El Capital Conversacional

En los últimos tiempos está adquiriendo especial relevancia un nuevo concepto relacionado con el desarrollo y la promoción de productos, servicios o personas que se llama Capital Conversacional.

El Capital Conversacional, por resumirlo de alguna manera sencilla, podríamos decir que es el arte de reunir todos los requisitos necesarios para generar un rumor positivo en la calle, tanto a favor de nuestros productos o servicios como también cabe la posibilidad de que sea a favor de nosotros mismos, según el caso que deseemos impulsar.

El factor distintivo y ventajoso del Capital Conversacional es que, a diferencia de otros conceptos de actuación promocional (publicidad, relaciones públicas, etc.), este genera intereses de abajo hacia arriba y no al contrario. Por tanto, se crea Capital Conversacional cuando los demás hablan bien de nuestro producto, servicio o de nosotros mismos en todos sus entornos relacionales. Podríamos decir que se trata de una forma indirecta de conseguir relevancia y protagonismo allí y para lo que se desee, sin acudir para ello a la solicitud directa.

El Capital Conversacional se impulsa a partir de ocho motores, que voy a definir resumidamente con una orientación hacia su aplicación sobre la promoción de las personas en sus vertientes profesional y personal (más que a la de productos o servicios):

1- El Ritual o comportamiento habitual que se instala en los demás hacia nosotros como pueda ser el que lean periódicamente nuestro Blog, siempre se acuerden de felicitarnos por nuestro cumpleaños o nos inviten a todos los eventos de interés que promuevan.

2- La Exclusividad, que instala en la percepción de los demás una consideración de singularidad al poder compartir con nosotros una conversación, un viaje o la asistencia a un acto público.

3- El Mito, que se construye desde aquellas actuaciones y logros singulares de nuestro pasado o presente que gozan de una cierta significación como lo puedan ser los buenos resultados deportivos, la consecución de éxitos académicos o la conquista de elevados objetivos profesionales reconocidos. No obstante, el misterio también puede ser fuente de mitología pues suele ser más rica la imaginación que la percepción.

4- La Distinción Sensorial se alcanza desarrollando mucho todos los conceptos vinculados con nuestra Inteligencia Emocional, que propicia el establecimiento de lazos de unión con los demás mucho más consistentes que los derivados de otro tipo de relaciones más caracterizadas por la formalidad educacional y la transacción de intereses.

5- El Icono, como representación de aquella que pueda ser nuestra fortaleza más desarrollada (ser perseverante, buen comunicador, emocionalmente empático, etc.) y que nos imprime un sello o marca personal muy reconocible y admirada por los demás.

6- El Tribalismo o fenómeno que determina la configuración de grupos de personas que se sienten orgullosamente afines (tribales) por compartir nuestra amistad o alguna de las actividades en las que participamos, siendo seguidores nuestros tal y como les ocurre a los novelistas, músicos, deportistas, etc.

7- El Apoyo, que se consigue cuando los demás hablan bien de uno mismo sin más interés que el de defender la evidencia de nuestra valía, convirtiéndose en prescriptores espontáneos de nuestros propósitos profesionales o personales.

8-   La Credibilidad o creación de una coherente reputación personal amparada en la necesaria coincidencia de cuatro manifestaciones:

A. Lo que creo que soy

B. Lo que digo a los demás que soy

C. Lo que creen los demás que soy

D. Lo que dicen los demás que soy

Los resultados de nuestro esfuerzo por activar una mayor o menor generación de Capital Conversacional a nuestro favor pueden dar lugar a cinco niveles del mismo:

1- Punto Activo: Cuando gustamos a los demás y ellos hablan bien de nosotros siempre que tienen la oportunidad y por generación espontánea (sin ser preguntados al respecto).

2- Punto Neutro: Gustamos a los demás pero no lo suficiente como para que se manifiesten a nuestro favor espontáneamente, necesitando ser preguntados para ello.

3- Punto Pasivo: Los demás, no estando disconformes con nosotros, no se manifiestan en ningún sentido, callando su opinión.

4- Punto Silencioso: Los demás, en disconformidad con nosotros, no hablan de ello ante otros.

5- Punto Negativo: Los demás, en disconformidad con nosotros, así lo manifiestan a los otros.

Ni que decir tiene que a todos nos gustaría estar en el Punto Activo y como todo en la vida esto no se presenta gratuitamente, sino a partir de nuestro esfuerzo en arrancar e impulsar convenientemente los motores antes mencionados…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¡Elogio del Silencio!

Nunca encuentro las palabras adecuadas para describir con precisión lo que es el Silencio, por lo que hoy dejaré que sea él mismo quien se presente mejor: …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …  …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …  …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   …   .

Dicho esto, o quizás, sentido esto (pues el Silencio se siente más que se oye), quiero defender su gran importancia y mayor trascendencia en todas las comunicaciones cotidianas (tanto verbales como escritas) en nuestros entornos profesional y personal.

Es muy habitual confundir el comunicarse con el hablar, entendiendo equivocadamente que el objetivo principal de la comunicación es la traslación de una información que solo es patrimonio del habla en forma de lenguaje verbal. Por de pronto, ya ha quedado suficientemente demostrado por los estudiosos de esta cuestión que lo que siempre entiende el receptor viene condicionado en más de un cincuenta por ciento, no por lo que dice el emisor, sino por ese lenguaje gestual que inevitablemente acompaña sus palabras.

No obstante, yo quiero ir más lejos todavía y reivindicar sonoramente el Silencio como el mejor gesto callado de sabia comunicación. ¿Alguien lo duda…? Para ilustrarlo solo tenemos que recordar una situación que a todos nos es muy habitual y está relacionada con su gran carga de significado: ¡el Silencio compartido en un ascensor…! Sin duda se trata de uno de esos momentos cotidianos en donde el no decir nada (cuando es deliberado), dice más que cualquier conversación.

O más, cuando ante una pregunta inconveniente aguardamos unos serenos instantes antes de responder. O al contrario, cuando al preguntar nosotros somos quienes dividimos la interpelación en dos partes unidas por un significativo Silencio. O el Silencio que preside esos momentos de íntima comunión entre los enamorados. O el de un bebe durmiendo plácidamente en su cuna. O el de un estadio de fútbol abarrotado, recordando por un minuto el fallecimiento de un ser significado. O el del público en un estreno teatral, cuando la obra no es de su agrado y no se pronuncia con el aplauso deseado. O el propio de la Tierra misma, cuando quiere que la oigamos sin nuestra ruidosa intervención.

Callar en lugar de hablar, paradójicamente se torna en muchas ocasiones como el gesto de comunicación proactiva más contundente que pueda elegirse, pues su resultado suele ser mucho más efectivo que el derivado de la frecuente incontinencia escrita o verbal que no siempre tiene justificacón.

Y como no, la escritura también se beneficia del Silencio, no porque este se manifieste como tal en el papel sino por que quien usa del mismo para hablar también es capaz de escribir no diciendo más de lo debido y con la suficiente concisión y propiedad, cualidades estilísticas tan convenientes para el tipo de las comunicaciones escritas que hoy se estilan en este mundo de electrónica interacción.

El Silencio, nunca suficientemente utilizado, sin duda puede convertirse en nuestra mejor herramienta de comunicación pese a que…

…tardemos dos años en aprender a hablar y toda una vida en saber callar.

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¡Adiós, milana bonita!

Dicen que el verdadero conocimiento del paso del tiempo nos lo revelan las personas y las cosas que formaron parte intima de nuestra vida y que poco a poco van desapareciendo de ella, dejándonos huérfanos de referencias y vivos recuerdos. Así, al final de una vida, lo único que nos queda es eso nuevo que ahora hay a nuestro alrededor, que ya no es aquello que verdaderamente nos acompañó durante ella, convirtiéndose por tanto en casi siempre ajeno.

Los personajes ilustres tienen eso: que forman una parte de nuestra intima vida y cuando se van, van dejándonos cada vez más solos. Nos ocurre con los actores, con los deportistas, con los músicos, con los escritores y con tantos otros a los que agradecer lo que hicieron.

La verdadera sensación de soledad solo la tienen los viejos, cuyo mundo se lo han cambiado por otro que siempre les dicen es mejor, pero que nunca será igual al que vivieron. Todo cambia, es verdad, pero lo que no cambian son los recuerdos, el verdadero carnet de identidad de cada cual.

Otro grande que se nos va y otro nuevo atropello a la dignidad humana en forma de póstumo reconocimiento de los valores profesionales y artísticos que algunos nos legan como gratuita herencia nunca bien compensada.

Miguel Delibes y le cito por ser el fallecido más reciente, no se merece esta tan habitual desconsideración. Y como él, todos los que en vida destacaron de los demás en una u otra disciplina y tuvieron que aguardar pacientemente a su muerte para recibir el gran homenaje que siempre se les escamoteó en vida.

Ningún galardón conseguido por Delibes (el Nadal, los Nacionales de Narrativa, el Príncipe de Asturias, el Cervantes, los doctorados Honoris Causa, las Medallas de Oro, etc.) se ha acercado nunca a la impresionante cobertura mediática de su reciente fallecimiento en forma de merecidas loas y sentidos agradecimientos.

¿Por qué? ¿Por qué aquí parece que siempre es obligado esperar al obituario para ofrecer el mayor premio a toda una vida que es el reconocimiento de los demás? Y digo aquí pues es bien sabido que en las tribus indígenas de los rincones menos contaminados culturalmente del mundo, rinden consideración y elogio permanente a sus sabios (los mayores, generalmente) invistiéndoles de la estima más alta de todos sus congéneres.

Miguel Delibes finalizó formalmente su camino como novelista en 1998 con “El Hereje” y además lo anunció, diciendo aquella famosa frase: “Ha muerto el escritor antes que la persona”. ¡Han pasado 12 años!

¿Por qué nos cuesta tanto reconocer los méritos de los demás?

Por ya sabido, yo no quiero responder por todos a esta pregunta. Yo solo quiero decirle a Miguel Delibes…

…¡adiós, milana bonita!

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Las Actividades de Alta Rentabilidad

Quizás el consenso más unánime que preside el sentir vital de todos nosotros se ampara en la sensación generalizada de falta de tiempo para desarrollar todo lo que queremos hacer en nuestra cotidianidad, de forma que la frase más oída aquí y allá sea esa de: mi gran problema es el tiempo. Grave error, de percepción y de medición. Grave error, pues nada en la vida puede ser un problema si es una constante, es decir, algo definido y previsto (los problemas en la vida se caracterizan habitualmente por ser variables, lo indefinido e imprevisto). Lo constante es analizable y tratable si tiene solución o intratable en caso contrario, por lo que ya no es problema sino aceptación.

Una constante evidente es nuestro tiempo: todos disponemos de 24 horas cada día, si bien es verdad que no todos las usamos con la misma efectividad.

La vida no es una cuestión de tiempo en sí pues este, siendo fijo y cierto, no lo podemos alargar o acortar a nuestro capricho, ni almacenar para usarlo después, constituyendo un dato exógeno e invariante a nuestra voluntad. Por tanto, podemos asegurar que la vida es una cuestión de uso eficiente de ese tiempo definido que tenemos a nuestra disponibilidad. Uso eficiente que nunca podremos alcanzar si olvidamos la única herramienta que nos lo puede garantizar: Priorizar.

Priorizar no es otra cosa que elegir de entre varias alternativas, primando, anteponiendo, prefiriendo o favoreciendo a la que más convenga. Así, la vida no es una cuestión de tiempo:

¡La vida es una cuestión de Prioridad!

Pero, ¿qué priorizar…? Como antes he mencionado, lo que más convenga a cada cual, aunque hay algo común que a todos debería interesar por encima de lo demás: las Actividades de Alta Rentabilidad.

Las Actividades de Alta Rentabilidad son aquellas que, referidas a cualquier área de nuestra vida, contribuyen de manera decisiva a la consecución de nuestros deseos. Así, cada cual tiene las suyas como suyos son los deseos. En definitiva, es todo aquello en lo que verdaderamente merece la pena ocuparse, constituyendo la verdadera aportación de valor a nuestros propósitos y por tanto la esencia misma de la priorización.

Para su buena administración, tres son los pasos que hay que andar:

1-   Su Identificación, que nos permita descubrir cuáles son.

2-   Su Jerarquización, con objeto de establecer un orden de prelación que aconseje mayor atención a las que aporten en cada momento mayor contribución.

3-   Su Protección, para defenderlas de todas aquellas otras (Actividades de Baja Rentabilidad) que nada tienen que ver con nuestros verdaderos intereses y actuan como un ladrón.

Identificar, Jerarquizar y Proteger nuestras Actividades de Alta Rentabilidad es requisito necesario y suficiente para resguardarnos de todo aquello que realmente sin querer hacemos, destinando gran parte de un tiempo que luego aseguramos con gran angustia existencial a todos (y lo que es peor, también a nosotros mismos), no disponer…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro