Las excusas son siempre causas cómplices

Complice y conciencia

El hombre es el único ser vivo capaz de auto-justificarse en casi todo lo que hace, sea bueno o malo y con razones que siempre llegan a convencerle por más que algunas no resistan la objetividad. Así de hábiles somos y así de engañados vivimos bajo nuestra responsabilidad.

¿Alguien recuerda aquella canción de Lola Flores que decía eso de… ¿cómo me la maravillaría yo? Pues eso, que somos maestros de la maravillación o el arte de reinterpretar sesgadamente las causas pasadas para luego justificar equivocadamente las consecuencias presentes y lo que es peor, así de convencidos llegarlo a firmar.

En la vida de cada cual no todo lo que hace es adecuado o digamos, lo mejor que podría hacer. Identificar esa conveniencia es primordial si lo que pretendemos es mejorar el resultado de nuestras actuaciones futuras. Evidentemente, no tendremos nada que mejorar si todo lo hecho queda suficientemente justificado como lo mejor en cada momento, siendo este precisamente uno de los orígenes del estancamiento personal y profesional que en muchas ocasiones solemos percibir en la vida y en el que no solemos reparar.

Pero, ¿qué explica nuestra obcecación por barrer siempre hacia nuestro hogar? Pues principalmente el auto-aprecio genético con que nacemos, que luego continuadamente nos tenemos y que, por mal entendido, busca una nota siempre superior a la merecida. Aprobar sin saber, tarde o temprano nos llevará al bochorno de ser descubiertos en la incompetencia, lo cual es obvio que nos generará más problemas que los que inicialmente intentábamos tapar.

En otras ocasiones he traído a mis artículos la dualidad existente entre Cómplice y Conciencia como principal determinante de nuestra capacidad para juzgar los actos propios. Ambos consejeros vitales, celosos moradores de nuestro cerebro en lo menos material, pugnan cada cual por abarcar más espacio que el otro y en el resultado de esta contienda territorial el vencedor es quien determinará cuál es el color habitual de nuestras justificaciones. Si es la Conciencia, estaremos más cerca de la huidiza objetividad manejándonos en el mundo de las razones. Pero si es el Cómplice, nadie nos librará de barajar tantas excusas como causas justificativas precisemos en un alarde de habilidad en conseguir decirnos lo que mejor queremos escuchar.

Confieso que en algunas ocasiones yo también pueda ser un ejemplo de esto último, aunque sospecho que solo en esto no debo estar…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

7 respuestas a «Las excusas son siempre causas cómplices»

  1. Esto tiene mucho que ver con el modo de captar la realidad. La verdad es la verdad y al vivir en un mundo cargado de relativismo, sucede lo que Alonso está planteando. La realidad tarde o temprano te salta a la cara. No se puede vivir de la mentira y la autojustificación. Además de inmoral, es muy poco práctico. Muy interesante el tema para los padres en la formación de sus hijos. A veces solo les exigen “buenas calificaciones” y los niños son capaces de mentir, copiarse o lo que sea con tal de llevar a casa unas buenas notas. Déberían exigirles más bien que estudien, que aprendan. Ya las calificaciones dirán cuál es el máximo al que puede llegar. No son lo más importante.
    Una persona que vive excusándose, nunca madura. Saludos y felicitaciones por el artículo.

  2. Buenisimo articulo. Es muy común oirnos decir lo bueno que somos en lo que hacemos, pero es cierto que siempre habrá algo que mejorar, algo que aprender, algún paradigma que romper. Debemos tener la mente siempre abierta, dejando las excusas de lado y dejando de pensar que todo lo sabemos. Porque el ser humano aprende algo nuevo cada día.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.