Este artículo lo escribo desde la serenidad para contestar de manera abierta y genérica a quienes, instalados sincera o interesadamente en el País de las Maravillas, defienden una tipología de trabajo en las empresas más propio de un plácido convento de Hermanitas de la Caridad que de la exigente realidad que define las complejas relaciones laborales que se desarrollan en las organizaciones de la actualidad.
Si combinamos semántica y conceptualmente los términos cooperación y competición llegaremos al de Coopetición, el singular vocablo que ampara unas interesantes reflexiones publicadas en 1996 por Brandenburguer y Nalebuff cuyo contenido, en resumen, digamos pretende orientar hacia una mejor estrategia inter-empresarial en entornos de mercados competitivos. Su postulado principal defiende que las relaciones entre empresas no están sometidas necesariamente a la Teoría de juegos de suma cero en donde cuando una gana la otra debe perder, ya que sí es posible alcanzar entre sociedades Acuerdos Ganar-Ganar (de suma no cero) basados en la cooperación competitiva o la Coopetición, tal y como estos autores la quisieron nombrar.
Pero el título del presente artículo no alude a lo que pueda acontecer entre las empresas sino en el seno de las mismas, de tal manera que también podamos utilizar el término Coopetición para definir una nueva tipología de relación de trabajo entre sus empleados.
Volviendo al País de las Maravillas, considero gratuito detenerme a demostrar una vez más que trabajar eficientemente en cualquier compañía hoy en día no es tarea nada fácil, por más que algunos se empeñen en tergiversar la realidad con sesgados cantos a la utopía que suenan en playback muy bien pero luego en el directo se escuchan muy mal (véase La trampa de la Amabilidad). Como ya he mencionado con anterioridad, la creciente exigencia a a la que están sometidas las empresas se deriva de forma directamente proporcional a sus empleados, extremándoles las demandas de rendimiento y productividad, lo que provoca continuados escenarios de tensión y crispación a cuya evidencia no podemos dar la espalda con esotéricos pronunciamientos a lo Hare Krishna mas oriental.
Pues bien, la organización interior de las empresas también puede regirse por la Teoría de los juegos de suma no nula por lo que, es la Coopetición entre empleados lo único que les mejora como individuos, pasando de ser escuetos trabajadores de un grupo laboral a comprometidos coopetidores de un equipo profesional.
Así las cosas, la difícil misión de lograrlo no es responsabilidad única de cada cual y/o de su superior, pues de este modo nuevamente estaríamos reproduciendo el modelo de solución laboral basado en lo individual. Por consiguiente, en toda organización será necesaria la construcción (desde luego, nada sencilla) de un nuevo actor con carácter colectivo denominado Equipo (algo que vale más de lo que es la suma de sus partes), cuyo interés particular ya no sea propio sino grupal. Solo así será posible que casi todos, Coopitiendo, podamos Ganar-Ganar…
Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro