Líder-tiones… 4

Capítulo III – El relato de Davis

(viene de Líder-tiones… 3)… Aun ajeno, por propia voluntad, a lo que en esos primeros instantes acontecía tras de mí, pude escuchar a uno de los jurados un comentario jocoso referido a algo que me pareció muy cabal y era la preparación por parte del Presidente de unos recortes de papel para votar. Una burla sobre algo que suponía el mecanismo básico de nuestra actividad no me pareció la mejor manera de comenzar y me advirtió que no todos coincidiríamos en la manera de actuar para llevar a buen término nuestra responsabilidad.

Sin solución de continuidad, también escuché de lejos a otro de los jurados manifestar unos firmes prejuicios hacia el supuesto colectivo social del acusado, en un intento por establecer una relación de causa y efecto que trataba de explicar lo que su opinión sobre este caso ya no podía ocultar. Nunca fui enemigo de ese tipo de pre-juicios “a primera vista” que nos llevan a configurar una opinión provisional cuando todavía no contamos con la suficiente información para juzgar, pero sí de aquellos que se instalan en la obcecación de ignorar cualquier nuevo dato que los cuestione o incluso los llegue a negar. En ese momento, tuve la sensación de que aquel muchacho iba a ser juzgado con parte de su culpa explicada por defecto de su procedencia social, lo que me temía y todavía no sabía cómo desmontar.

A la espera de uno de los miembros de aquel tribunal popular que se encontraba en los lavabos, la mesa todavía no se había constituido y quise cambiar de ventana pero no de actitud mental. En esto, otro jurado se me acercó con suma cordialidad y sin disimular la inteción de conocer mi opinión sobre el caso, manifestando primero la suya que se inclinaba hacia la culpabilidad. Su previsible valoración en nada me sorprendió pero si el hecho de dar el primer paso, lo que agradecí como un sincero gesto de generosidad, si bien en ese momento preferí no contestar y continuar meditando sobre las pruebas incriminatorias, una de las cuales alguien mencionó captando por primera vez mi curiosidad. Se trataba de la presunta navaja que utilizó el criminal y sobre la que yo sabía algo más que los demás, pero intuí que aquella no era la situación idónea para mencionar lo que con posterioridad pudiera tener una mejor oportunidad. Tendría por tanto que esperar… (continuará en Líder-tiones… 5)

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