La Mentira

Llevo un tiempo practicando una sencilla estadística personal a partir de la valiosa información que obtengo de mis clientes, alumnos, familiares, amigos y conocidos, para averiguar cuál es aquella característica de las personas que más censuran y menos llegan a perdonar. Sin pretender elevar a rango de teoría sociológica la conclusión obtenida, yo estoy muy de acuerdo con el resultado final pues para mí también es la misma: la Mentira.

Hay muchas definiciones de Mentira, pero especialmente una recoge mucho de lo que es y también de lo que puede generar:

“Acción y efecto de decir algo diferente a la verdad”

Me gusta esta acepción pues, a lo que todos entendemos como Mentir (falsear la Verdad) se añade sus posibles consecuencias, en realidad el elemento esencial y más identificante del acto de engañar.

Pues bien, hay quienes consideran que, en función de la tipología de Mentira, sus consecuencias pueden ser positivas o negativas y por tanto aquella no es mala se suyo, si no en función de como llegue a afectar. Sin ascender a elevadas disquisiciones filosóficas (Platón, Aristóteles, San Agustín, Kant, Tomás de Aquino, etc. ya lo hicieron muy bien), yo no opino igual: para mí, toda Mentira es improcedente, cualesquiera sean las consecuencias (buenas o malas) que llegue a acarrear.

Sinceramente considero que no habría que Mentir pues, siendo la Verdad uno de los principales valores troncales de nuestra cultura occidental, nunca se debería falsear la realidad. Pero esto no obliga a manifestarla siempre y en su integridad, no constituyendo engaño alguno si no limitación adecuada de la información en razón de las circunstancias y su idoneidad.

La dificultad de no Mentir y además cuando proceda no dañar, estriba en cuánto y cómo comunicar la Verdad. Quienes defienden las Mentiras piadosas o terapéuticas lo hacen ante su escasez de recursos para afrontar situaciones con la sabiduría y el ingenio suficientes como para responder lo adecuado, sin traicionar nunca eso que todos queremos encontrar por siempre en los demás…

…la Verdad.

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro

Una respuesta a «La Mentira»

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