Líder-tiones… 6

Capítulo III – El relato de Davis

(viene de Líder-tiones… 5)… El Presidente de un jurado es un cargo elegido para el que no se precisa una titulación especial, por lo que su cometido puede o no ser desarrollado con efectividad en función de la idiosincrasia y las competencias de cada cual. Es verdad que yo no conocía a nº1, pero hay detalles que retratan a las personas aun antes de que estas se pongan a hablar. El aspecto es uno de ellos y que sea apropiado al momento y la situación, no siendo determinante, si es conveniente pues hace encajar sin innecesarias especulaciones a la persona con lo que de ella se espera, ahorrando explicaciones previas sobre su adecuación y capacidad. En nuestro caso, me pareció que un Presidente no se debía presentar ataviado con un polo deportivo de piqué al que acompañaba una corbata mal anudada que pretendía aparentar formalidad. No obstante, tampoco podía traicionar mi criterio sobre la prudencia que debe acompañar a una primera impresión y a este prejuicio (y al Presidente) le tendría que conceder la oportunidad de poderlo contrastar.

La votación se celebró a mano alzada y tras ella pude confirmar que se habían cumplido mis peores temores, al ser el único en levantar la mía para apoyar un “no culpable” en cuya esforzada defensa ya no albergaba duda que pronto me debería ocupar. Además nadie dio crédito a lo sucedido al votar, pues todos parece estaban convencidos de que triunfaría una unanimidad que finiquiraría el juicio y por tanto nos posibilitaría marchar. Así las cosas ya me había granjeado la enemistad popular y nº10, cuestionando sin ningún derecho ni razón el signo de mi votación, fue el primer encargado en hacérmelo notar.

Bajo aquella situación de suspensa confusión, nº7, un tipo extravagante y maleducado que solo estaba pendiente de llegar a un partido de beisbol, me preguntó con cierta ironía sobre como continuar, a lo que no pude por menos que contestar con el principal motivo que nos había congregado en aquella sala del Tribunal: tendríamos que hablar. Si, dialogar como principal herramienta para contrastar opiniones, analizarlas y tratar de llegar a un consenso, algo que además en nuestro caso era pura necesidad. Dialogar para encontrar la verdad. Dialogar para absolver o condenar. Dialogar porque una vida pendía del fino hilván de nuestra voluntad… (continuará en Líder-tiones… 7).

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