Las Conferencias Frustrantes

Una manera tradicional de mejorar los conocimientos de toda persona comprometida con su desarrollo profesional y personal es asistiendo periódicamente a Conferencias sobre aquellas temáticas que le sean de su interés. Conferencias que siempre exigen una dedicación de tiempo y en ocasiones también de dinero que, al menos, debería ser meridianamente compensadas por los resultados finalmente obtenidos, buscando una óptima relación coste/beneficio.

Admito que las personas somos los animales que más se obstinan en tropezar con la misma piedra y confieso que, en cuanto a asistencias a Conferencias Frustrantes, yo soy uno de los que se llevarían el premio al más tropezón. O, al menos, esa es mi desolada impresión.

Esta semana, una vez más, he comparecido como oyente a una Conferencia sobre Talento, Liderazgo y Habilidades Directivas (mis especialidades como Business-Coach). El título era atractivo, el ponente de prestigio y el organizador del evento, una conocida Escuela de Negocios de la cual formo parte en su Claustro de Profesores. Todo apuntaba a la fiabilidad y aprovechabilidad del tiempo a dedicar, por lo que me inscribí y allí comparecí.

El resultado fue el de casi siempre: ¡frustración!.

Las Conferencias, en general, suelen ser un apropiado vehículo transmisor de datos, conocimientos y experiencias que el ponente nos presenta con mayor o menor fortuna comunicacional y didáctica. Por esto, la mayoría de las Conferencias normalmente nos trasladan solo información lo que, en ocasiones, si es apropiado y útil en el tratamiento de algunas materias pero claramente insuficiente en otras, cuyo aporte debería llegar a más.

Las Conferencias sobre Talento, Liderazgo y Habilidades Directivas corresponden a esta última tipología, pues todas ellas desgraciadamente se fundamentan en lo mismo: informar sobre cuales son las competencias óptimas (empatía, asertividad, delegación, escucha activa, trabajo en equipo, etc., etc., etc.) que definen a un profesional de éxito, algo tan normalmente ya sabido por todos que lo único que aportan finalmente es la originalidad del PowerPoint diseñado y algún que otro chiste contado con gracejo por el conferenciante.

Toda Conferencia que busque la mejora del comportamiento humano en cualquiera de sus facetas y situaciones no puede limitarse solo a constatar lo que hay que hacer sino que debe tratar de facilitar el cómo hacerlo, que es lo realmente difícil y verdaderamente útil para los asistentes, a la par que distingue aquellas Conferencias que realmente aportan valor de las que suponen una desilusionante pérdida de tiempo.

Yo, en las que tengo el honor de impartir, me esfuerzo denodadamente por hacerlo (si bien desconozco si lo consigo), por honestidad personal con esas personas a las que nunca agradeceré lo suficiente el que destinen una parte de su valiosa jornada profesional o personal a escucharme…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro