Comenzar cada año, emocionado…

Cada primero de Enero siempre cumplo mi compromiso sagrado con el Concierto de Año Nuevo que retransmite RTVE desde el Wiener Musikverein, con esa misteriosa predisposición que solo uno tiene cuando espera que su corazón se arremoline sin atropello cuando los sentimientos llaman a su puerta.

Los “Neujahrskonzerts” son para mí la mejor forma de recibir con buen pié el año entrante, dejando muy atrás el compulsivo ritual de las 12 uvas televisadas desde la Puerta del Sol y los obligados besos y achuchones posteriores, muchas veces perpetrados a y por desconocidos que nunca antes hemos visto. Siempre preferiré mi propia emoción a la que intentan calzarme Anne Igartiburu y sus compañeros televisivos, en un alarde de democratización de una felicitación navideña para la que paradójicamente cada 31 de Diciembre se reservan la mejor vista del Reloj.

Comenzar el año con música es la mejor alternativa para estrenar un nuevo calendario en ese remanso de paz que son las desérticas mañanas de primero de año, cuyo desperdicio por la ya más que institucionalizada indigestión etílica de la noche anterior no tiene pena suficiente ante cualquier tribunal de buenas costumbres.

En esta edición he vuelto a emocionarme por todo lo que siempre me asombra de un concierto que por sabido, para mí siempre es nuevo. La eclesial sala dorada, sus elegantes adornos florales tan apabullantes y tan discretos a la vez, el público que parece escogido para una de aquellas películas lujosas de la Metro Goldwin Mayer, la prima ballerina vestida de rojo Valentino que nos demuestra que lo de la gravedad no es para todos, las idílicas imágenes de un Danubio que aunque no sea azul yo me lo creo, la precisa y musical realización televisiva de Brian Large (ausente en esta edición, pero presente en un estilo que ya es marca de la casa) y los siempre atinados comentarios de José Luis Pérez de Arteaga a quien admiro rendidamente por su poliglotía y su sabiduría musical, también George Petre el octogenario director que mas juvenilmente ha dirigido a la, mas que Filarmónica yo diría metronómica, orquesta de Viena que interpreta como ninguna otra el festival de alegría y vitalidad que destilan los valses, polkas y mazurcas de los Strauss, incluyendo ese “aplaudido al son” himno de bienvenida a la ilusión y la esperanza que es la Marcha Radetzky.

Y como no voy a emocionarme si todavía guardo tan vivo y presente el recuerdo de aquel inolvidable año nuevo del 2.007 en Viena, cuando transmutado por el fervor de la ciudad más musical que nunca ha existido peregriné extasiado por su principales salas (“Barbero de Sevilla” y “Murcielago” en la Wienner Staatsoper, “Viuda Alegre” en la Volksoper, “9ª de Beethoven” en la Konzerthaus, Niños Cantores y su insuperable “Adeste Fideles” en la Hofmusikkapelle) hasta llegar a la mañana del 1º de Enero y poder entrar al Musikverein para aplaudir a un elegante Zubin Mehta que dirigió flamígeramente a la Wiener Philharmoiker en ese Concierto de Año Nuevo que nunca olvidaré y cada año volveré a vivir emocionado en zapatillas y ante el televisor…

 

Saludos de Antonio J. Alonso

El 1 del 1

Hay una máxima que nunca falla y dice que cuando pretendamos alcanzar algo y no lo consigamos busquemos una nueva fórmula para intentarlo, pues si repetimos la misma tendremos muchas probabilidades de obtener los mismos malos resultados.

Por tanto, hoy a 31 del 12 aconsejo cambiar de estrategia y olvidar esos buenos propósitos que cada año siempre comenzamos el 1 del 1 y que habitualmente nunca solemos cumplir. Dejémoslos para el 2 del 1 o para el 1 del 2 y a lo mejor nos va mejor…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¿Es la Navidad el mejor Coach…?

Coaching y Navidad2
Sin duda, nuestra existencia no es más que la repetición sin falta de un largo rosario de costumbres y hábitos que, incorporados desde la primera infancia, ya quedan marcados a fuego en nuestro devenir vital.

No hay que negarlo: ¡nos gustan las tradiciones! Nos sentimos muy cómodos instalados en eso que conocemos y hemos hecho siempre, pues tendemos a minimizar lo que tanto nos turba y acongoja como es la indefinición de lo desconocido, aquello que todavía no hemos llegado a controlar.

Por todo, somos cumplidores fieles de estos rituales anuales que repentinamente nos sobrevienen sin haberlos decidido previamente, simplemente porque ahí están.

La Navidad es quizás el mejor ejemplo de ello: todos los años nos sorprende pese a la obstinación con la que la publicidad se empeña en recordárnoslo, cada vez con mayor anterioridad. Además, de entre todas las tradiciones más señaladas del año, la Navidad es la que presenta una curiosa singularidad pues, al margen del disfrute de la festividad en sí, nos exige incorporar a nuestra idiosincrasia un elemento homogeneizador, obligatorio y poco usual: los buenos sentimientos. Los buenos sentimientos pertenecen a ese gran capítulo de nuestra vida que son las emociones y las emociones constituyen una de las autopistas principales de trabajo en el Coaching.

Los que nos dedicamos profesionalmente a esta disciplina sabemos de la gran dificultad para manejar adecuadamente las emociones y de los enconados esfuerzos que debemos practicar para facilitar la mejora de algunas competencias emocionales en nuestros clientes. El mundo de los sentimientos es tan amplio, inconcreto y personal que parece difícil que exista un razonamiento o teoría que pueda determinar medicinas generalistas para conseguir el control efectivo de los mismos, por lo que la solución siempre será de cada cual.

No obstante y de forma milagrosa, la Navidad si parece conocer esa oculta clave y por unos días constituirse en el mejor Coach del mundo mundial, al conseguir que todos centrifuguemos nuestros corazones y nos transmutemos, de la noche a la mañana, en pura mermelada emocional.

¿Será de verdad…?

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

“12 Hombres sin Piedad…”

¿Qué sería de mí sin la famosa película dirigida en 1957 por Sidney Lumet y protagonizada por Henry Fonda?

Como ya he comentado en alguna otra entrada de este Blog, desde hace varios años vengo impartiendo en todo tipo de entidades y empresas públicas y privadas así como en Escuelas de Negocios mi ya conocido Taller… “12 Hombres sin Piedad: Las Claves del Liderazgo”, cuya calidad le ha hecho merecedor de contar entre sus participantes con la asistencia de los 17 Presidentes de los TSJ (Tribunales Superiores de Justicia) de España, en una edición especial celebrada en 2008 en la Ciudad de la Justicia de Valencia.

¿Cuál es el secreto del éxito conseguido hasta la fecha? Sin duda la película, sobre la que gira todo el Taller y que se configura como el mejor y más aleccionador tratado que se pueda encontrar sobre Liderazgo, constituyendo un “Caso” sin par de entre todos aquellos que utilizamos como metodología básica de formación los profesores de las Escuelas de Negocios.

12 Hombres sin Piedad”, en su estreno en España, fue mal traducida del inglés por cuanto su título original no tiene nada que ver con la “piedad” o ausencia de ella en los personajes y si mucho con su talante y actuación a lo largo de todo el filme, lo que nos llevaría a mejor nombrarla como “12 Hombres Enfadados”.

Es cierto que durante toda la película merodea un ambiente de crispación y enfrentamiento que ejerce de contrapeso dramático al avance de la acción y eso mismo es lo que encumbra la ejemplar labor de Davis (Henry Fonda) en su noble empeño por defender sus convincentes planteamientos ante el resto de miembros del jurado, instalados en lo contrario.

Un Henry Fonda que despliega una interpretación histórica y descomunal (no menos el resto del reparto), transmitiendo toda la verdad de su personaje en cada mirada y dibujando con gran maestría el perfil de un Líder-Coach que, con más de 50 años de antigüedad, todavía sigue vivo y de plena actualidad para ejemplo de muchos de los que hoy dicen con orgullo ejercer como tales…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

La Posibilidad y la Probabilidad

Es muy habitual que los participantes en mis Programas de Coaching no distingan con facilidad la diferencia que existe entre los términos Posibilidad y Probabilidad. Además de ellos, yo creo que estos dos conceptos suelen llevar a la confusión a la mayoría de personas.

Veamos que significan:

– Posibilidad: Aptitud o facultad para hacer o no hacer una cosa.

– Probabilidad: Determinación cuantitativa de la posibilidad de que se haga o no se haga una cosa.

Por tanto, no son iguales y entender su diferencia es clave para no caer en la frustración cuando no conseguimos nuestros propósitos (cuando las cosas no nos salen como queremos), además de constituir el punto de partida estratégico de diferentes caminos para la búsqueda de las soluciones.

Los procesos de mejora profesional y personal que facilito a mis clientes cuidan mucho la identificación de cuál es la razón por la que, en ocasiones, no alcanzamos nuestros objetivos. ¿Es por Posibilidad o es por Probabilidad?.

Sin duda, la respuesta condiciona mucho el trabajo a desarrollar por cuanto no es lo mismo que el origen de nuestros fracasos se deba a la Posibilidad (porque no puedo) que a la Probabilidad (porque no lo he intentado suficientemente).

Desgraciadamente, el “Cómplice Auto-Justificativo” que todos llevamos dentro es quien se encarga de confundirnos haciéndonos creer que casi siempre es la Posibilidad la causa de nuestros males, pues de lo contrario (si fuera la Probabilidad) estaríamos obligados a practicar con más asiduidad esa cualidad que está demostrado es más escasa y por tanto más valiosa hoy en día: la Constancia…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

La Embriaguez Mental

Todos nos hemos emborrachado alguna vez un poco (algunos más y más veces que otros…) y sabemos cuáles son las consecuencias que provoca semejante estado.

Una de las más habituales es el optimismo y la mejora temporal de nuestro carácter que, entre otros aspectos, suele tender a disculpar los comportamientos propios y los ajenos en busca de un estado positivista de bienestar (”buen-rollista”) del que solemos carecer en nuestra cotidianidad.

Pues bien, en la mayoría de las ocasiones, no necesitamos injerir alcohol para experimentar los mismos síntomas, si somos capaces de generar ese mismo espíritu en nuestra vida.

¿Qué me impide mirar hacia delante con positivismo? Solo el miedo. El miedo a que algo me salga mal e incumpla las expectativas que había inicialmente depositado en esa actuación y que me lleven a la frustración.

Tener miedo ante lo desconocido es tan incoherente como no tenerlo, pues lo desconocido nunca es predecible. La vida es un estado de prueba permanente que invita a descubrir lo que podemos conseguir y lo que no, pero siempre tras intentarlo.

Sin probar nunca podremos saber cuan largo es el alcance de nuestras posibilidades, autolimitándonos en nuestros logros y lo que es peor, macerando la sensación de que la resignación vital es el mejor remedio ante el fracaso.

Embriagarse de positivismo mental, siempre desde la factibilidad, es la mejor vacuna para afrontar los retos de la vida propia y también de las de los demás…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Cómo tratar a los demás…

Simplificando y al final, el ejercicio de nuestra vida se reduce al desarrollo de un par de tipos de diálogos: uno interior de cada cual consigo mismo y otro exterior con los demás. Del primero ya vengo hablando en muchas de las entradas de este Blog, pero es el segundo quien centrará mi reflexión actual.

Dos de las características más evidentes del ser humano son, tanto su tendencia irrefrenable a establecer relaciones con sus congéneres como el gran desarrollo conseguido en el lenguaje comunicacional. Cuando nos relacionamos con los demás, el estilo de comunicación que adoptemos es tan importante que puede condicionar severamente los resultados obtenidos (por ejemplo, todos sabemos por experiencia propia que la amabilidad abre las puertas que la antipatía suele cerrar).

Una de las circunstancias más habituales que se dan en la comunicación entre personas es la del prejuicio o valoración personal de los demás, que nos condiciona en lo que les decimos y como se lo decimos. No habalmos igual a quienes tenemos etiquetados como inteligentes que a aquellos que suponemos con inferior capacidad.

Esto mismo es lo que ocurre muy habitualmente en los entornos laborales y especialmente en los equipos de trabajo, cuando los directivos no son capaces de obtener lo mejor de sus colaboradores pues anticipan sus resultados sin ofrecerles la oportunidad de demostrar que no son como se les llega a prejuzgar.

Y todo ello porque no son conscientes de esta gran verdad…

Trata a los demás como te gustaría que fuesen y posiblemente así serán. Trata a los demás como crees que son y lo serán

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Del querer Tener al querer Ser

A mis 48 años ya he comprendido algunas cosas de la vida, aunque todavía me faltan muchas, muchas más por averiguar. Este camino no se terminará nunca, afortunadamente para mi declarada aversión al aburrimiento que genera la falta de curiosidad.

En mi opinión, el tránsito hacia la equilibrada madurez que toda persona debiera recorrer viene caracterizado por el progresivo abandono de la necesidad del Tener para centrarse en el Ser, en un viaje de vuelta hacia la esencia de la propia personalidad.

Si nacemos siendo, al punto se inicia un camino que viene caracterizado por un ingobernable instinto por Tener: nacemos llorando pues es la forma de exigirlo todo, en la consideración de que ese todo nos pertenece por el mismo hecho de nacer. Pero pronto este espejismo irá difuminándose paulatinamente pues lo que nos encontraremos después nos recordará que vivimos en un mundo transaccional en donde para Tener siempre deberemos compensar, pagando con nuestro dinero o con nuestro tiempo, ambas monedas del comercio vital.

Si Tener exige siempre un pago, Tener mucho implicará pagar mucho más, lo que nos obligará a utilizar mucho dinero que, de no tenerlo, deberemos conseguir destinando mucho tiempo a trabajar. Utilizar mucho tiempo para obtener mucho dinero determinará que aquello que podamos conseguir con él no lo podamos disfrutar, por no contar con el tiempo suficiente para poderlo usar.

A este disparatado bucle sin fin en el que se ha convertido la vida de los habitantes de los países desarrollados y que a todos nos tiene secuestrados, solo le veo una única solución: cambiar nuestra natural orientación vital del Tener por otra que no nos obligue al mencionado pago transaccional.

¿Qué es lo único que no necesitamos comprar pues ya lo tenemos y en lo que nos merece mucho la pena invertir para mejorar? Pues a nosotros mismos. Todos nacemos con un único patrimonio existencial que es nuestra propia identidad personal, que deberemos configurar para llegar a convertirnos en aquel o aquella que deseamos Ser y no en quien impone la sociedad.

Querer Ser no necesita de ningún pago dinerario pues se ampara en el deseo de crecimiento y desarrollo personal, algo sin duda mucho mas recompensador que todos los bienes materiales que podamos coleccionar a lo largo de una vida y que nunca verdaderamente nos pertenecerán…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

La De-Formación y la Re-Formación

La De-Formacion

Cuanto tiempo invertido y cuanto desperdiciado en las empresas españolas a la hora de mejorar el rendimiento profesional de sus directivos. Y aun hoy, esto sigue ocurriendo.

Instalada la Formación desde hace decenios en la cultura empresarial española como único vehículo de desarrollo directivo (al margen de la experiencia, claro está), no hay mayor error que pueda haberse cometido para impulsar el capital humano de aquellos que lideran nuestras organizaciones.

Por su misma definición, la Formación tiene por objeto el enseñar y lo que siempre hemos conocido por el apelativo genérico de “Fomento de las Habilidades Directivas” no se enseña. ¿Por qué?. Pues porque a nadie se le puede decir cómo y qué debe hacer en el desempeño de su actuación profesional. No hay reglas comunes y de aplicación universal que puedan asignarse por igual a todos los casos en orden a conseguir maximizar los resultados del esfuerzo laboral. Cuando en el empeño por mejorar el rendimiento profesional de los directivos nos orientamos hacia la “normatización”, estamos perdiendo el tiempo y haciéndoselo perder a quienes nos escuchan.

En mis clases sobre Alto Rendimiento Profesional y Liderazgo en las Escuelas de Negocios donde colaboro como profesor, lo primero que declaro a mis alumnos es que no pretendo enseñarles nada, generando claro está la extrañeza de los asistentes siempre ávidos de escuchar recetas mágicas, muy solucionadoras y poco esforzadas.

El único camino que garantiza la posibilidad de mejorar los resultados de los directivos no es la Formación sino el Entrenamiento (Coaching), al tratarse de un proceso que guiado por el entrenador (Coach) asume el alumno (Coachee) como personal e intransferible y se ajusta como un traje a medida a su situación vivencial. El Coaching comienza donde termina la Formación, invitando siempre a pasar de los preceptos teóricos a la realidad de cada cual, por lo que se constituye como único método compatible con la diversidad de situaciones vivenciales con la que se encuentran los profesionales de hoy en día.

La Formación en Habilidades Directivas y Desarrollo Profesional “De-Forma” pues impone, mientras que el Coaching “Re-Forma” pues invita…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¡Sobrevivir no es vivir!

Pasan los segundos, los minutos, los días, las semanas, los meses, los años… pasa la vida. ¿Pasa o nos sobrepasa?

La vida es solo tiempo y el tiempo aquello que más vale de la vida pues es lo primero que usamos al nacer y lo último que gastamos al morir. Dicen que nacer y morir son los dos hitos más relevantes de nuestra existencia pero no estoy de acuerdo, pues lo importante es lo que transcurre entre ellos: aquello que puede usarse.

La única diferencia entre el hombre y el resto de especies de la Tierra es que este sabe que su vida es finita, sabe que se va a morir. Esta certidumbre, al margen de creencias religiosas, nos posiciona ante un compromiso con nuestra propia existencia: el aprovechamiento de la vida. Un hombre vale el cómo use lo que le queda por vivir, sin mirar al pasado y considerando que el futuro es lo único que ofrece oportunidades para mejorar. Lo hecho, hecho está y a partir de aquí todo está por hacer.

Aprovechar la vida no es lo mismo para todos pues el concepto, aunque universal, permite la libre elección de actos por cada cual, que usa su vida de manera diferente. Por tanto, de esta manera parecería difícil definir cuál sería el mejor criterio para aprovechar la vida, pero no lo es tanto:

“Lo único que garantiza el aprovechamiento de la vida es la capacidad de decisión sobre ella, sin miedo al fracaso y con independencia del resultado, que nunca podrá ser considerado negativo al ser siempre elegido”

¡Sobrevivir no es vivir, porque para vivir es imprescindible decidir…!

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro