Jugando fuera de casa…

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Un verano más y ya tras él, mil sensaciones vividas en otro de mis ruteados viajes en moto por las carreteras grises y serpenteantes, esta vez, de nuestra Península Ibérica. En semicircunferencia casi perfecta quise recorrer la costa sur de una piel de toro que, desde Oporto hasta Valencia, me llevaría por las sugerentes etapas intermedias de Lisboa, Albufeira, Cádiz, Málaga y Mojacar.

En total unos 3.000 kilómetros en diez días distribuidos equitativamente entre Portugal y España que, aunque países hermanos, para el visitante si presentan signos de distinción evidentes. De entre ellos, quizás el más obvio es el del idioma.

Si hay un hecho incontestable que en todos mis viajes se reproduce es, debo confesarlo con rubor, mi diferente actitud ante las personas dependiendo de si me encuentro en España o en el extranjero, lo cual posiblemente me identifique como un mal viajero a la par que un mal residente.

Y todo ello porque en España, seguro conocedor de su idioma y sus costumbres, suelo comportarme como dueño (aun no siéndolo) de un algo que no se bien definir pero que me instala en un sentimiento de pertenencia en cualquiera de sus regiones y me lleva a una suerte de actuación “sobresegura” que, inevitablemente, me suele provocar una especie de síndrome de independencia relacional.

En cambio mis visitas al, por más transitado, siempre novedoso extranjero me convierten necesariamente en más dependiente, obligándome a “ser mejor” ante los demás pues de ellos suelo necesitar habitualmente más que en España. Yo mismo frecuentemente me asombro de hasta dónde pueden llegar mi paciencia y comprensión de lo foráneo aun en aquellas situaciones que podrían ser más censurables.

Viajar al extranjero ejerce en mí una suerte de catarsis personal que me convierte en ese que normalmente no soy, mejorándome por supuesto. La pena de ello es que los efectos no son permanentes, durando solo el tiempo que media hasta cruzar las fronteras patrias.

En conclusión y por extensión podría decir que cuanto más fácil se me presenta la vida, menos me empeño en mejorarla. Justo al contrario de lo que me ocurre en los momentos de dificultad.

Al final, siempre me pregunto si yo seré como esos equipos de fútbol que solo saben sacar lo mejor de sí mismos jugando fuera de casa…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¡A todos, mi segundo saludo…!


El pasado 19 de Noviembre de 2011 publicaba mi última COACH-TIÓN en este Blog con el compromiso de volver pronto con nuevas reflexiones personales sobre aquello que somos y que queremos ser además de todo lo demás que, en un difuso conjunto, constituyen lo que llamamos Vida.

Considero que la verdad ni la tiene ni es de nadie, pero que su conocimiento se puede alcanzar con la contribución de todos, escuchando con humildad y opinando con honestidad.

Por lo tanto ofrezco, a quien me regale con su lectura, nuevamente mi línea de reflexión en forma de breves artículos semanales que, como ha sido habitual, publicaré los sábados.

Gracias anticipadas a quienes visitáis este Blog pues vuestra presencia es la esencia de mi ilusión y la razón de mi dedicación.

¡A todos, mi segundo saludo…!

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¡Hasta luego…!

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El 17 de Febrero de 2009 inauguraba “El Blog Personal de Alonso-BUSINESS COACHING” con… ¡A todos mi primer saludo! y hoy, 19 de Noviembre de 2011, cierro su primera etapa de expresión propia con este… ¡Hasta luego…!

En el intenso y apasionante camino, 150 reflexiones personales coleccionadas en 140 COACH-TIONES y en 10 MUSIC-TIONES, que han supuesto para mí la ilusión más querida de cada semana a la vez que parte del soporte analítico de mi actuación profesional y docente.

Otros proyectos literarios van a reclamar por un tiempo mi atención prioritaria, aunque este Blog mantendrá su presencia y dinámica de publicación diaria en forma de RE-FLEXIONES o citas célebres de personajes históricos, que seguro acertarán mejor que yo en el arduo intento de aproximarse a describir al hombre contemporáneo en su interminable lucha por aprovechar la Vida y conquistar la Felicidad.

Por consiguiente, quiero despedirme temporalmente y lo haré con las palabras que finalizaban mi primer post pues, adecuadas al presente, ahora cobran si cabe mayor protagonismo…

“Gracias a todos los que me hayan leído y también a los que no lo hayan hecho pues ello demuestra que, todavía en este mundo, tenemos capacidad de elección”

Espero volver pronto y que sea con un artículo que, por el momento, solo tiene puesto título… ¡A todos, mi segundo saludo!

¡Hasta luego…!

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

La Amistad en el Trabajo


Felipe González y Alfonso Guerra trabajan en la misma formación política, el Partido Socialista Obrero Español. Los dos fueron amigos hasta 1996. Desde entonces, nunca más volvieron a comparecer públicamente juntos hasta el pasado fin de semana que lo han vuelto a hacer en el marco de la Campaña Electoral del PSOE para las Elecciones a Cortes Generales Españolas del próximo 20 de Noviembre. El mitin andaluz batió récords de asistencia y audiencia mediática dado el peso específico y la innegable notoriedad de ambos veteranos militantes socialistas que, juntos, multiplicaron su tirón social.

Han tenido que transcurrir quince años para que Felipe y Alfonso recuperen su Amistad. Quince años en los que sin duda han dejado de aportar, por razones de índole personal, todo su potencial valor a la organización a la que pertenecen.

rajoy-y-cascos1.jpgEl caso de estos conocidos políticos no es inusual. En el Partido Popular podemos encontrar otro reciente ejemplo en las figuras de Francisco Álvarez Cascos y Mariano Rajoy, otrora buenos amigos, cuya controversia personal le hizo perder a la que entonces era su misma formación toda opción de gobernar el Principado de Asturias en la Elecciones Autonómicas celebradas este mismo año.

Estos ejemplos, obtenidos del ámbito político por ser de los más conocidos, son extensivos asimismo a otro tipo de entornos organizacionales, donde la quiebra de las relaciones personales entre compañeros de equipo conduce inevitablemente a la limitación de su contribución profesional a los fines colectivos.

El mundo laboral es quizás el entorno que más nos afecta (aunque desgraciadamente a este ritmo de destrucción de empleo, esto pueda perder pronto su protagonismo). Las relaciones personales entre los compañeros de Trabajo marcan indeleblemente su productividad pues ejercen de lubricante de todos los procesos de interacción necesarios para que se realicen convenientemente las tareas asignadas y se alcancen los objetivos deseados.

Por tanto, podríamos inferir que a mayor fluidez relacional mayor efectividad de las personas y por consiguiente, si entendemos la Amistad como el grado máximo de confraternización, sería este el estado deseado de un colectivo laboral. ¿Esto es cierto…? ¿Es necesario ser Amigos de nuestros compañeros de Trabajo para que los equipos rindan óptimamente…?

Pues, ni sí ni no.

Es evidente que no existe una respuesta única a estas cuestiones pues más que buscar un axioma de general cumplimiento, este dependerá muy mucho de las costumbres y características culturales del entorno al que nos refiramos.

Por ejemplo, en el caso de los estadounidenses, ellos contestarían afirmativamente y para corroborarlo baste con comprobar hasta qué punto interrelacionan interesadamente la vida profesional con la personal, conformando “profundas amistades de quita y pon” que llegan a sus manifestaciones más excelsas en las pantagruélicas barbacoas interfamiliares de fin de semana.

En Europa la situación es diferente y conforme nos trasladamos desde el Mediterráneo hacia el Mar del Norte la privacidad se impone en el carácter, configurando una suerte de individualismo calvinista que marca las distancias y limita cualquier exteriorización de los comportamientos amistosos.

Los ejemplos propuestos de USA y el norte de Europa coinciden en la alta productividad de sus empresas y difieren en el comportamiento relacional de sus empleados, por lo que esto no nos aclararía mucho respecto del protagonismo de la Amistad en el Trabajo.

Quizás la mejor salida a esta cuestión venga por considerar a la Amistad, no como condición necesaria de productividad si no a la falta de ella como condición suficiente de lo contrario, entendiendo que toda organización que no se preocupe de favorecer el buen entendimiento entre sus integrantes nunca podrá aspirar a salir de una inefable mediocridad que la enorme exigencia de los mercados actuales ya no permite y además castiga.

Algunos dicen que las Amistades las elegimos y el Trabajo nos elije, por lo que la mejor forma de equilibrar esta situación podría conseguirse logrando trabajar amistosamente, tal y como Alfonso y Felipe parece ahora vuelven a practicar…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

La “Negociafobia”


Lo primero que aprende un bebé al nacer es que tiene que hacer algo para conseguir algo. Llorar para comer será el primer paso de un largo camino que durante toda su vida se caracterizará por el aprendizaje sobre la necesidad de transacción permanente para lograr lo deseado.

A esto podemos llamarle Negociación o ese proceso continuo mediante el cual dos o más partes, cuyas posiciones no están necesariamente en sintonía, se esfuerzan en llegar a un acuerdo que les beneficie.

“El Negociador al Minuto” es un reciente libro de Don Hutson y George Lucas que plantea, pese a su innegable necesidad, la habitual aversión a la negociación que caracteriza a la mayoría de personas y que los autores definen con el singular nombre de “Negociafobia”.

Yo comparto plenamente esta apreciación pues la cotidianidad nos regala múltiples ejemplos de ello, tanto desde el ámbito íntimamente familiar como desde el profesional y social. Todo cuanto nos acontece requiere negociar pero, en realidad… ¡que poco se negocia!

Para caracterizar mejor este comportamiento frente a los restantes, Hutson y Lucas definen cuatro estrategias o tipologías de actuación que son las habituales ante la Negociación:

      • Evitar: no abordar la Negociación con la ingenua intención de acometerla posiblemente más tarde.
      • Amoldar: aceptar la propuesta de la otra parte sin presentar otra opción.
      • Competir: buscar el “yo gano, tú pierdes” en toda ocasión.
      • Colaborar: orientarse hacia los acuerdos “ganar-ganar”.

Pese a que la estrategia de Evitar normalmente no es la más conveniente, en particular podría usarse cuando negociemos asuntos sin importancia o cuando nuestra mejor opción sea la actual.

Amoldar solo será indicado ante posiciones de inferioridad manifiesta, aunque siempre es conveniente significarlo a la otra parte para no sentar precedente en oportunidades futuras (“a tenor de las circunstancias, en esta especial ocasión acepto su propuesta”).

La estrategia de Competir deberá implementarse cuando el antagonista no presenta tipología de Colaborar y solo busca un resultado: ganar.

Así pues, aunque el negociador más eficaz suele presentar un estilo de Colaborar esto será siempre que no se encuentre con alguien empeñado en Competir, pues esto le obligaría a Amoldar su interés y así perder todo tipo de opción de beneficio.

En resumen, podríamos decir que las estrategias proactivas (Competir y Colaborar) son más eficaces que las reactivas (Evitar y Amoldar), pues la interacción de las partes frente al inmovilismo siempre adelanta camino a la hora de encontrar soluciones comunes a los intereses particulares.

Tener Fobia a Negociar por evitar confrontaciones que perturben la tranquilidad vital paradójicamente no nos garantizará nunca el favor de quienes nos rodean pues, a sus ojos, siempre gozará de mayor estima quien es capaz de defender sus intereses sin olvidar los ajenos frente a los que se resignan a aceptar siempre lo que quieren los demás…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¿Quién fue Simoncelli…?

La respuesta a esta pregunta es bien sencilla, aunque doble: Un “peleas” niñato inconsciente antes de morir y un bromista cariñoso bonachón tras su fallecimiento. Confieso que yo no le conocía de forma personal por lo que, para contestar, solo he podido guiarme por la información recibida de los medios de comunicación.

Para confirmar lo dicho baste por ejemplo con revisionar las retransmisiones de las carreras de Moto GP ofrecidas por TVE en los dos últimos años y en ellas los comentarios de sus presentadores y varios pilotos, cuyo discurso sobre el finado cambió diametralmente en la última y trágica prueba que disputó Marco Simoncelli.

Así pues, ¡tranquilo todo el mundo!: por mucho que tu vida no haya sido un dechado de virtudes, cuando mueras tienes el aprobado asegurado. Fallecer sube nota automáticamente y borra milagrosamente lo menos bueno para eclesialmente perdonar todos tus pecados.

Es evidente que, por su rabiosa actualidad, el caso del motorista italiano recientemente fallecido en acto de servicio nos sirve para ilustrar un comportamiento que yo definiría como atávico y que posiciona nuestra conducta en un plano de hipocresía social cuya implicación más cruenta viene por el lado opuesto al ahora comentado.

Efectivamente, no voy a gastar mucho más teclado en condenar la consuetudinaria indulgencia que con los “ausentes” viene siendo practicada desde hace siglos pues esto, aunque discutible, no les hace tanto mal y algún día yo también lo agradeceré. Más bien quiero tratar lo contrario (lo que les perjudica en vida) y es el excesivo rigor con que púbicamente juzgamos a los “presentes”, que desconoce lo que es el elogio de lo bueno y merecido en una suerte de desbordada epidemia de tacañería del halago que retrata cruelmente a la cada vez más competitiva sociedad actual.

Con el reconocimiento de las virtudes de los demás ocurre como cuando en el fútbol el equipo contrario es netamente superior, pero no se le aplauden sus jugadas por temor a que todavía pueda hacerlo mejor.

Uno de los ámbitos en donde todo esto tiene una especial trascendencia es en el empresarial, donde la ausencia habitual de la significación de los logros ajenos supone quizás el principal freno en el progreso de los equipos de trabajo, al herir mortalmente la motivación de sus integrantes. Y todo ello por la equivocada creencia de muchos directivos que les lleva a pensar que los méritos de los demás ejercen siempre como deméritos propios, por lo que conviene silenciarlos. Silencio que, pese a su carácter reactivo, nunca será neutral al llegar a “sentirse” dolorosamente por quienes se consideran merecedores de la gratitud ajena en premio a sus esfuerzos y resultados conseguidos.

Estoy convencido de que Marco Simoncelli no era tan malo de vivo como bueno lo ha sido de muerto pues, como todos, el caleidoscopio de su vida se conformaba de tantas aristas que destacar en un sentido u otro solo algunas pocas nunca reflejará acertadamente lo que fue su verdadera personalidad.

Valorar a las personas con la mayor dosis de ecuanimidad posible y así manifestarlo es una obligación que deberíamos imponernos todos y en especial aquellos cuya opinión tiene más poder de influencia en los demás, además de nunca traicionar esa acertada máxima que nos aconseja siempre…

“Alabar en público y Criticar en privado

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Lo que no es el Coaching

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¿Alguien sabe lo que es el Coaching? Seguro que ya son muchos, pero la falta actual de unanimidad en su definición lleva más a la confusión que a la necesaria identificación y concreción de una disciplina que, de tanto enriquecerse con nuevas tendencias y acepciones, sufre el peligro de desdibujarse para perderse en la indefinición más total.

Al Coaching le ocurre lo mismo que al embudo cuando vertemos mucha agua y este no da abasto para evacuarla, desbordándose por su boca. No todo puede ser Coaching, por más que algunos pretendan aprovechar el estado actual de relativa notoriedad mediática de esta especialidad para formular su propia definición que, claro está, siempre suele ser afín a sus más directos intereses profesionales y a su capacidad.

En consecuencia, no seré yo quien proponga una nueva descripción reproduciendo nuevamente lo anteriormente censurado, por lo que me limitaré a señalar aquello que, en mi opinión, no es el Coaching y nadie debería aceptar…

-Coaching no es Formación, pues esta se distingue por trasladar saberes y aquel solo busca el cómo aprovecharlos (el Coaching comienza donde la Formación viene a terminar).

-Coaching no es Mentoría, pues huye del consejo normativo para encontrar la cuestión que ayude a reflexionar.

-Coaching no es Consultoría, pues frente a la aportación ajena de soluciones defiende que estas se tienen que buscar.

-Coaching no es Psicología, pues lejos de ser una ciencia que estudia la conducta y el comportamiento humano solo es una metodología que ayuda a cambiar.

-Coaching no es Psiquiatría, pues lo que todo enfermo mental necesita es un medico y no un Coach.

-Coaching no es Filosofía, pues las teorías sobre el sentido de la vida son necesarias pero de nada sirven si no se llegan a practicar.

-Coaching no es Esoterismo, pues lo aleatorio, misterioso e iniciático no se lleva muy bien con el necesario orden y sentido común que debe ser consustancial a la práctica del Coaching procedimental.

-Coaching no es dictar Conferencias y Seminarios sobre Desarrollo Personal, pues esto siempre se acercará más a la Formación y no a la interacción personal entre dos personas sin más.

-Coaching no es impartir Clases de Coaching, es decir, formación para futuros Coach.

-Coaching no es Escribir Libros y Artículos, pues nada de lo que se pretenda publicar (por muy acertado que sea) podrá nunca competir con un diálogo biunívoco y presencial.

-Coaching no es Auto-Coaching, pues ocurre lo mismo que con el tenis, deporte que en solitario no se puede jugar.

-Coaching no es Tele-Coaching, aunque algunos lo utilicen para vender en cualquier lugar.

-Coaching no es Mejora Profesional y Personal, pues estos son los destinos a alcanzar siendo el camino el que el Coaching se encarga de facilitar.

-Coaching no es una Moda, pues su vigencia desde hace décadas en los países desarrollados donde nació garantiza su perdurabilidad y progresiva implantación internacional.

-Coaching no es el Arte de Preguntar sin más, pues en algunas ocasiones también son necesarias las respuestas del Coach.

-Coaching no es Complicación, pues toda tendencia que no busque la sencillez estará condenada a fracasar.

-Coaching no es otra Salida Profesional más, pues pese a la práctica inexistencia actual de barreras de entrada todavía lo son menos las de salida, de no entender que para ser un buen Coach mañana hay que ser hoy un excelente Comercial.

-Coaching no es mi Profesión, pues es algo más que trasciende el puro concepto laboral…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Ser como James Bond


Escribir en un Blog de Coaching que trata sobre desarrollo personal y profesional y titular un artículo como el que encabeza el presente, puede parecer la mejor forma de meterse en un callejón sin salida del que no poder escapar sin perder para siempre la credibilidad autoral.

A estas alturas no parece muy necesario presentar a Bond, James Bond. Paradigma del eterno agente secreto cuya refinada y seductora heroicidad se alimenta de un frívolo e inagotable talento testicular que vale tanto para coleccionar conquistas y amores imposibles como cadáveres de inefables enemigos, eso sí, con licencia de Su Graciosa Majestad.

No hay personaje cinematográfico de carne y hueso que, aparentemente, pueda alejarse más de la realidad y desde hace décadas e intérpretes sea imbatible en las preferencias de un público con marcado carácter intergeneracional. A ellos, porque les gustaría ser como él y a ellas, porque les gustaría estar con él (aunque obviamente también caben otras combinaciones según los gustos sentimentales de cada cual).

Para ser fan de una persona o de un personaje solo debe cumplirse un sencillo principio de carácter general: que haga algo que nos guste y nosotros no hagamos o lo hagamos mucho peor (aunque a veces no sea verdad).

Pues bien, públicamente yo me confieso que también soy fan de James Bond. ¿Por qué será…?

Dejando a un lado lo que liga, lo que conduce, lo que viste, lo que bebe, lo que juega o a los que puede…, el personaje creado en 1953 por Ian Fleming atesora otra serie de competencias menos cinematográficas que sí son muy a considerar para caminar seguro por este inquietante mundo actual.

Las más evidentes son las de su eterno Compromiso con una causa (la del bando de los supuestamente buenos) que le lleva a plantear una Unicidad de Comportamiento, consiguiendo así la Fiabilidad que resulta imprescindible para contar con la Confianza de los demás y especialmente de M, quien siempre le perdona sus coqueteos con lo fuera de la ley, de Q que hace lo propio cuando escacharra cualquiera de sus gadgetianos inventos o de la eternamente enamorada Miss Moneypenny quien, resignada a aceptar que nunca podrá sentarse en la primera fila de su corazón, sueña con estar solo unas filas atrás.

Transitar por la vida comprometidos con nuestras causas y actuando sin doblez es la mejor forma de ganar credibilidad ante quienes nos queremos relacionar. Por el contrario, la hipocresía es la peor compañera de viaje que podamos elegir pues, estoy convencido, es el defecto que menos perdonan y olvidan los demás.

Por naturaleza, también destaca del comportamiento de nuestro británico agente su fino Sentido del Humor (magistralmente introducido por Roger Moore en los ´70, retomado por Pierce Brosnan en los ´90 y ahora algo olvidado por el actual, Daniel Craig). Si hace casi dos décadas la irrupción golemaniana del concepto de Inteligencia Emocional supuso la consideración de un escalón superior al de la Inteligencia Racional, últimamente comienza a hablarse de otro nivel más completo para la valoración de las capacidades humanas: la Inteligencia Humorística. Así, algunos piensan que quien atesora Inteligencia Humorística tiene asimismo la Emocional y por supuesto la Racional. Sin poderlo aquí demostrar, dado que desconozco que parámetros de valoración se vienen a utilizar, de forma intuitiva yo comparto también esta hipótesis pues, en mi vida, a ninguna persona de éxito que haya conocido le faltaban grandísimas dosis de ese Sentido del Humor que minimiza cualquier pesar.

Finalmente y desde hace casi 50 años (Agente 007 contra el Dr. No se estrenó en 1962), James Bond demuestra cumplidamente en todas sus aventuras la que siempre he defendido como la cualidad primera y principal para la consecución de buenos resultados en la vida: la Perseverancia (que en su caso se traduce como un no rendirse jamás). Solo baste un sencillo ejercicio de recapitulación de los pequeños o grandes fracasos que han importunado nuestra vida para concluir que, posiblemente, la mayoría de estos están motivados por el abandono del esfuerzo necesario para la consecución de lo buscado (nos rendimos), independientemente de la justificación de las razones que nos llevaron a claudicar. Es obvio que la vida es una carrera de larga distancia y no la sucesión de agotadores y alocados esprines que, en muchas ocasiones, carecen del necesario orden y conexión para hacernos progresar.

Por todo lo dicho concluyo que me gustaría Ser como James Bond pues, aunque algunos digan que Solo se vive dos veces (1967), estoy convencido de que El mañana nunca muere (1997) si somos capaces de vivir con Alta tensión (1987) y aceptar el ambicioso reto de que El mundo nunca es suficiente (1999) para poder soñar con esos Diamantes para la eternidad (1971) que ofrecer a alguien y… Solo para sus Ojos (1981)…

 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

El “20N” no tiene la Solución

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Iniciada ya la cuenta atrás para las Elecciones Generales del 20 de Noviembre en España, más de uno tiene depositadas todas sus esperanzas en un cambio de Gobierno que venga a solucionarle su problemática personal.

Problemática personal que, en la mayoría de los casos, viene determinada por la implacable contundencia de una prolongada depresión económica cuyo inicio y causas todos sabemos, del mismo modo que también desconocemos su Solución final.

Pero… ¿alguien tiene esa Solución?

La historia de las elecciones en los países que son democráticos rebosa de millones de ilusiones (tantas como votantes) malgastadas en hipnóticas y arrebatadoras propuestas de cambio que indefectiblemente nunca han logrado conseguir lo prometido (recientemente Barack Obama o Lula Da Silva serían buenos ejemplos de ello). El principio de la maximización del voto y no la del bienestar del electorado como objetivo principal es lo que lleva a los partidos políticos a prometer sobre lo que no conocen y saben deliberadamente que no podrán cumplir. Y aun así… parece que los votantes seguimos creyéndolos.

Y seguimos creyéndolos porque tenemos la necesidad imperiosa de generarnos esperanza como antídoto a la desilusión. Esperanza que habitualmente no nos preocupa cuán fundada pueda estar pues lo único que nos importa es su adormecedor efecto calmante, convirtiéndola entonces en Fe (aquello que no necesita demostrarse para aceptarse).

Por tanto, cuando un político es capaz de conseguir que los ciudadanos tengan Fe en él es cuando logra instalarse en ese privilegiado y deseado estatus que le permite prometer soluciones sin demostrar su eficacia ni cumplir su actuación y pese a ello… triunfar.

A esta situación contribuye desmedidamente el abarrotamiento de información política sesgada que inunda los medios de comunicación, cuya vinculación partidista no voy a descubrir y que supone la más eficiente de las centrifugadoras mentales que nunca hayan podido inventarse, pues todos aceptamos resignadamente su influjo devorador en un ejercicio de bovina mansedumbre comunicacional.

¡No nos engañemos!, las soluciones a nuestros problemas nunca las encontraremos en nuestros representantes políticos pues, al margen de sus inconfesables intereses partidistas, su incidencia verdadera en la específica y compleja realidad personal de cada cual me atrevería a asegurar cumple el Principio de Pareto, no superando el 20% del conjunto para quedar el 80% restante de nuestra mano (esta es la característica principal de los países capitalistas frente a los de la agonizante economía planificada). Por tanto, escapar inconsciente o conscientemente a esta realidad es autolimitar nuestras verdaderas posibilidades de solución personal únicamente a una quinta parte de la potencialidad total.

Así las cosas, por ejemplo, el desempleado que confíe en que un cambio de Gobierno le proporcionará trabajo está tomando el camino contrario para encontrarlo pues, ante semejante Auto de Fe disuasor, su proactividad en la búsqueda de una solución a su situación es seguro que disminuirá, diluyéndose poco a poco en la angustiosa espera.

Afortunadamente, parece ser que parte de la ciudadanía ya va tomando consciencia de ello y así en el último barómetro del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) correspondiente a Septiembre/11 aparecen publicados como los tres aspectos más preocupantes para los españoles, el paro (80,4%), la economía (49,6%) y la clase política (23,3%). Es decir, ya se comienza a considerar como un serio problema a los políticos, incluso muy por encima de otros tan tradicionalmente significativos como la inseguridad ciudadana y el terrorismo, las drogas o la sanidad.

Es cierto que toda sociedad democrática requiere necesariamente de representantes políticos que contribuyan a la organización de la misma buscando el bien general. Pero también es muy cierto que esos mismos representantes no suelen olvidar su propio bien particular, quedando a la honestidad de cada quien la identificación de cuál de los dos deberá defender más…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

“Cultura del Esfuerzo” como Creencia de Éxito

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En estos días se han presentado ante los medios de comunicación las nuevas equipaciones que el Valencia Basket Club lucirá durante la temporada baloncestística 2011/12, que ahora comienza. En ellas y de forma muy inhabitual, se ha renunciado a incluir el nombre de cualquier patrocinador por estampar un eslogan independiente: Cultura del Esfuerzo.

En un contexto de dificultad económica como el que nos contempla, es evidente que la pérdida de ingresos publicitarios a que obliga esta decisión debe haber sido muy bien meditada, entendiendo que los presuntos beneficios producidos por el efecto de este lema impreso en las camisetas serán superiores a los fondos que se hubieran podido recabar de aceptar algún patrocinio al uso (Pamesa y Power Electronics fueron los últimos).

Desde luego, cualquiera podría albergar sus dudas sobre la conveniencia de esta decisión de no saber que detrás del Valencia Basket Club se encuentra Juan Roig, el discreto propietario de la prolífica cadena de supermercados Mercadona, todo un referente empresarial de éxito creciente desde sus inicios en los años ´80 y que posiblemente, entre otras razones, deba ser atribuido a la consolidación de esa misma Cultura del Esfuerzo como eje argumental de trabajo en su modélica organización de distribución alimentaria.

Sin duda, si hay algún ámbito en donde más sentido tiene la aplicación de la Cultura del Esfuerzo es en el deporte de competición pues, en la mayoría de ellos, a la necesaria destreza para su práctica hay que unir el esfuerzo físico para su realización.

Pero, ¿ocurre lo mismo en otros ámbitos de la vida donde el esfuerzo físico no es tan determinante…?

Para responder a esta pregunta deberíamos concretar primero el concepto de Esfuerzo desde la vertiente humana, que algunos diccionarios definen como…

El empleo de elementos costosos (físicos, mentales o emocionales) en la consecución de algún fin

Así las cosas, es indudable que todos los días la vida nos ofrece una buena colección de retos en forma de exigentes tareas en las que no interviene de manera significativa el trabajo físico, pero si el mental o el emocional y cuya consecución está muy vinculada a la capacidad de generación de Esfuerzo.

Por otra parte, el término Cultura viene definido como…

El conjunto de todas las formas, los modelos o los patrones, explícitos o implícitos, a través de los cuales una sociedad se manifiesta

Llegados hasta aquí, la cuestión sería…

¿El Esfuerzo es un signo distintivo de nuestra Cultura?

En mi opinión, ¡NO!

Y desde luego al afirmar esto no puedo asumir que, por poner uno de tantos ejemplos, alargar la jornada laboral pueda considerarse Esfuerzo (pues en algunos países altamente desarrollados es sabido que se trabajan menos horas pero con un mayor aprovechamiento). Por tanto el concepto de Esfuerzo, más que ligado a la Eficacia (conseguir algo) viene determinado por la Eficiencia (conseguir algo con el mínimo coste), de tal manera que solo el esforzarse no será suficiente si su instrumentación no es la adecuada.

La progresiva facilidad con la que, en las últimas décadas, hemos podido tener acceso a algunas de nuestras metas y deseos nos ha instalado hoy en una adormecida zona de comodidad que ha derivado en un estado de total desentreno para asumir las exigencias de Esfuerzo que la realidad actual demanda a quien realmente quiere progresar.

El Valencia Basket Club busca convencidamente que en el equipo se instale la Cultura del Esfuerzo como una de las palancas determinantes para alcanzar el Éxito y para ello ha invertido recursos económicos en una simple frase, lo que demuestra su firme Creencia en el poder de la misma…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro