Lider-tiones… 13

Capítulo III – El relato de Davis

(viene de Líder-tiones… 12)… Tras ello, fue nº3 quien propuso abordar la solidez de otra de las evidencias incriminatorias que mejor y más parecían demostrar la culpabilidad: la navaja automática encontrada en el lugar del crimen. Como cada vez que había que precisar y defender uno de estos razonamientos, nº4 tomó la palabra recordando que aquella navaja era igual a la comprada por el acusado unas horas antes del asesinato en un comercio del barrio, cuyo tendero declaró que era especial y no disponía de otra similar. En aquel momento, al fin, mi paciente espera encontró la oportunidad idónea para descansar y descubrir lo que llevaba oculto en el bolsillo derecho, aguardando durante horas la situación más propicia para darle entidad. Escondía una navaja idéntica a la del crimen, que el día anterior había comprado en una casa de empeño situada en el barrio del muchacho. Navaja que en el juicio se había asegurado no tener par. Así pues, era evidente que cabía otra posibilidad.

Todos quedaron suspensos y sin pestañear frente a esa contundente demostración cuya efectividad sería menor si al comienzo hubiera mostrado la navaja al escuchar a alguien mencionarla en lugar de esperar a esta ocasión, pues la información tanto vale cuanto más a punto y mejor se sabe comunicar.

No obstante mi satisfacción y por no traicionar a la verdad, ante todos quise reconocer sin ambages haber cometido un error, pues comprar navajas automáticas en USA es ilegal. Aun así, mi conciencia descansaba en la privada impunidad de anhelar que ese delito menor una vida pudiera salvar… (continuará en Líder-tiones… 14).

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