Un Epílogo que es más principio que final

En el Índice de “La duda razonable”, a la Introducción le sigue el Epílogo para luego numerarse los seis capítulos que componen la narración. ¿Un error…? No, pues su contenido (que efectivamente es posterior al relato de los hechos) nos viene a indicar lo que a continuación se leerá: un largo “flash-back” que girará alrededor de la novela que está escribiendo Henry Davis y cuyo título y argumento se confundirán, en un juego de matrioskas apariencias, con el que el propio lector se apresta a comenzar…

Epílogo

Cuando una inesperada mañana de 1981, Henry Davis recibió la cordial llamada del Presidente de la Universidad de Columbia anunciándole que “La duda razonable” era finalista del Premio Pulitzer de novela junto a “La conjura de los necios” de John Kennedy Toole, con toda amabilidad agradeció aquel súbito honor y se excusó rechazando el participar. Davis, ajeno ya a cualquier vanidad, no deseaba competir con una obra cuyo flamante título le evocaba algo de su angustiado pasado que nunca podría olvidar y que por siempre le llevaría a dudar…

Antonio J. Alonso Sampedro

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