El Bulli cierra en 2012 y 2013 para reabrir en 2014: gran conmoción mediática cuya cobertura es pareja en los últimos días al desastre de Haití. Es decir, una objetiva injusticia.
Pero hoy no voy a volver a hablar de la interesada parcialidad de los medios de comunicación al seleccionar la información que debemos conocer más, pues se trata de una causa que sé perdida mientras los contrafuertes de los grupos editoriales sigan siendo los intereses de los partidos políticos.
Hoy quiero fijarme en uno de los elementos esenciales del menaje del restaurante “El Bulli”: sus cuchillos. Los cuchillos son la herramienta más polivalente de un establecimiento hostelero pues su uso es tanto interno (cocina) como externo (clientes). De su buen estado depende mucho la eficiencia en la elaboración de las comidas como la satisfacción de los comensales: los cuchillos deben estar afilados.
Pero Ferrán Adrià, que no es tonto (aunque siga año tras año sin demostrarnos grandes dotes comunicacionales, pese a su incesante entrenamiento mediático), se ha percatado de la necesidad de mantener también afilados otro tipo de cuchillos imprescindibles para el desarrollo futuro de su incuestionable restaurante de Cala Montjoi. Son los cuchillos de la Planificación Estratégica. Los que permiten cortar su mercado con la precisión de un bisturí.
Mantenerse en la primacía de la restauración mundial no es posible replicando sin solución de continuidad una fórmula de éxito, pues el éxito pide adecuación constante al entorno y el entorno nunca es constante.
Ferrán Adrià trabaja seis intensivos meses en su tri-estrellado restaurante sin más tiempo para pensar y el resto del año trabaja como reclamadísimo conferenciante, también sin más tiempo para pensar. Por tanto, si no piensa su fórmula de éxito puede agotarse por conocida (sobre todo considerando que algo que triunfa es pasto de la copia mas flagrante) y antes de que ello ocurra es necesario cambiar.
Hay quien puede opinar que dos años es mucho para afilar los cuchillos de El Bulli, pero ser el número uno solo se consigue con el mejor filo para cortar.
¿Cómo de afilado está el filo de nuestro cuchillo personal y profesional…? ¿No lo sabemos…? ¿Seguimos sin detenernos un instante para pensarlo…? ¿Vivimos el momento, en una suerte de correcalles diario sin destino definido…? ¿Y aun así, le exigimos éxitos a nuestra vida…? Así es imposible.
Copiemos de Ferrán Adrià, que es capaz de perder ahora para ganar después…
Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro
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