios sino por ser la fortuita ganadora del premio de la lotería de una evolución genética casual.

Mis ojos avergonzados no aguantaron su mirada y se llenaron de unas lágrimas secas que todavía duelen en mi pesar. Es bien cierto que a mi peludo interlocutor visual no lo volveré a visitar, porque yo no me lo merezco y él se merece mucho más…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

22 respuestas a «La mirada que no pude aguantar»

  1. Bueno pues yo también quiero opinar y además como extrabajador de Bioparc. Sin rencor os cuento que este zoológico es meramente lucrativo. De un señor que lo usa para ganar dinero a costa de maltratar animales y trabajadores. Las verguenzas de Bioparc y que nadie conoce, como enterrar elefantes muertos en los vertederos del parque, los elefantes sufren porque están adormilados por las sustancias que les i yectan, los chimpancés son vendidos a otros parques excusandose en que pertenecen a una raza especial y separan una familia ya asentada y se los llecan a otros climas mas fríos, los cuidadores son tratados a patadas, no les dan medidas de seguridad adecuadas, véase el caso de la cuidadora de cocodrilos que fue mordida porque el recinto carecía de cobijo, al personal le pagan el salario mínimo y los demás son pluses que si caes enfermo no te pagan. Los visitantes son regiatrados en la puerta y les quitan la comida, pero luego dentro te hacen pagar grandes cantidades en las máquinas y puedes darselas a los animales. Eso es Bioparc y esos señores que usan dinero valenciano para lucrarse.

  2. Hola,

    He decidido escribir porque yo tampoco pude soportar la mirada de tristeza del gorila de espalda plateada del bioparc.yo fui hace ya un par de años pero no se me ha olvidado aquella mirada.cuando llegue a la zona de gorilas este macho estaba sentado,solo en un rincón,pegado al cristal y con la mirada seguía a cada uno de los niños que lo miraban sin moverse, sin gesticular,solo miraba y de vez en cuando miraba a algún adulto, cuando me fije bien en su mirada vi que aquella no era una mirada de curiosidad, su mirada reflejaba una enorme pena una falta de dignidad robada, yo vi lo mismo en su mirada. Me senté alli y sentí un profundo sentimiento de tristeza, de compasión y empatia con el y cuando derrepente me miro me sentí atrapada por una mirada llena de sentimientos,sentí en el rabia,tristeza,aburrimiento y pena, me miro de una forma tan profunda que se me puso un nudo en la garganta y se me llenaron los ojos de lagrimas. Nunca me han gustado los zoos porque privan de libertad a los animales y pienso que el mismo derecho que tenemos nosotros a ser libres lo tienen ellos,la triste realidad es que se considera a los animales inferiores por no poder hablar en nuestro idioma o por no tener la inteligencia tan desarrollada como nosotros y mientras yo viva se que desgraciadamente esto no va a cambiar pero ojalá algún día aquellos que no son capaces de verlos con otros ojos mas que como “animales” se den cuenta de lo especiales que son todos y cada uno de los seres vivos de este planeta y dejen de creer que los que somos especiales y superiores somos nosotros,ojalá algún día puedan ser verdaderamente libres.
    Y otra cosa mas que añadir, se que mucha gente dice que los animales no tienen sentimientos , y eso me da muchísima rabia y pena, a esas personas os recomiendo que tengáis un perro o un gato y con ellos podréis llegar a ver y a apreciar que ellos y todos y cada uno de los animales tienen sentimientos de verdad.o miraros un documental donde podáis observar cómo reacciona una mama leona o elefante a la muerte de su hijo….no se como las personas no pueden ver el sufrimiento de los animales, muchos no serán inteligentes como nosotros, no sabrán construir, no sabrán inventar…pero no por ellos dejan de ser seres con sentimientos,
    El gorila del bioparc da mucha pena y se nota que esta triste.
    Y algo mas, por mucho que este parque intente reproducir hábitats naturales se me cae la cara de vergüenza de tener a los leopardos y a la pantera en un habitáculo minusculo, son animales que necesitan correr, necesitan espacio, partiendo del hecho de que deberían ser libres y vivir en su hábitat natural son unos de los más rápidos y deberían estar en un espacio abierto donde pudieran correr varios kilómetros, así como todos, leones, elefantes, cebras…es vergonzoso y me da muchísima pena, como se sentirían si estuvieran cada día de su vida metidos en su casa, aunque fuera una chalet de 400m , cada día en el mismo lugar, día tras día…
    En fin…ojalá algún día verdaderamente se prohiban los zoos y la privación de libertad a los animales porque ellos no pueden defender sus derechos y tienen los mismos derechos que nosotros.

    Saludos

  3. Hola Alonso , me gusto mucho el tema que estas tratando , siempre he pensado que en el caso de el zoológico y también en el circo , se vulnera la libertad de los animales , como muy bien lo decía Roser ,que comparto su opinión , para los animales como muy bien tu lo decías, solo pueden demostrar su impotencia de estar en esa situación,con miradas , con gestos agresivos pero a pesar de eso , no cambiara su situación.Pero hay algo que me preocupa bastante y es el hecho de llevar a los niños de paseo a ver a los animales , y pareciera que es lo mas normal , que ellos aprendan que así deben vivir , y¿ donde les enseñamos que cada ser merece ser libre ? que ese no es su hábitat y que por ejemplo : el esta triste porque esta en una jaula , tal vez los guías deberían aprender el lenguaje de nuestros animales y tal vez transmitirlo cuando entregan sus charlas , ojala no hubiesen animales en cautiverio .Gracias .

  4. Alonso….tu reflexión es muy profunda….la otra vez, compartí un enlace de un contacto del Facebook donde se mostraba un video de un ballena siendo rescatada por unos ambientalistas, después de que había quedado atorada en las redes de pesca en el mar de Cortéz….finalmente la ballena pudo ser liberada y en muestra de agradecimiento les regalo unos saltos espectaculares y saludos con su aleta caudal, con lo que nos da una gran lección a los seres humanos, mostrando los dos únicos requisitos para ser felices, el hecho de estar vivos y ser libres.

  5. Querido Antonio, que conmovedor tu relato! me encantó como lo expresás, cuanto sentimiento!
    Sabés? de niña me llevaban al Zoológico y de joven hubo dentro mio un rechazo a esa visita, la que es netamente una privación de la libertad y el derecho de los que estan encerrados, aunque hoy esos lugares se denominen diferente, como bioparc o parque temático, o como se los llame, es lo mismo de antes… es privación de derechos. También, la forma en la que definis y describís la dignidad es muy acertada, es una posesión única y preciosa que tenemos.
    Muchas gracias Antonio José.
    Un abrazo
    Norma Romano
    Buenos Aires, Argentina

    1. Me encanta la energía y sentimiento de lo que has escrito con relación a esta especie tan parecida al ser humano.

  6. Este reflexión me gustó mucho. Yo recuerdo que quando tenía aproximadamente quince años yo fui en el zoológico en Roma. Allí yo viví una experiencia semejante a aquella que vosotros describió, con la diferencia que el peludo animal me miró con mucha ira y literalmente pegó el cristal con una fuerza bestial que yo me asuste a muerte. Claramente él me dijo que mi envasión no le gustó nada.

  7. Alonso:
    Yo también amo a los animales y justamente decidí no visitar nunca más un zoológico tras la visita a la jaula de los gorilas (en Barcelona, en tiempos de Copito de Nieve)
    Temo que este comentario te resulte inquisidor pero, si te sentías avergonzado ¿porqué sacaste la foto?

  8. Antonio,
    Exelente reflexión.
    Tuve una experiencia parecida en el zoo de Berlin; una hermosa Orangutan tapaba su rostro al ser observada por el publico. Me parecio que ella estaba tremendamente avergonzada.
    Espero que mas personas se unan a favor de defender los derechos de nuestros “vecinos terrestres”.

    Una abrazo
    Rosario

    1. Felipe, gracias por tu amable comentario. En mi Blog, pinchando en el logo de Alonso-BUSINES COACHING (arriba a la derecha), podrás acceder a mi Web donde se indican los aspectos principales de mi actuación profesional…

  9. Muchas gracias, Antonio, por tu artículo.
    No he visitado este lugar, ni voy a hacerlo.
    De hecho, protagonicé, hace tiempo, junto con los compañeros de Anima Naturalis, una “performance” frente al Bioparc para reivindicar, ante quienes pasaban o entraban, que “Los zoos son cárceles”.
    Además, esta organización ha tenido que denunciar, nada menos que en Bruselas (porque aquí nadie les escucha), el estado lamentable en el que se encuentran muchos de estos animales: alimentación inadecuada, tratamientos veterinarios incontrolados…
    Estoy totalmente de acuerdo contigo, y en contra de encerrar de por vida a estos maravillosos seres que solo nos piden LIBERTAD.
    Me entristece ver que “educamos” a nuestros niños llevándoles a este lugar, y me surgen muchísimas preguntas en torno al mismo: ¿De dónde proceden todos estos desdichados seres? ¿Quién ha permitido que hayan sido secuestrados de sus hábitats? ¿Cuánto habrán pagado por ellos, y de dónde ha salido el dinero? ¿Cómo habrán sido maltratados y vejados para traerles hasta aquí, y lograr que permanezcan “dóciles” a nuestras miradas?…
    No tiene ninguna justificación privarles de libertad y pretender que aprendamos observándoles cautivos. No necesito ver un Gorila o un Elefante para respetarles y quererles, y entender que comparto con ellos el Planeta. Me sobra con saber que existen en sus hábitat y que allí tienen lo que necesitan: Libertad.

    Un abrazo.

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