“Los nuevos españoles”… de ayer y de hoy

La palabra nuevo suele ser esclava del momento de su pronunciación y así lo nuevo de ayer no lo es de hoy ni lo será de mañana, aunque parece que pueda haber alguna excepción…

El fantástico programa televisivo de La 2, Historia de nuestro cine, me tiene encandilado desde hace unos años con la programación de películas españolas, algunas de las cuales ya no es posible ver por razones de caducidad de sus derechos de exhibición. Los filmes se eligen en bloques temáticos semanales que reservan los lunes a los años 30 y 40, los martes a los 50 y 60, los miércoles a los 70, los jueves a los 80 y los viernes a los 90. Debo confesar que conforme avanza la semana pierdo el interés en los títulos propuestos, pues son los más antiguos los que concentran casi toda mi atención, en especial los que reflejan la sociedad española de aquellos años que no viví (soy hijo de los 60) y que explican mucho de lo que ahora somos, pese a nuestra aparente modernización.

Recientemente tuve la oportunidad de visualizar un miércoles Los nuevos españoles, película de 1974 dirigida por Roberto Bodegas, quien además firma el guion junto a José Luis Garci y José Luis Dibildos, que también es el productor. Interpretada por excelentes actores como José Sacristán, Amparo Soler Leal, Antonio Ferrandis, Manuel Alexandre o Manolo Zarzo, es una irregular comedia de brocha gorda enmarcada en la llamada Tercera Vía del cine español, cuyo insólito tema para aquellos años traigo a esta reflexión.

La cinta gira en torno a un grupo de castizos empleados (y sus esposas) de una tradicional compañía española de seguros que es adquirida por una multinacional americana, que tratará de imponer sus métodos de trabajo y organización con resultado tan desigual como descorazonador (atención a ese último plano tan revelador). Al margen de todas las situaciones cómicas propuestas por los guionistas en la confrontación de los modos de vida patrio y anglosajón, lo verdaderamente chocante y singular es comprobar que el modelo americano de eficiencia empresarial presentado entonces es prácticamente el mismo de hoy, manteniéndose todavía una gran distancia entre lo que ahora aquí hacemos y lo que está probado desde décadas que funciona económicamente mejor. Otro asunto será lo que cada cual considere como una forma de vida mejor, pero de esto no va esta meditación.

Parece en fin que los nuevos españoles de hace cuarenta años no son más viejos que los de hoy, lo cual prueba que los pueblos se encuentran presos en su evolución por una manera de ver y entender la vida que se pega generación tras generación y que llamamos costumbre o tradición, eso que deliberadamente nos instala en la repetición y que en nosotros configura la eterna idiosincrasia de lo consuetudinariamente español…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Por sus publicaciones los conoceréis…

Internet, entre otras virtudes, tiene de bueno que es un gran revelador de las competencias profesionales de quienes hacen acto de presencia con sus publicaciones, fiel reflejo de sus capacidades o la ausencia de ellas, que de todo hay en este escaparate moderno de la comunicación.

Tras varios años de intensa y extensa actividad en diversas redes sociales y especialmente como administrador de algunos Grupos entre los que se encuentra FORO COACHING VALENCIA, he llegado ciertamente a una desoladora conclusión: más del 90% de las publicaciones de carácter profesional son comerciales y con una intención de venta directa, correspondiendo el resto a las que aportan contenidos útiles de debate y opinión.

Así las cosas, yo entiendo que quien solo publica anuncios será porque ello le debe reportar mayor rendimiento que la difusión de contenidos, a no ser que esas mismas personas no sean capaces de generarlos, pues todos sabemos de la especial dificultad de aportar ideas frente a la facilidad de solo anunciar con el objetivo de mercadear más y mejor.

Por tanto y sin conocer a los autores de las entradas, no puedo ocultar que me merecen más interés quienes contribuyen a mi reflexión, saber y formación frente a los que solo pretenden venderme su producto o servicio, por lo que a aquellos les tengo más estima que a estos y además les considero profesionalmente mejor.

Y no creo estar solo en esta opinión…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

El analfabeto del siglo XXI

Hoy llamamos analfabeto a quien no sabe escribir (y por tanto leer), pero en breve el término deberá modificar esta ya limitada acepción para incorporar otra competencia, quizás superior. Si hasta la fecha, la escritura nos ha hecho independientes y libres a la hora de gestionar nuestra opinión, puede que ya estemos perdiendo esa condición los que no sabemos programar, es decir, quienes ignoramos como se escribe en el lenguaje más utilizado y universal: el de los ordenadores y en general de todos los sistemas de computación.

Alguien podrá considerar desproporcionada esta afirmación guiado por el espejismo que supone el invento de los interfaces que, a modo de un moderno escribano del siglo XXI, nos adecuan los programas al lenguaje que conocemos y que ya pertenece al siglo anterior. Por poner un ejemplo particular que también se ampara en el mundo del ordenador, la situación se asemeja a la de los traductores de idiomas por escrito (quizá no tanto los orales por no requerir de tanta precisión), cuyo uso todos sabemos que ofrece unos mejorables resultados aún hoy (en un futuro puede que no) y que condicionan el sentido final de la literalidad de las palabras originales llegando peligrosamente a desvirtuarlas de no tomar muchas precauciones en su corrección (quizás por ello nadie en su sano juicio utilizaría un traductor para redactar una emocionada carta de amor).

No conocer el lenguaje de la programación nos hace dependientes y esclavos de aquellos que sí lo manejan y nos manejan a su entera disposición. Y si alguien quiere una prueba de esto, que se pregunte el porqué de los anuncios tan segmentadamente atinados que recibe insistentemente en su ordenador.

Soy consciente de que lo dicho suena a ciencia ficción, la misma que percibió aquel descreído vecino de Gutenberg cuando esté le contó que había inventado una máquina que revolucionaría el mundo de la comunicación…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

La lotería nunca me tocará…

El pasado 22 de Diciembre, viajando en AVE a Madrid, me enteré de que el premio gordo del Sorteo de Navidad había tocado allí y además en el mismo barrio donde vive mi madre, que llevaba un décimo pero no del número agraciado. Vuelvo a Valencia y el primer premio del Sorteo del Niño cae en Torrente y el tercero en Benetuser, ambos en el área metropolitana de mi ciudad.

¿Cuál será mi próximo viaje…? Quien me conozca sabrá que me da completamente igual, pues nunca juego a la lotería ni a ningún juego de azar en la convicción del alto coste de oportunidad de cualquier gasto realizado en asuntos de azar.

¿Y cuál es ese coste de oportunidad…? Parece evidente que la parte más fácil de determinar es la monetaria, la del importe en dinero gastado, cuyo aprovechamiento nadie dudará que es más probable en casi cualquier otra posibilidad.

Pero hay otra consecuencia que en mi opinión tiene mayor repercusión en el monto total y es la referida a la actitud vital que viene prescrita por la confianza en la casualidad. Una actitud que mira hacia alrededor en lugar de fijarse en la propia personalidad, en donde lo exógeno se toma como determinante de los resultados y lo endógeno como un resignado espectador a la espera de una aleatoria bondad.

Claro está que en todo esto hay grados de intensidad, pero hasta el más leve ejerce de freno a la proactividad personal en un tiempo actual que pide de todo nuestro potencial para no quedarnos atrás.

La lotería nunca me tocará… estadísticamente, ni aun jugando de verdad…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¿Cuál es el futuro del Management…?

La organizacion fractal

Si hay un asunto que desde hace más de cien años concita la atención mayoritaria de quienes estudian a las empresas o trabajan en o para ellas, ese sin duda es el del Management o en castellano también denominado Gestión Directiva, es decir, el sistema de relaciones profesionales que vehiculiza el trabajo de las personas en una organización empresarial o dicho de una manera más actual, el software que consigue aprovechar el hardware más importante de los negocios que es, incuestionablemente, las personas que los componen.

Siempre he defendido que la mejor versión del componente humano de las empresas se da cuando todos sus miembros se constituyen en motores de avance de las mismas, convirtiendo el concepto de Grupo en el de Equipo. Conseguirlo no es fácil y hasta la fecha nadie ha resuelto el problema de manera totalmente eficaz, quizás porque el primer requisito para ello sea lograr el compromiso profesional de cada miembro de la organización, cuestión que resulta tan personal e intransferible que no admite bien las fórmulas genéricas. No obstante, si hay un camino válido para progresar en este sentido es cierto que nunca transitará por las sendas del autoritarismo directivo, para orientarse mejor hacia la facilitación de la autogestión personal que permita delegaciones eficientes.

Esto mismo es lo que brillantemente defiende Michel Henric-Coll en su libro La Organización Fractal: El futuro del Management, de lectura plenamente recomendable por su claridad de exposición, su ejemplificación atinada e incesante, su defensa de la humanidad en los negocios y un entreverado sentido del humor propio de los autores inteligentes.

Sin revelar lo que el libro mejor que yo expone, solo diré que la organización fractal es la que se basa en la replicación organizada y sin solución de continuidad de sistemas sencillos y autónomos de personas interconectadas, algo parecido a lo que alegóricamente reproduce la imagen de un conjunto de muñecas rusas matrioscas en su portada: todas independientes aunque conectadas y al servicio de un fin común.

Finalmente quiero destacar lo acertado del subtítulo (El futuro del Management), pues es evidente que tal tipo de organización requiere de un desarrollo socioeconómico que no es el actual, por lo que todos deberemos hacer por acercarlo a un próximo futuro que ya no se debería demorar más…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

El Showching no es solo cosa del Coaching

El Mundo

El pasado 30/12/14 fue publicado en la edición impresa nacional del diario El Mundo¿Coaching o Showching?, versión reducida de mi artículo homónimo aparecido en este Blog el 05/10/2013 y que me fue solicitada por la periodista de ese popular medio, Rebeca Yanke.

Quiero significar que considero a Rebeca Yanke una persona formal cuyo compromiso inicial por la publicación de este artículo no fue cumplido por razones que con seguridad deberían ser explicadas por alguno de sus superiores.

Es evidente que en este Mundo, el Showching no es solo cosa del Coaching…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

¡Hasta luego!… por segunda ocasión

Correr

Las despedidas son el principio de los reencuentros y su final, el comienzo de los recuerdos. Irse para volver es sustituir recuerdos por proyectos, apostando por vivir mirando hacia lo venidero. Todo lo que finaliza propicia una nueva posibilidad de emprendimiento. El desarrollo personal prospera con el cambio y mal admite enraizamientos.

El 19 de noviembre de 2011 cerraba mi primera etapa de publicación de artículos propios en este Blog que reanudé el 29 de septiembre de 2012 y hasta hoy, que anuncio el cierre temporal de la Categoría Coach-tiones como destinataria de mi semanal reflexión sobre los aconteceres de una vida contemporánea que a todos como individuo nos asombra y a la que todos como persona buscamos constante explicación.

Pero esta vez no. Esta vez no voy a silenciar mi teclado que seguirá escribiendo, ahora con diaria publicación pero en una nueva Categoría que inauguro con la denominación Marath-tiones, el relato cronológico de todas mis vivencias asociadas al desarrollo del proyecto literario/deportivo que iniciaré el próximo 1 de septiembre y que explicaré a continuación…

Tras casi seis años de compromiso editorial en este Blog, describiendo y defendiendo en más de doscientos artículos los caminos que en mi opinión nos llevan hacia el destino de la superación, considero que ahora ya es la ocasión de reunir muchos de esos trazados en un mapa mayor, con estructura de libro, alma de relato y deseo de eficaz contribución a partir de mi experiencia, esfuerzo y total implicación.

Escribir un libro sobre superación personal puede llegar a convertirse en una gran pérdida de tiempo para quien contempla que su voz debe convertirse en un altavoz simplemente por el hecho de pensar lo que pienso y ser quien soy. Mucho está ya escrito y solo ofreciendo aquello que realmente lleve a la emoción sustentada en la razón, el esfuerzo tanto del autor como del lector puede convertirse para ambos en una atractiva inversión.

Por tanto, ¿cómo explicar racionalmente los mecanismos que llevan a la superación personal eludiendo la aridez del ensayo pero sin perder rigor? ¿Cómo demostrar que los deseos en la vida se consiguen mejor siguiendo un camino probado ya con éxito por muchos otros y que solo requiere de conocimiento, voluntad y aplicación? Y además, ¿qué puede emocionar más a un lector que una historia de logro personal, labrada desde la extrema dificultad y avalada por la constatación de ser real y no un mero ejercicio de ficción? ¿Y si a todo ello se le añade el cuidado y esmero en su redacción…?

Desde 2002 desarrollo mi actividad profesional como Business Coach, centrando gran parte de mis esfuerzos en intentar facilitar a los demás las claves que determinan las posibilidades de éxito en la consecución de cuantos objetivos personales y profesionales cada cual decida lograr. Dichas claves es evidente que no las he inventado yo sino que son conocidas, universalmente aceptadas y parten de un simple y racional proceso de análisis y actuación…Proceso de Coaching

…cuya implementación la realidad misma nos demuestra que no es nada sencilla lo que deriva en tantos fracasos y tanta frustración (los cementerios están llenos de millonarios en deseos y pobres en realización).

De otra parte, mi experiencia como profesor en Escuelas de Negocios me ha revelado que la herramienta más efectiva para la traslación de saberes y competencias prácticas es el El Método del Caso por cuanto la ejemplificación de una situación real ejerce de potente motor para el análisis y la deducción, facilitando además la propia identificación y por tanto la esclarecedora auto-comparación. De ahí a propiciar el cambio hacia la mejora solo resta el compromiso de llevar eficazmente a cabo un Plan de Acción y medir su consecución.

Por consiguiente, ¿qué mejor forma de abordar literariamente el éxito en los procesos de desarrollo y superación personal que plantear uno, a modo de Caso real, que además sea protagonizado y contado vívidamente por el autor, de tal manera que el ensayo gane en emoción y se funda entretenidamente con la novelación?

Si bien es cierta la abundante proliferación de obras publicadas referidas al Desarrollo Personal (mal llamadas de Autoayuda, según explico en mi artículo de 2010… Los Libros de Auto-Ayuda), también lo es que su mayoritaria orientación se atrinchera en el recurso fácil y presuntamente motivador del si quieres puedes, todo un canto a la superficialidad equívoca sobre algo mucho más complejo que sin duda es un insulto a la realidad y a la razón. Nada es tan voluble como el deseo, flor de un día si tras él no gobierna el método vestido de persistencia en el esfuerzo como fórmula de logro y obtención.

Pues bien, tal y como proclama el dicho… para sentirlo, no es lo mismo contarlo que vivirlo, mi intención es relatar cronológicamente un Caso de superación personal basado en hechos reales, a partir de un reto que me propongo abordar desde la incertidumbre actual de su logro pero con el compromiso de aplicación de todo aquello que metodológicamente convierte un sueño en una realización. Viviendo en primera persona un proceso en donde con seguridad aparecerán todos los ingredientes habituales que lo suelen condicionar: tanto los de carácter puramente racional (conversión del deseo en objetivo, valoración de posibilidades, planificación, desarrollo de la planificación, seguimiento, medición de resultados, reorientación, etc.) como los vinculados al terreno de lo emocional (agobio, cansancio, compromiso, confianza, desesperación, dolor, fatiga, frustración, ilusión, impaciencia, indecisión, inseguridad, motivación, preocupación, prudencia, relajación, reticencia, saturación, temor, tensión, tristeza, valor, etc.).

El desafío aludido es deportivo y comenzará en septiembre/14 con todo el proceso de entrenamiento y preparación, finalizando con la prueba en cuestión el año próximo cuando llegue a los 54 años y se cumplan 27 desde que a los 27 años lograse superar la mejor marca mundial oficiosa de flexiones abdominales continuadas (3.000 en 59 m. y 50 s.). En esta ocasión y evidentemente condicionado por mi edad, me propongo afrontar el maratón (42,195 kms.) con el mayor desnivel positivo que nunca se haya corrido (más de 6.000 m.), que obviamente no existe como tal en el calendario oficial pues no hay trazado terrestre factible para ello. Por tanto, deberá ser indoor y a realizar en una cinta de correr con pendiente constante del 15% (muy superior a cualquier puerto de montaña de categoría especial pues, por ejemplo, el Angliru asturiano con 18 kms. de recorrido y desnivel de 1.400 m., tiene una pendiente media de alrededor del 8%). En definitiva, la superación de la prueba supondría haber conseguido ascender la mayor altura en un único esfuerzo y sin descanso que un ser humano haya logrado acometer por sus propios medios y sin ninguna ayuda mecánica.

En la vida, afrontar retos ambiciosos es una cuestión de serena identificación de la relación existente entre las posibilidades y las probabilidades de consecución, lo que obliga a una completa valoración del propio yo. Valoración que ya he realizado juiciosa y desapasionadamente para tranquilidad de quien entienda mi propósito como un posible atentado a la cordura y a la salud (que en todo momento se encontrará médicamente vigilada) o el producto de un frikismo deportivo (ver… unos artículos) que en esta ocasión no quiere ser más que la traducción de un compromiso con personal implicación por intentar explicar en forma de relato aquello que es común a todo proyecto vital y contribuye a su éxito o fracaso, pues yo mismo sinceramente desconozco cuál será el final de este desafío que nace ahora desde mi razón para buscar luego en todos quienes lo lean su emoción…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

La Ambición como destino, la Dignidad como camino

Camino y Destino

Todos los días me pregunto si es mi vida esa que quisiera que fuera y cada respuesta, positiva o negativa, me alerta de que siendo importante el lugar donde me encuentre en cada ocasión todavía lo es más el como yo haya llegado hasta allí, si llevado o no por mi propia decisión. Manejar las riendas de la vida es, de todas, la única elección que nunca debiera tener ningún arrepentimiento pues, de lo contrario, el aceptar vivir a la deriva será la mejor solución para instalarnos en una perpetua insatisfacción.

Es cierto que para solo vivir no se requiere decisión sino únicamente aceptación. Ahora bien, quien quiera vivir mejor deberá cuestionar en todo momento si acepta su situación o aspira a mejorarla con Ambición, entendida esta en su positiva acepción de superación como motor del desarrollo personal y como el antídoto más indicado para combatir la resignación.

Reconozco manejar desde siempre en mi vida la Ambición al igual que también lo hago con el café en los momentos de bajón. Soy consciente de que una y otro se tornan peligrosos si abuso de su dosificación, pero no por ello los eludo pues responsablemente me esfuerzo en llevar su control. Quiero estar despierto y atento para descubrir, no las oportunidades que la vida me ofrece, sino aquellas que se guarda en ese oculto cajón que casi siempre se encuentra tan alto que, de no conseguir escalarlo, con seguridad me perderé lo que esconde en su interior.

Pero… ¿hasta cuándo debiera llegar la Ambición por ser mejor? No parece fácil encontrar una razón que justifique que la Ambición como resorte de progreso personal deba finalizar a una determinada edad pues la vida, aun compuesta por diferentes etapas cronológicas, es vida hasta el final. Por tanto, sería lógico considerar que la Ambición por prosperar debiera identificarse como un destino vital final. Solo así podremos contar con la seguridad de que la existencia nos vale por igual y con independencia de cual fuera nuestra edad. En definitiva, se trataría de no dejar nada por aprovechar.

Y… ¿hasta dónde debiera llegar la Ambición por vivir mejor? Pues sin duda esta es la pregunta que toda persona deberá consigo aclarar al tratarse la Ambición de un sentimiento muy susceptible de caer en desorientaciones que lleven a desmanes alejados de la ética y la honradez personal. La Ambición honesta tiene puertas y estas son las de los demás. De aquí que sea la Dignidad, entendida como la cualidad del juicioso autogobierno personal, quien mejor pueda limitar hasta donde se debe llegar para garantizar el respeto propio y el ajeno, ambos confluyentes en las leyes de convivencia de toda sociedad.

Yo procuro cuidar la esencia de mi Dignidad pues soy consciente de su volubilidad, atacada casi siempre por el miedo a las consecuencias de nuestro actuar. Vivir con Dignidad requiere de renuncias para defender lo que uno considera cabal y por ello hay que mostrarse valiente ante los demás. Estoy con Eduardo Chillida al afirmar que… Un hombre debe tener siempre su nivel de miedo por debajo del de la Dignidad.

Si la vida finita se entiende en clave de viaje sin final, para recorrerla será conveniente identificar cuantos destinos queremos visitar y los caminos elegidos para llegar. Con seguridad, Ambición entreverada de Dignidad se nos presentan como el mejor de los equipajes posibles para viajar…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

El Coaching y el Camarote de los Hermanos Marx

El camarote de los hermanos Marx

Cuando a una profesión libre le llega ese momento en el que sus integrantes se arremolinan sin orden ni concierto en una suerte de algarabía disonante de multiplicidad de criterio profesional, es que algo pueda estar fallando en su configuración y organización, sea reglamentada o no, pero a la postre disuasoria para quienes con capacitación, honestidad y determinación desean consolidar un futuro profesional que además tiene mucho de contribución social.

Si en 2011 escribía El Coaching y la Ópera, ahora recuerdo nuevamente al género lírico por excelencia aludiendo a la impagable película de los Hermanos Marx… Una noche en la Ópera (1935), cuya escena más famosa (junto a la del Contrato) es la del Camarote, fiel prodigio de una ingeniosa relojería del humor que parece ya no se lleva y cuya universalidad sigue destilando todo tipo de alusiones y comparaciones que la han llevado a ser el referente inmortal del no se cabe jocoso y burlón desde lo atropelladamente absurdo de esa situación.

Hoy, en España, el Coaching se caracteriza por congregar apretujadamente a sus profesionales en un camarote no mayor al de los Marx, en permanente reducción, al que todos pueden entrar, donde ya es muy difícil trabajar y que próximamente pueda llegar a reventar.

En permanente reducción… porque tras siete años de martilleante crisis económica, el mercado de servicios de Coaching ha adelgazado hasta alcanzar una anorexia tal que resulta muy preocupante por ser quizás mucho mayor que la de otros sectores, que gozan de una mejor percepción de necesidad y calidad por parte de quienes los deben contratar.

Al que todos pueden entrar… pues hoy no existen requisitos fiables y unánimemente aceptados de especialización, lo que lleva a configurarse como un sector refugio de tantos profesionales que, en búsqueda de ocupación, deciden ser Coach al igual que también optarían por ser abogados si para ello no se requiriese de titulación y colegiación.

Donde ya es muy difícil trabajar… al quedar esta ocupación altamente perjudicada por la contaminación a que ha llevado la dudosa actuación de quienes, como cuchillo en mantequilla, han irrumpido en una profesión sin atención a ningún criterio deontológico que preserve las buenas prácticas que cimentan la credibilidad de todo sector.

Que próximamente pueda llegar a reventar… si los medios de comunicación, que en los comienzos le prestaron su atención cuando se trataba de una incipiente e ilusionante disciplina, ahora se fijan en el errático rumbo que ha tomado y lo difunden como ejemplo de otra moda que como tantas más, tal como apareció así luego se desvaneció.

Por tanto, todo esto configura un panorama preocupante y desolador cuya solución pasa por muchas vías, aunque en mi opinión es principal la definición por parte de un solo organismo acreditado, independiente y aglutinador, de un marco regulador que, al igual que acontece en otras profesiones liberales, establezca los términos de una actuación que garantice al perceptor del Coaching sobretodo la obligatoria calidad que el pago de sus servicios merece por contraprestación.

Como irónicamente escribió Groucho Marx…El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio; si puedes simular eso, lo habrás alcanzado

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Hábitos garrapiñados

Habitos garrapiñados

Si hay un comportamiento humano que merezca más atención por su contribución decisiva a la configuración del perfil idiosincrático de su poseedor y por tanto a sus posibilidades vitales de actuar y progresar, ese sin duda es el de los hábitos, incuestionablemente la principal herramienta para el desarrollo personal y quien esto lo dude… mejor que se los haga mirar.

El filósofo griego Aristóteles (384 a. C.-322 a. C.) así ya lo venía a considerar… Somos lo que hacemos día a día, de modo que la excelencia no es un acto sino un hábito. De esto podemos colegir que el trazado de nuestro camino hacia el destino de la excelencia es cosa de hábitos, tal y como lo confirma el escritor inglés Charles Reade (1814-1884) cuando se apresta a afirmar… Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino. En definitiva y resumidamente… La vida no es más que un tejido de hábitos, según el escritor suizo Henry F. Amiel (1821-1881) nos lo llega a precisar.

Si aceptamos el hábito como la repetición constante de un acto que lo lleva a convertirse en costumbre y por tanto a automatizar, entonces estaremos de acuerdo con la conveniencia de incorporar hábitos positivos a nuestra vida que ejerzan de mudos y mecánicos motores de nuestro actuar. El historiador romano Tito Livio (59 a. C.-17 a. C.) ya lo advierte al proclamar… Cualquier esfuerzo resulta ligero con el hábito, atinado aforismo que de otro modo pero con la misma intencionalidad nos lega el poeta latino Ovidio (43 a. C.-17 d. C.) al manifestar… Nada hay más fuerte que el hábito.

Una de las características más definitorias de los hábitos es que no son innatos sino que su adquisición en el tiempo se tiene que ganar, por lo que no es posible eludir ni aun queriendo nuestra responsabilidad. Una vez más, Aristóteles nos lo significa al asegurar que… Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia, sino absoluta, si bien habrá que saber elegir adecuadamente entre tales o cuales pues como asevera el escritor francés Gustave Flaubert (1821-1880) el paso del tiempo los suele desvirtuar… Cuando llegamos a viejos los pequeños hábitos se vuelven grandes tiranías. La solución a ello nos la aporta concisamente el ensayista estadounidense Elbert Hubbard (1856-1915) al sentenciar… Cultiva sólo aquellos hábitos que quisieras que dominaran tu vida.

Por tanto, siendo muy cierto que no todos los hábitos adquiridos son siempre los más convenientes, en muchas ocasiones se impondrá decidir su modificación o su eliminación, dilema sobre el que el escritor hispanolatino Quintiliano (35 d. C.-95 d. C.) quiso opinar… Los malos hábitos es más fácil romperlos que enmendarlos, pues ciertamente no solemos ser conscientes de su fuerte arraigo según el educador estadounidense Horace Mann (1796-1859) nos quiere explicar… El hábito es como un cable; nos vamos enredando en él cada día hasta que no nos podemos desatar o de la misma forma gráfica el escritor inglés Samuel Johnson (1709-1784) al afirmar… Las cadenas del hábito son generalmente demasiado débiles para que las sintamos, hasta que son demasiado fuertes para que las podamos romper.

Por consiguiente, aceptando la mayor conveniencia de la eliminación frente a la modificación, la mejor solución para suprimir los malos hábitos nos la ofrece el escritor estadounidense Mark Twain (1835-1910) al apostillar… Nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño.

Que los hábitos son cuestión principal y a nuestra vida están garrapiñados es tan cierto como lo es el sentido de la esclarecedora pregunta que desencantadamente se formula el poeta libanés Khalil Gibran (1883-1931)… ¿Dónde puedo encontrar un hombre gobernado por la razón y no por los deseos y los hábitos…?

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro