La Fuerza de la Pasión… ¡perdida!

¿Cuál es el acontecimiento que en los últimos días ha despertado mas y mayores pasiones en la actualidad social española?

Sin duda, todos aquellos que lean contemporáneamente esta entrada coincidirán conmigo en que se trata del formidable triunfo deportivo del F.C. Barcelona (¡Copa!…, ¡Liga!… y ¡Champions!), que ha escriturado para siempre al club catalán en la historia del fútbol universal que leerán nuestros nietos.

Lo sucedido ha desatado desbordadas pasiones. Todos lo hemos podido ver en los innumerables reportajes televisivos que nos mostraban, triunfo tras triunfo, a los seguidores culés extasiados de sobrenatural entusiasmo y descontrolado fervor balompédico. Pasiones que han adoptado múltiples formas de expresión (y no me referiré aquí a las violentas, que ese es tema para otra entrada), la mayoría de ellas, por exageradas en sus manifestaciones, solo explicables dentro de un contexto de transitoria enajenación e histeria colectiva.

En definitiva, ¡cuánta fuerza generada por la Pasión y cuanta perdida!. Si, perdida.

Los espectáculos colectivos, que llegan a enervar el espíritu de las masas hasta cotas siderales, actúan como bombas atómicas generadoras de energía casi sin límite que inmediatamente se disipa como una gota de tinta en el mar.

¿Y esto por qué?. Pues en mi opinión porque a todos nosotros nos asisten dos tipos de pasiones en la vida: las reactivas y la proactivas. Las primeras vienen generadas por acontecimientos externos a nuestra persona que son protagonizados por otros y la fuerza, en nosotros generada, vuelve a ellos como si de la electricidad que pasa por un cuerpo se tratase (de ahí eso de que jugar en casa se estime como una gran ventaja, al contar con la energía del apoyo del público).

Pero las pasiones proactivas son las que nosotros mismos generamos al ilusionarnos por la consecución de nuestros propios deseos de avance y mejora en la vida, siempre personales e intransferibles y por tanto, siempre garantes de la conservación de esa energía generada.

Hoy en día, cuanto tanto se habla de eficiencia energética, nos olvidamos de fomentar esa que más nos interesa y beneficia: la energía vital que generamos al ser protagonistas de nuestra propia vida y que nunca encontraremos ni en la mejor de las finales de la Champions League….

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

“Una Imagen vale mas que Mil Palabras”

En mi querida actividad profesional siempre visto con traje de chaqueta, camisa blanca y corbata. En invierno y también en verano, pese a residir en Valencia.

Sin duda preferiría, por comodidad, llevar algo que fuera más de sport como así lo hacen muchos de mis colegas de profesión pues se está extendiendo, en lo que a la apariencia se refiere, una imagen del Coach en España cercana al “casual friday” (americana con pantalones “chinos” y sin corbata), sobre todo en los polos de mayor desarrollo de esta disciplina como son Madrid y Barcelona.

Entonces, ¿porque me someto a la tortura diaria del centenario uniforme decimonónico con soga al cuello?. Sencillamente porque, ¡Una Imagen vale más que Mil Palabras!.

En toda profesión hay que trasladar a los demás una información de seriedad y competencia y el aspecto exterior (otros detalles, sin duda también) habla mucho de ello. No todos los trabajos requieren el mismo “look”. Los hay en los que una indumentaria excesivamente formal puede ser paradójica y en ocasiones contraproducente (agricultura, construcción, bellas artes, etc.), dependiendo siempre nuestra elección de la vestimenta habitual de nuestros interlocutores.

En la ya varias veces citada aquí película “12 Hombres sin Piedad” que apoya mi Taller de Liderazgo esto se aprecia con gran claridad, pues parte de la riquísima caracterización de los personajes se ampara en las tipologías de sus trajes (estamos en los años ´50 y entonces todos vestían así) y sobre todo en el mantenimiento de la americana puesta por algunos de ellos que, en un ambiente de sofocante calor, se manifiesta como signo de integridad, competencia y convicción en sus planteamientos.

Yo soy Business Coach, por lo que trabajo habitualmente con empresas y como el Coaching es todavía una disciplina poco conocida en España (sobre todo fuera de las dos grandes capitales financieras), presentándome de una manera más formal me ahorro muchas más argumentaciones sobre la competencia de mis propuestas y la calidad y seriedad de mis servicios, obteniendo un retorno de la inversión.

Cuesta llevar la corbata, pero cuesta mucho mas convencer sin ella…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

El Temperamento y el Carácter

Temperamento y caracter

Qué equivocados estamos cuando, habitualmente, culpamos a la imposibilidad de cambiar nuestro Carácter como la responsable de aquellos pequeños errores y fracasos que acontecen cotidianamente en nuestro periplo vital. No somos conscientes de que hay otro actor de nuestra personalidad al que también debemos conocer para mejor valorar nuestras actuaciones. Se llama Temperamento y este si es estructural.

Sin pretender profundizar en los innumerables estudios psicológicos publicados sobre el Temperamento y el Carácter, hay dos sencillas definiciones que si me gustaría apuntar:

–      Temperamento: Conjunto de las inclinaciones íntimas que brotan de la constitución fisiológica de los individuos.

–      Carácter: Conjunto de las disposiciones psicológicas que nacen del temperamento, modificado por la educación y el trabajo de la voluntad y consolidado por el hábito.

Por tanto, podemos apreciar que el Temperamento tiene mucho que ver con lo genético pues se basa en la fisiología mientras que el Carácter con lo psicológico al vincularse a la disponibilidad. Y aquí es donde aparece la gran paradoja a la que todos nos enfrentamos tantas veces en nuestra vida: siéndolo el Temperamento, creemos que el Carácter es lo que no se puede modificar.

Ampararnos en la invariabilidad de nuestro Carácter es la mejor fórmula para no esforzarnos en mejorar. El Carácter si podemos cambiarlo y si no, solo tenemos que recordar los cambios que producen en nuestro Carácter un par de cervezas (no más).

La mayoría de los rasgos que son determinantes para navegar mejor por la vida (escuchar activamente, ser positivo, empatizar, ser puntual, orientarse hacia los demás, ser comprensivo, planificar, etc.) no son de Temperamento sino de Carácter y por tanto modificables por la educación, la voluntad y el hábito, según la definición anterior nos viene a indicar.

Por consiguiente, no conviene confundir Temperamento con Carácter y todo un mundo de posibilidades de mejora se abrirán…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¡Ser más Causa que Efecto!

Ser mas causa que efecto

Cuantas veces nos empeñamos en explicar el secreto de la felicidad con inacabables ensayos, procelosos estudios e insufribles volúmenes que mas que aclarar siempre terminan despistando, cuando una simple frase puede encerrar toda la sabiduría de una gran verdad.

La felicidad, ese secreto que todos buscamos y nadie sabe quien encuentra, no es tan difícil de comprender aunque sí de alcanzar. La felicidad no es más que la consecución de nuestros deseos. Ni menos, ni más. Ser feliz se consigue al hacer realidad lo que deseamos para nosotros (y los nuestros) y aquello que cada uno quiere es patrimonio de su propio libre albedrío y las normas de convivencia social.

Por tanto, podemos decir que la felicidad indefectiblemente se conjuga con los verbos conseguir, alcanzar, lograr y como todos sabemos los verbos expresan acción. No hay felicidad sin actuar. La inacción siempre nos llevará a ese limbo del desencanto marcado por el verbo resignar.

Al actuar provocamos que las cosas ocurran, convirtiendo la acción en causa de los resultados buscados. Pero sin acción todo nos sobreviene convirtiéndonos, como una hoja mecida por el viento, en efecto pasivo de algo que casi siempre no hemos querido alcanzar.

Si somos capaces de entender que la felicidad es el efecto que determina la causa, que mejor causa que nosotros mismos para ser felices para lo que hay que…

¡Sér más Causa que Efecto!

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

La Amabilidad y el Amabilismo

Soy partidario de la Amabilidad y me enferma el Amabilismo. Habiéndome definido ya, voy a justificar mi postura.

En esta vida es imprescindible engrasar las relaciones personales con la Amabilidad. Sin ella, nuestras actuaciones chirriarían como los ejes de la carreta de Atahualpa Yupanqui (“Porque no engraso los ejes, me llaman abandonao…”). La Amabilidad se constituye como ese lenguaje común que trasciende los idiomas y nos permite a los humanos entendernos aun desde la diversidad de opiniones. La Amabilidad se instala en cada cual cuando considera positivamente al otro, por lo que tiene algo que ver con la habilidad de amar (”Ama-habilidad”).

Todo Líder (y todos debemos ser Líderes de nuestra vida) debe ser amable para que amables sean sus colaboradores y Davis (Henry Fonda) en “12 Hombres sin Piedad” lo es y consigue que, a lo largo de la película, los demás también lo sean (yo aseguro que lo bueno también se pega, aunque cueste más trasladarlo). La grandeza de la actitud de Davis se apoya en que es capaz de destilar Amabilidad en un ambiente hostil (el de los hombres sin piedad) contrarrestando la inicial antipatía de los otros personajes con su antónimo, la Amabilidad. En la película nos damos cuenta que alguien que pretende convencer (y la vida es un convencer constante) requiere ser amable para ser escuchado (no oído). Y ser escuchado es el principio de todo camino hacia el éxito.

Por el contrario el Amabilismo es esa suerte de humillación personal hacia los demás que algunos profesan en la creencia cuasi-religiosa de obtener grandes beneficios de ellos con esa descarada e interesada postura. Pobres ignorantes, desconocen que transitan por el camino del ninguneo y la subestimación personal ante las personas con criterio (que, al final, son la mayoría). O… ¿qué opinión nos merecen aquellos que siempre ven que todo es bonito y está bien?.

Para ejemplo, animo a comparar lo que ocurre en Radio Nacional de España (a tenor de la parrilla de programación coetánea a este artículo) de lunes a sábado a las 16:00 h.: la Amabilidad ingeniosa y critica de Toni Garrido en “Asuntos Propios” (de lunes a viernes) frente al Amabilismo mermeladesco y pastelero de Mavi Aldana en “Bienvenido a casa” (los sábados).

¿Quién de los dos presentadores ha visto “12 Hombres sin Piedad”?…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

“12 Hombres sin Piedad: Las Claves del Liderazgo”

Desde 2002 vengo impartiendo en Empresas, Escuelas de Negocios y otras organizaciones un Taller de Liderazgo que ha gozado de gran éxito en todas sus ediciones y que me ha llevado a impartirlo en relevantes foros como por ejemplo (en Julio pasado, en sesión conjunta y exclusiva) a los 17 Presidentes de los Tribunales Superiores de Justicia de España en la ciudad de la Justicia de Valencia a petición del Consejo General del Poder Judicial.

La singularidad del Taller se fundamenta en la incorporación del famoso “Método del Caso” que utilizamos en las Escuelas de Negocios como principal herramienta formativa pero llevado al extremo, pues “el Caso” (en este caso) es la afamada película dirigida en 1957 por Sidney Lumet, “12 Hombres sin Piedad”, que visionamos íntegramente y tengo secuencializada en 315 cortes, cada uno de los cuales revelador de las mejores y peores prácticas en el ejercicio del Liderazgo, que los alumnos van descubriendo paso a paso a la par que disfrutan con el seguimiento de una trama argumental muy originalmente urdida por el guionista Reginald Rose.

Creo que no extrañará si afirmo que la película me la sé de memoria. Al igual que esos actores de teatro que llevan años de gira con una misma obra y son capaces de recitar todos los diálogos de la obra (los suyos y los del resto de actores), yo también podría hacer lo mismo con todas las escenas.

En el filme identificamos alrededor de 105 rasgos de Liderazgo y cada uno de ellos me brindará próximamente la oportunidad de escribir en este Blog respecto de su conveniencia e importancia a la hora de conseguir desarrollar exitosamente tareas en equipo con la máxima eficiencia y rendimiento.

No obstante y sin descubrir los secretos de la película, hoy quiero destacar una de las competencias del Liderazgo sobre la que gira toda la trama: se trata de la “Duda Razonable”.

Todo Líder debe fundamentar su actuación bajo el principio de la Duda Razonable, que obliga al cuestionamiento y reflexión sobre “lo dado”, no admitiendo las situaciones como obvias e inamovibles, buscando siempre otra alternativa mejor.

“12 Hombres sin Piedad” finalizaría en el minuto 11 (primera votación del jurado) de no albergar Davis (Henry Fonda) una Duda Razonable respecto de la culpabilidad del muchacho al que están juzgando. De manera opuesta, muchas situaciones empresariales son asumidas con resignación franciscana por los directivos, aceptado los resultados que comportan al no aplicar la Duda Razonable como principio de análisis y debate creativo. Sin duda, por este camino, sus empresas desgraciadamente es posible que no pasen del minuto 11…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro