¡Sobrevivir no es vivir!

Pasan los segundos, los minutos, los días, las semanas, los meses, los años… pasa la vida. ¿Pasa o nos sobrepasa?

La vida es solo tiempo y el tiempo aquello que más vale de la vida pues es lo primero que usamos al nacer y lo último que gastamos al morir. Dicen que nacer y morir son los dos hitos más relevantes de nuestra existencia pero no estoy de acuerdo, pues lo importante es lo que transcurre entre ellos: aquello que puede usarse.

La única diferencia entre el hombre y el resto de especies de la Tierra es que este sabe que su vida es finita, sabe que se va a morir. Esta certidumbre, al margen de creencias religiosas, nos posiciona ante un compromiso con nuestra propia existencia: el aprovechamiento de la vida. Un hombre vale el cómo use lo que le queda por vivir, sin mirar al pasado y considerando que el futuro es lo único que ofrece oportunidades para mejorar. Lo hecho, hecho está y a partir de aquí todo está por hacer.

Aprovechar la vida no es lo mismo para todos pues el concepto, aunque universal, permite la libre elección de actos por cada cual, que usa su vida de manera diferente. Por tanto, de esta manera parecería difícil definir cuál sería el mejor criterio para aprovechar la vida, pero no lo es tanto:

“Lo único que garantiza el aprovechamiento de la vida es la capacidad de decisión sobre ella, sin miedo al fracaso y con independencia del resultado, que nunca podrá ser considerado negativo al ser siempre elegido”

¡Sobrevivir no es vivir, porque para vivir es imprescindible decidir…!

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro