“Eso de que el dinero no da la felicidad son voces que hacen correr los ricos para que no los envidien demasiado los pobres”
Jacinto Benavente

Blog de Antonio J. Alonso Sampedro
Duda razonable y reflexión
“Las personas afortunadas se corrigen poco: Creen tener siempre razón mientras la fortuna sostiene su mala conducta”

La Rochefoucauld

Anoche soñé que volvía a San Francisco, como tantas otras más. Me encontraba ante la verja de la antigua Misión, pero no podía entrar. Entonces, sentí un poder sobrenatural y la atravesé transfigurado como un ser espiritual. El camino serpenteaba, retorcido y tortuoso como siempre, pero según avanzaba percibí que la naturaleza se había posesionado del mismo invadiéndolo con sus tenaces dedos, recuperando su lugar. Y al final, allí estaba la Misión, reservada y silenciosa, en la que el tiempo parecía no haber desfigurado la perfecta simetría de sus muros, blancos como el albar. La luz de la luna, a veces engañosa, me hizo ver cierta inquietante imagen en lo alto del campanario, pero de repente una nube cubrió el cielo como la mano sombría que esconde el rostro y toda aquella ilusión se desvaneció, apareciendo una iglesia desolada sin que el menor murmullo del pasado pudiera recordar su belleza colonial. Nunca podré retornar a mi existencia de antaño, esto es seguro, como también lo es que nada volverá a ser igual. Los muertos no pertenecemos a ningún época ni a ningún lugar, pero tampoco a la vida de los demás y la nuestra, ya solo es un lejano recuerdo con el que poder fantasear. Por eso, en algunas ocasiones sueño que regreso a mi ciudad y al extraño día en que el sargento Graham perdió su vida por ayudar a quien, aterrorizado e incapaz de sostenerse más, no tardaría en seguirlo hasta el suelo en su angustiosa caída mortal.
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