Cómo tratar a los demás…

Simplificando y al final, el ejercicio de nuestra vida se reduce al desarrollo de un par de tipos de diálogos: uno interior de cada cual consigo mismo y otro exterior con los demás. Del primero ya vengo hablando en muchas de las entradas de este Blog, pero es el segundo quien centrará mi reflexión actual.

Dos de las características más evidentes del ser humano son, tanto su tendencia irrefrenable a establecer relaciones con sus congéneres como el gran desarrollo conseguido en el lenguaje comunicacional. Cuando nos relacionamos con los demás, el estilo de comunicación que adoptemos es tan importante que puede condicionar severamente los resultados obtenidos (por ejemplo, todos sabemos por experiencia propia que la amabilidad abre las puertas que la antipatía suele cerrar).

Una de las circunstancias más habituales que se dan en la comunicación entre personas es la del prejuicio o valoración personal de los demás, que nos condiciona en lo que les decimos y como se lo decimos. No habalmos igual a quienes tenemos etiquetados como inteligentes que a aquellos que suponemos con inferior capacidad.

Esto mismo es lo que ocurre muy habitualmente en los entornos laborales y especialmente en los equipos de trabajo, cuando los directivos no son capaces de obtener lo mejor de sus colaboradores pues anticipan sus resultados sin ofrecerles la oportunidad de demostrar que no son como se les llega a prejuzgar.

Y todo ello porque no son conscientes de esta gran verdad…

Trata a los demás como te gustaría que fuesen y posiblemente así serán. Trata a los demás como crees que son y lo serán

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Del querer Tener al querer Ser

A mis 48 años ya he comprendido algunas cosas de la vida, aunque todavía me faltan muchas, muchas más por averiguar. Este camino no se terminará nunca, afortunadamente para mi declarada aversión al aburrimiento que genera la falta de curiosidad.

En mi opinión, el tránsito hacia la equilibrada madurez que toda persona debiera recorrer viene caracterizado por el progresivo abandono de la necesidad del Tener para centrarse en el Ser, en un viaje de vuelta hacia la esencia de la propia personalidad.

Si nacemos siendo, al punto se inicia un camino que viene caracterizado por un ingobernable instinto por Tener: nacemos llorando pues es la forma de exigirlo todo, en la consideración de que ese todo nos pertenece por el mismo hecho de nacer. Pero pronto este espejismo irá difuminándose paulatinamente pues lo que nos encontraremos después nos recordará que vivimos en un mundo transaccional en donde para Tener siempre deberemos compensar, pagando con nuestro dinero o con nuestro tiempo, ambas monedas del comercio vital.

Si Tener exige siempre un pago, Tener mucho implicará pagar mucho más, lo que nos obligará a utilizar mucho dinero que, de no tenerlo, deberemos conseguir destinando mucho tiempo a trabajar. Utilizar mucho tiempo para obtener mucho dinero determinará que aquello que podamos conseguir con él no lo podamos disfrutar, por no contar con el tiempo suficiente para poderlo usar.

A este disparatado bucle sin fin en el que se ha convertido la vida de los habitantes de los países desarrollados y que a todos nos tiene secuestrados, solo le veo una única solución: cambiar nuestra natural orientación vital del Tener por otra que no nos obligue al mencionado pago transaccional.

¿Qué es lo único que no necesitamos comprar pues ya lo tenemos y en lo que nos merece mucho la pena invertir para mejorar? Pues a nosotros mismos. Todos nacemos con un único patrimonio existencial que es nuestra propia identidad personal, que deberemos configurar para llegar a convertirnos en aquel o aquella que deseamos Ser y no en quien impone la sociedad.

Querer Ser no necesita de ningún pago dinerario pues se ampara en el deseo de crecimiento y desarrollo personal, algo sin duda mucho mas recompensador que todos los bienes materiales que podamos coleccionar a lo largo de una vida y que nunca verdaderamente nos pertenecerán…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

La De-Formación y la Re-Formación

La De-Formacion

Cuanto tiempo invertido y cuanto desperdiciado en las empresas españolas a la hora de mejorar el rendimiento profesional de sus directivos. Y aun hoy, esto sigue ocurriendo.

Instalada la Formación desde hace decenios en la cultura empresarial española como único vehículo de desarrollo directivo (al margen de la experiencia, claro está), no hay mayor error que pueda haberse cometido para impulsar el capital humano de aquellos que lideran nuestras organizaciones.

Por su misma definición, la Formación tiene por objeto el enseñar y lo que siempre hemos conocido por el apelativo genérico de “Fomento de las Habilidades Directivas” no se enseña. ¿Por qué?. Pues porque a nadie se le puede decir cómo y qué debe hacer en el desempeño de su actuación profesional. No hay reglas comunes y de aplicación universal que puedan asignarse por igual a todos los casos en orden a conseguir maximizar los resultados del esfuerzo laboral. Cuando en el empeño por mejorar el rendimiento profesional de los directivos nos orientamos hacia la “normatización”, estamos perdiendo el tiempo y haciéndoselo perder a quienes nos escuchan.

En mis clases sobre Alto Rendimiento Profesional y Liderazgo en las Escuelas de Negocios donde colaboro como profesor, lo primero que declaro a mis alumnos es que no pretendo enseñarles nada, generando claro está la extrañeza de los asistentes siempre ávidos de escuchar recetas mágicas, muy solucionadoras y poco esforzadas.

El único camino que garantiza la posibilidad de mejorar los resultados de los directivos no es la Formación sino el Entrenamiento (Coaching), al tratarse de un proceso que guiado por el entrenador (Coach) asume el alumno (Coachee) como personal e intransferible y se ajusta como un traje a medida a su situación vivencial. El Coaching comienza donde termina la Formación, invitando siempre a pasar de los preceptos teóricos a la realidad de cada cual, por lo que se constituye como único método compatible con la diversidad de situaciones vivenciales con la que se encuentran los profesionales de hoy en día.

La Formación en Habilidades Directivas y Desarrollo Profesional “De-Forma” pues impone, mientras que el Coaching “Re-Forma” pues invita…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¡Sobrevivir no es vivir!

Pasan los segundos, los minutos, los días, las semanas, los meses, los años… pasa la vida. ¿Pasa o nos sobrepasa?

La vida es solo tiempo y el tiempo aquello que más vale de la vida pues es lo primero que usamos al nacer y lo último que gastamos al morir. Dicen que nacer y morir son los dos hitos más relevantes de nuestra existencia pero no estoy de acuerdo, pues lo importante es lo que transcurre entre ellos: aquello que puede usarse.

La única diferencia entre el hombre y el resto de especies de la Tierra es que este sabe que su vida es finita, sabe que se va a morir. Esta certidumbre, al margen de creencias religiosas, nos posiciona ante un compromiso con nuestra propia existencia: el aprovechamiento de la vida. Un hombre vale el cómo use lo que le queda por vivir, sin mirar al pasado y considerando que el futuro es lo único que ofrece oportunidades para mejorar. Lo hecho, hecho está y a partir de aquí todo está por hacer.

Aprovechar la vida no es lo mismo para todos pues el concepto, aunque universal, permite la libre elección de actos por cada cual, que usa su vida de manera diferente. Por tanto, de esta manera parecería difícil definir cuál sería el mejor criterio para aprovechar la vida, pero no lo es tanto:

“Lo único que garantiza el aprovechamiento de la vida es la capacidad de decisión sobre ella, sin miedo al fracaso y con independencia del resultado, que nunca podrá ser considerado negativo al ser siempre elegido”

¡Sobrevivir no es vivir, porque para vivir es imprescindible decidir…!

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

El Coaching y la EFQM

Los próximos días 23, 24 y 25 de Noviembre se celebra en Madrid las “IV Jornadas Internacionales Mentoring & Coaching Universidad Empresa”, organizadas por las Universidades Politécnica y Complutense de esa ciudad.

Sin duda se trata del encuentro anual más importante que se celebra en España sobre Mentoring y Coaching. La diferencia con otras convocatorias de este tipo radica en que la presente es ajena a cualquier limitación de partidismo asociacionista, identificándose por una vocación independiente y aglutinadora de todos los actores que tienen algo que aportar a la realidad actual del Coaching y Mentoring a nivel nacional e internacional.

Yo asistí a la edición del año pasado y en la presente participaré como ponente, desarrollando un tema que me es profesionalmente muy cercano:

“Coaching y EFQM: Una nueva orientación del BUSINESS COACHING”

El camino hacia la excelencia de las empresas españolas durante las últimas décadas del siglo XX ha estado custodiado por el universo dominante de la Consultoría (en todas sus versiones), como único vehículo transmisor de la ortodoxia empresarial y el éxito profesional.

La reciente irrupción en España del Business Coaching configura un nuevo panorama en el sector de los servicios a empresas (sobre todo a las PYMES), al incorporar una nueva herramienta de mejora que, a diferencia de la Consultoría, no es normativa sino Auto-Evaluativa y Auto-Planificativa, pues se apoya en las soluciones creadas por las propias compañías más que en las impuestas por desarrollos y modelos genéricos de dudosa aplicabilidad a la realidad específica de cada empresa.

No obstante y sin negar todas sus demostradas ventajas, el Business Coaching adolece hoy en día de la suficiente estructura operativa sistematizada que permita un desarrollo óptimo en ese proceso de excelencia que comienza por la Auto-Evaluación integral de la “Situación Actual” de la empresa por parte de sus directivos, que sigue por la identificación de la “Situación Deseada” y termina con la elaboración e implementación de un “Plan de Acción”, cuyo seguimiento apunte hacia los “Objetivos” deseados.

Esta evidente carencia puede ser resuelta muy eficientemente (ver www.alonso-businesscoaching.es) combinando adecuadamente la herramienta del Coaching con la estructura de análisis empresarial del célebre y reconocido modelo de gestión directiva diseñado en 1991 (revisado en 1999 y 2009) por la “European Foundation for Quality Management” (EFQM), al coincidir ambas en su muy efectiva naturaleza no normativa ni impositiva…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

La coherencia y Londres

La coherencia es una de mis tres palabras favoritas que comienzan por C y que solas, bastan para manejarse exitosamente en la vida. Las otras son compromiso y constancia, a las que me referiré en otro momento y lugar.

Una definición del sustantivo coherencia lo explica de la manera más simple que hay:

Armonía o relación lógica de una cosa con otra, de forma que no haya entre ellas contradicciones

La coherencia, hablando ya de las personas, es esa cualidad que confiere unicidad a la identidad de cada cual, pues facilita que nuestras decisiones sean afines a nuestros valores y en conjunto, presenten un estilo propio, armónico y cabal. Ser coherente aporta equilibrio personal y además contribuye a que nuestra imagen ante la sociedad gane mucho en identidad y confiabilidad. Quien practica la coherencia, en sus dichos y en sus hechos, se gana el respeto propio y el de los demás.

Pero la coherencia, como significaba la definición anteriormente mencionaba, también afecta a las cosas y como ejemplo de ello citaré algo personal. El pasado puente del 12 de Octubre visité Londres, principalmente para asistir a la representación de una nueva producción de Tristán e Isolda en el Royal Opera House Covent Garden. Londres es una ciudad maravillosa pero no es coherente, al menos en algo tan idiosincrático para ellos como la elección del sentido en sus calles para avanzar. Lo coherente es que si los vehículos marchan por la izquierda en las calzadas, los peatones lo hiciesen igual en las aceras. Pero no, caminan por la derecha, lo que me llena de preplejidad.

No ser coherente provoca confusión en los demás, como podemos apreciar en los torpes pasos de cuantos desorientados turistas pisan por primera vez esa preciosa ciudad…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Lo importante en la vida para Simon Rattle

Simon Rattle, de 54 años, es desde 1.999 el flamante director titular de la Filarmónica de Berlín, probablemente la mejor formación orquestal del mundo.

El pasado 30 de Septiembre, recibía en el Alcázar de Segovia y de manos del Príncipe de Asturias, el Premio Juan de Borbón de la Música 2.008. Su breve estancia en España, fue aprovechada por muchos medios de comunicación para dejar constancia de su personalidad en múltiples entrevistas que han sido publicadas recientemente.

En varias de ellas, he podido leer lo que para él es su definición de lo importante de la vida y que, en resumen, se concreta en la siguiente frase:

“Lo importante es el Proceso siendo el Camino, la Meta”

Esto dicho por un reconocido triunfador tiene un significado muy especial, sobre todo si apreciamos que no nombra en absoluto la palabra Éxito (para muchos, el verdadero motor del deseo humano). Para el Sr. Rattle, el cómo desarrollamos nuestras actuaciones (Procesos) es lo verdaderamente importante y la sucesión de las mismas (el Camino) es en sí la Meta, el fin último de la vida.

¿Esta definición vale para todos?. Yo creo que no, pues aun comulgando con el valor que el presente debe tener en nuestra vida, no es posible vivir intensamente solo de él sin la expectativa futura y en ocasiones consecución de pequeños o grandes éxitos personales.

Simon Rattle ya ha conseguido el mayor Éxito al que puede aspirar un director de orquesta y todos sabemos que cuando algo se alcanza suele perder mucho de su valor para quien lo disfruta. Sigo pensando que A. Maslow tenía mucha razón al explicar las motivaciones humanas como una sucesión de niveles piramidales que, al ser alcanzados, hacían olvidar los anteriores.

¿Pensaría igual el Sr. Rattel cuando todavía era un estudiante de la Royal Academy of Music de Londres?.

 

Saludos de Antonio J. Alonso

Madrid 2016 y la FE CIEGA

Ayer, día 2 de Octubre de 2009, hacia media tarde, supimos que Madrid no organizará los Juegos Olímpicos de 2016. ¿Decepción?.

Eso depende de cuál es el planteamiento inicial a la hora de abordar y acometer la consecución de todo objetivo.

La desmedida inflación informativa y la orientación sesgada con que los medios de comunicación han tratado todo el proceso de elección de la sede olímpica que tomará el relevo de Londres, ha creado un estado de opinión en el pueblo español que no se correspondía con las verdaderas posibilidades de éxito de Madrid, derivando en un frenesí de ilusión colectiva muy alejada de la verdadera realidad. Ilusión que, semanas antes de la decisión final, ya se había convertido en FE CIEGA.

A las innumerables preguntas callejeras de los intrépidos reporteros de radios y televisiones patrias sobre el porqué debía ganar Madrid, la mayoría de las respuestas contenían un implícito “porque sí”. Eso es FE CIEGA.

No hay peor consejera para abordar todo proyecto personal, profesional, empresarial o institucional que la FE CIEGA, cuyos síntomas convierten al más reflexivo de los mortales en un infante preescolar preso de ensoñaciones y antifaces mentales, que solo llevan al desencanto y la frustración cuando no se consiguen los resultados esperados.

Dejarnos llevar por la ilusión es conveniente para afrontar la dificultad implícita de los retos de la vida, siempre que ella mantenga al menos un pie apoyado en la realidad. Pisar en vacío con ambas piernas pronostica una caída segura. Y muchas caídas continuadas nos llevan paulatinamente al descrédito personal y a la falta de auto confianza, sin duda todo lo contrario de lo que se requiere para garantizar la ilusión en nuestra vida.

¿Volveremos a abordar una mas que probable candidatura Madrid-2020 con FE CIEGA…?

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Dime y lo olvido…

Dime y lo olvido

Benjamin Franklin (1706-1790), estadista y científico norteamericano, vino a afirmar:

Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo

En tiempos del Sr. Franklin, el Coaching no se había inventado o quizás mejor, lo que no se conocía era el nombre de la disciplina pues, sin saberlo, algunos lo llegaban a practicar.

Mucho antes, en la antigua Grecia, desde Sócrates y la Mayéutica ya se utilizaba la pregunta como fuente de conocimiento y resolución de problemas, considerando que las respuestas están ocultas en la mente de cada ser humano y el encontrarlas solo depende de identificar los interrogantes adecuados que ejerzan de focos iluminadores en la oscuridad. Por esto se considera a Sócrates el padre del Coaching, anglicismo que no beneficia a su comprensión total.

¡Qué razón tenía B. Franklin al distinguir entre decir, enseñar e involucrar!.

Decir atiende a todas esas comunicaciones que, bien referidas a temas importantes como a los intrascendentes, no somos capaces de trasladarlas adecuadamente a su interlocutor, malográndose esa información por perdida de interés y atención.

Enseñar ya requiere un esfuerzo mayor pues la voluntad del enseñante es que quien le escucha aprenda, aunque esto pocas veces ocurre. La mayoría de las ocasiones, el proceso de enseñar solo consigue marcar un leve recuerdo en la mente del escuchante que, con el tiempo, va desdibujándose como un cuadro mojado por el agua.

Involucrar a los demás sin duda es lo más efectivo, pues consigue el aprendizaje óptimo al vincular lo comunicado con el compromiso del receptor para usarlo en su vida. Involucrar no es enseñar, porque enseñar utiliza la respuesta mientras que involucrar necesita de la pregunta.

¿Responder o preguntar…?

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¡El sobrecogedor final de “Tristán e Isolda”!

De nuevo la Ópera protagoniza una de mis entradas a este Blog y en este caso las mayúsculas empleadas son poco reconocimiento a una de las cimas del arte universal: “Tristán e Isolda” de Richard Wagner, estrenada en Munich el 1 de junio de 1865, es la apoteosis convulsa del amor pasional.

El próximo 9 de octubre tendré la oportunidad, una vez más, de presenciar una representación de la ópera más ardiente que se ha escrito jamás, con mi alma entreverada de admiración wagneriana y devoción por los escenarios que han elevado la lírica a arte universal.

Será desde una butaca de la primera fila del Grand Tier Left del “Royal Opera House Covent Garden” de Londres, santuario de míticas e históricas noches, en donde el regalo apasionado de los cerrados aplausos y los bravos desaforados ha quedado grabado en sus centenarias paredes para siempre y que yo, volveré a escuchar. Hiervo por dentro mientras espero lo que acontecerá.

“Tristán e Isolda” es todo pasión desbordada y especialmente su sobrecogedor final “Mild und leise” (“Tranquilo y sereno”) que, cantado por una Isolda presta a morir por amor, se configura como una de las manifestaciones de la emocionalidad humana más hondas que el paso de la civilización ha podido dejar.

¿Se puede morir de amor?. No lo sé, pero el solo hecho de admitir esa posibilidad nos abre las puertas de la evidente complejidad del ser humano y su gran capacidad para sentir profundas emociones, hasta límites peligrosamente fronterizos a las leyes que la naturaleza dicta en su empeño por preservar la vida como bien principal.

Emociones que, en otra magnitud, presiden todas nuestras actuaciones y condicionan las actitudes que nos llevan a presentarnos ante nosotros y ante los demás. Emociones que también son las responsables de nuestros éxitos y fracasos y que, por abstractas, no acabamos de visualizar, siendo conocedores inconscientes de su protagonismo en nuestro devenir existencial.

Isolda se deja morir por amor, finalizando lo que hasta ese momento ha sido una partitura sísmica, desbordante y atronadora, en un hilo de silencio que resume todo lo que queda en el alma cuando el alma se hace silencio musical…

 

Saludos de Antonio J. Alonso